Ilustro estas líneas con una foto de los 50 Exploradores-Scouts de España que participaron en el Primer Campamento Scout Mundial celebrado en Londres en 1920, porque una de las facetas educativas que se desarrollan en los Scouts es la escucha de los demás y de la naturaleza. Escucha, no simplemente oír.
En la foto se encuentran más de una decena de jóvenes Scouts granadinos que participaron en este primer ‘Jamboree’. Fueron acompañados por tres granadinos ilustres de la época, el fundador de los Scouts en Granada en 1913, el Deán de la Catedral don Luis López-Dóriga Meseguer, sentado en el suelo en el centro de la primera fila con el uniforme de Instructor de los Exploradores, chaqueta y pantalón de pana, polainas y la insignia Scout en la solapa. El Capitán, destinado entonces en Granada y Jefe del Contingente Scout español, Sr. Trucharte con uniforme militar; y el Beneficiado de la Catedral granadina y periodista del diario Gaceta del Sur, don Jaime González Gaspá.
La foto, poco conocida, fue hecha por un gran fotógrafo; y publicada posiblemente en el diario ABC.
Hay que escuchar más con la mente y el corazón que simplemente con los oídos. Es fácil oír, pero no es fácil escuchar. Es todo un arte, es una forma de expresión del ser humano que utiliza diversos recursos estéticos y comunicativos para transmitir ideas, emociones y visiones del mundo. El arte es una habilidad que se perfecciona con el estudio, el trabajo, la dedicación. Cuando falta este ingenio podemos aislarnos fácilmente y perder la conexión con la verdad.
En un mundo lleno de conexiones, podemos vivir muy desconectados de los nuestros, de la realidad. Cada vez hay más gente inmadura, infantilizada, que vive en su mundo rosa, lejos de la realidad. Piensan que saben amar, que son OK; se sienten orgullosos de sí mismos, pero hacen algo parecido al ridículo. No son conscientes del daño que se están haciendo. Viven desconectados.
Para escuchar, para saber captar lo que pasa, se necesita silencio, tranquilidad. En medio de un centro comercial, en una hora punta, lleno de gente, con la música a tope, no se puede tener una conversación íntima, no se puede cerrar una transacción. Falta recogimiento, las condiciones de serenidad para valorar lo que se dice, para poder tomar una decisión libre.
Para escuchar, para discernir, hay que tomarse un tiempo. Saber esperar, no precipitarse y, cuando la cosa está más o menos clara, tomar la decisión. Tampoco es aconsejable dilatar sin contar con el tiempo las decisiones.
Procurando conectar con los demás nos hacemos más cercanos; los tomamos en cuenta, los valoramos. Escuchar es una forma de respetar, de mostrar interés. Lo hacemos no solo con el oído; los gestos, las posturas, la mirada, los silencios, pueden decir más que las palabras. Escuchar no es lo mismo que oír; exige esfuerzo, atención, interés. Esto nos enriquece, ya que conocemos las opiniones y posturas del otro. Escuchando ganamos los dos: yo aumento en sabiduría y el otro se siente querido, valorado.
Un cordial saludo a los lectores y lectoras de IDEAL en Clase.
Antonio Alaminos
Maestro retirado