Antonio Alaminos: «La Felicidad, signo de la Pascua de Resurrección»

Mañana, 30 de marzo, es el Domingo de Resurrección. Así qué, ¡Feliz Pascua a los lectores y lectoras de IDEAL en Clase! Me gusta leer lo que me envían y darle vueltas al tema de la ‘Felicidad’, y transcribirlo, por todo lo que conlleva para el ser humano. Y cómo educamos a los pequeños desde sus primeros momentos, en la casa y en la escuela, para que en lo posible y de muchas maneras, no se les escape ni una gota de felicidad, real o imaginable.

La felicidad consiste en seguir deseando lo que ya se tiene. Esto lo experimentó alguien de la talla de San Agustín. Una persona está en el camino de la felicidad cuando percibe que es valorada más de lo que se merece y cuando descubre que puede dar más de lo que pensaba. Siempre es el servicio a los demás lo que nos marca, lo que realmente importa en la vida. Descubrir eso es mucho más importante que el éxito. Darnos cuenta de que, poco a poco, vamos siendo capaces de hacer felices a los demás, ver que nos vamos superando.

Cada cierto tiempo hay que hacer balance. Es una situación que debe ser respondida con profundidad. No se debe ir gastando la vida a lo loco o sin sentido. No basta correr, moverse mucho, atiborrarnos de sensaciones y de emociones, sin preguntarnos si eso es realmente útil a los demás y a uno mismo.

Cuadro Virgen de las Angustias de la tienda, como en casi todos los comercios

Como dicen los filósofos: “La felicidad es el significado y el propósito de la vida, el fin de la existencia humana”. No podemos renunciar a ella; sería un sinsentido. Tampoco podemos engañarnos; si no la intuimos, si no intentamos acercarnos, dejaremos de ser plenamente humanos.

Los estándares de felicidad publicitados son falsos, equívocos. No es verdad que lo material garantice la felicidad. Puede dar un poco de ‘alegría’, pero pasa enseguida y, muchas veces, dejando señales.

No podemos escudarnos en la triste actitud del quejoso, del reivindicativo, del que no se siente valorado. El Señor habló a Moisés: Esta es la fórmula con la que bendeciréis: «El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor. El Señor te muestre su rostro y te conceda la paz». La felicidad es fruto de esa Paz.

Antigua foto de Nerja que estuvo muchos años en la tienda

Así se concede a la humanidad el gran privilegio de poder trascender de lo transitorio. Ser feliz no significa que todo salga como nos gusta, tampoco que se esté siempre radiante. Bastan algunos destellos, una lucecita que rompa la oscuridad. Así la tendremos y podremos dar más de lo que pensamos. Basta un poco de esfuerzo, un poco de esperanza para poder mucho más. Es sorprendente lo que se puede hacer a base de poco, para hacer felices a los demás y a uno mismo.

Un cordial saludo a los lectores y lectoras de IDEAL en Clase.

 

 

Antonio

Alaminos López

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