Hoy día, que todo se cuestiona, que todos sabemos de todo, que opinamos y nos creemos en posición de la verdad, que sabemos más que nadie sobre todos los temas, que exigimos y denunciamos a las primeras de cambio, hay algo intocable para mí, la figura de los maestros y maestras de este país.
Y ahora me centro en los que tuvimos en nuestra niñez, don Manuel Casares y su mujer doña Pilar.
Llegaron a nuestra escuela rural en 1966, la escuela del Pantano de Los Bermejales, un entorno rural que carecía de casi todo. En la década de los 60 y 70 nuestros dos maestros impartían su magisterio con más de 80 alumnos. No había especialistas, no había maestros de apoyo, no había monitores de deportes o actividades extraescolares. Todo lo hacían ellos, eran maestros de francés, de Educación Física, de Religión, de Educación Artística, lo mismo hacíamos teatro que manualidades, eran monitores de diferentes deportes, abarcaban todo el currículum, desde Infantil hasta 8º de EGB. Hacían de psicólogos y de orientadores, de secretarios y administrativos. Y por supuesto, vivían en el pueblo.
Y los resultados, algo que tanto se exige hoy día, eran muy buenos, según los inspectores de la época, en la escuela de Los Bermejales eran inmejorables, don Manuel nos lo cuenta con una auténtica sonrisa. El inspector de turno le comentó en cierta ocasión que era uno de los mejores colegios de la provincia.
Pusieron en marcha una política de becas que alcanzaba a la mayoría del alumnado. Tuvimos la ocasión de salir de nuestra escuela a partir de los once años aprovechando la red de Universidades Laborales existentes en aquella época en nuestro país. En pocos años estábamos repartidos en las Laborales de Cheste, de Almería, de Toledo, de Sevilla, de Málaga o de Cáceres. Gracias a ellos, a su preparación y a su empeño por sacarnos de un entorno rural donde la salida era ayudar a la familia en el campo o la incipiente hostelería, pudimos entrar en la universidad, formarnos como personas y obtener una salida profesional. Otros alumnos acudían a colegios internos de Granada o Santa Fe. La mayoría de los alumnos y alumnas continuaba sus estudios ya fuera de nuestro colegio.
El domingo, 31 de marzo de 2024, rendimos un cálido, sincero y sentido homenaje a don Manuel Casares. A sus 83 años, nos acompañó con un baúl de recuerdos y una carpeta llena de fotos de nuestra niñez, trae como compañía, en una mano, una ristra de anécdotas y sinceras vivencias, en la otra, una caja llena de días inolvidables que nos relata con una sonrisa contagiosa y una mirada nostálgica.
En esa jornada, muchos de sus alumnos y alumnas nos hemos emocionado con él y con su hija Cecilia, hemos recordado a su difunta esposa y al resto de sus hijos, y hemos hablado de los 13 años que estuvieron enseñándonos y orientándonos en nuestro pueblo, y nos hemos reído recordando las fechorías y ocurrencias de la época.
En un día de lluvia en Los Bermejales, un día festivo, un día de encuentros y reconocimientos, hemos rendido un sincero y merecido homenaje a un maestro de siempre, a un maestro de antes, él qué trabajó en una época difícil, sin apenas medios, pero con una ilusión que hacía superar todos los obstáculos.
Su trabajo, su dedicación y entrega fueron la base para la formación de diferentes generaciones que pasaron por su magisterio.
En esa inolvidable jornada pudimos recordar una época feliz en Los Bermejales y hemos agradecido su empeño por hacernos mejores personas.
Manuel
Fernández Guzmán
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