Tras el valle de Lecrín,
tan generoso en naranjas
mandarinas y limones,
surge una zona escarpada,
donde el puente de Tablate
un antes y un después marca,
empinándose el camino
trepando por las montañas
para el recreo de la vista
en la sin par Alpujarra.
Se atribuye a Lanjarón
el ser la puerta de entrada
a las prominentes tierras
de la fragosa Alpujarra;
pero el pueblo por sí mismo
es una joya encumbrada
bajo las nieves perpetuas
que atavían Sierra Nevada,
siendo el Pico del Caballo
la cúspide más cercana.
Que Lanjarón sea la puerta
de la salida o entrada
al ramillete de villas
que jalonan la Alpujarra
no es un asunto vital
ni tiene gran importancia,
porque lo que está muy claro
es que Lanjarón regala
todos los días del año
salud, concordia y bonanza.
El nacimiento del pueblo
es de origen impreciso
pues los datos se remontan
al decimotercer siglo,
cuando el poderío de Al-Ándalus
estaba disminuido
y en la taifa campeaban
los nazaríes granadinos.
A final del dieciséis
alcanzó protagonismo
cuando estalló en la región
la Guerra de los Moriscos
contra Felipe II,
poniendo fin al conflicto
su hermanastro Juan de Austria,
militar de alto prestigio.
En los tiempos musulmanes
Al-Lancharón se llamaba,
nombre que tiene su origen
en las abundantes aguas
con que Natura dotó,
complacida y magnánima,
esta luminosa tierra
sobre el monte atalayada.
Hay múltiples manantiales
de medicinales aguas
que sanan las afecciones
estomacales y hepáticas,
por sales y minerales
con que están beneficiadas
cual cloruro, calcio y sodio
más las bicarbonatadas.
Junto al barranco Salado,
el derruido castillo,
cuyos muros aún denotan
su carácter defensivo
emergiendo cual relato
de pretéritos litigios.
El famoso balneario,
de neomudéjar estilo,
luce cual santa sanctórum
en este pueblo elegido
como lugar referente
de un terrenal paraíso.
En la centuria anterior,
cuando comenzaba el siglo,
vinieron a Lanjarón
personajes de prestigio:
Falla y Virginia Woolf,
Bertrand Russel, Federico…
y tantos y tantos otros
que es imposible decirlo,
para disfrutar las aguas
del manantial salutífero.
En el corazón del pueblo
late el barrio del Hondillo
con sus callejas estrechas
y el agua en los pilarillos
que hace música al salir
con melodiosos sonidos
mientras corretean y juegan
por todos sitios los niños.
Una travesía central
fija el diseño urbanístico
que, con calles transversales,
enmarcan el municipio;
los deleitosos pilares
manan en suaves bullicios,
bien el de las Calenturas
o el de santa Ana, tan místico,
junto a enjambres de macetas
en los rincones más íntimos.
Por los montes colindantes
los eucaliptos, los pinos,
los nogales, los castaños,
las zarzas de los caminos;
en el Tello, los pinsapos
con su verde colorido
y en el otoño, los álamos
refulgiendo de amarillos.
Por el Tajo de la Cruz,
aflorada hacia el abismo,
una emblemática ermita
como púlpito de un viso
para avistar el paisaje
tan agreste cual vivífico.
Acudir al balneario
siempre fue liturgia y rito
para que los visitantes,
cual piadosos peregrinos,
vengan a tomar las aguas
gozando sus beneficios.
Se dice que en Lanjarón
la vida es muy prolongada
siendo el pueblo más longevo
de los que habitan España;
no se sabe si es piropo
o verdad santificada
pero de lo que no hay duda
es que por aquí se alcanza
una calidad de vida
con salubridad muy alta.
En la Noche de san Juan
hay una fiesta sonada
donde los protagonistas
son las hogueras y el agua
con personas solazándose
desde el ocaso hasta el alba.
- Próxima entrega: ARCOS DE LA FRONTERA
Leer más romances de
Profesor jubilado y escritor, autor de
Ortografía práctica del español; Ronda para niños,
edición en español, inglés y japonés;
Federico en su centenario, Las acacias del Macabe,
Cervantes y Don Quijote, La boca del infierno, En la noche de San Juan
Mencía de Mendoza. La nieta del cardenal
y La historia de España en verso.
Comentarios
22 respuestas a «Juan José Gallego Tribaldos: «Lanjarón»»
Qué preciosidad, es un placer leer tus versos, tus poemas, tus libros, etc.
Feliz domingo de Resurrección. Muchas gracias, amigo Benito. Un abrazo.
Como cada domingo, disfruto de tus romances. En este, de Lanjar’on, casi hemos llegado a disfrutar de beber sus aguas.
Gracias, amigo. Pues en tu próxima visita no te prives de subir a Lanjarón y disfrutar, no solo de sus aguas, sino de la placidez contagiosa del entorno. Un abrazo.
Un sitio estupendo que hay que conocer para tener opinión propia, como todos.
Que tengas una buena semana.
Igualmente Pilar. Un abrazo.
Enhorabuena.
Como siempre nos sorprendes con tus admirables poemas.
Lanjarón es un lugar con una enorne capacidad de convocatoria que hay que visitar de vez en cuando. Feliz domingo y un abrazo.
Gracias Juan José. Magníficos versos para ensalzar ese histórico pueblo alpujarreño.
Un abrazo y feliz domingo de Resurrección.
Igualmente, amigo Juan. Feliz domingo de Resurrección. Gracias y un abrazo.
Amigo Juan, un romance con piropos merecidos para la villa de Lajaron.. Un deleite para los sentidos. Feliz Pascua de Resurrección.
Igualmente, Feliz Pascua de Resurrección. Lanjarón siempre ha sido un pueblo muy atractivo. Hay que ir de vez en cuando.
Leyendo tus comentarios sobre Lanjarón, aprendo muchisimo sobre este pueblo tan bonito. Yo me atrevería a decir que cuando en la ciudad de Granada aprieta el calor, solo pensar en Lanjarón, ya entra un fresquito estupendo.
Así es. En el verano, una delicia y en el resto del año un paisaje delicioso. Un abrazo y Feliz domingo de Resurrección.
Se aprende de todo, y se alimenta la imaginación con estos romances…
… Y los recuerdos…
EXACTAMENTE. Y LOS RECUERDOS.
Gracias M . José. Tus palabras son siempre un aliciente. In fuerte abrazo para todos.
Juan José, un merecido homenaje a Lanjarón
Lugar emblemático y apacible. Digno de visitar. Un abrazo.
¡Cuánto se aprende. Maestro. con tus cuidados versos! ¿Cómo puedes sacar tanto tiempo para dedicarlo a tus lectores? Admirable la fluidez de tus escritos y la sabiduría de sus referencias históricas y geográficas.
Gracias, Juan. A los buenos amigos se les perdonan los excesos. Muy generoso tu comentario. Tiempo tenemos y amor por lo que se hace, también; son los dos ingredientes necesarios. Lo demás, dejarse llevar. Un fuerte abrazo.