El poeta Ibn-al Jatib,
musulmán nacido en Loja,
ya decía que su ciudad
“tenía mujeres hermosas,
sanadoras de los males
que del corazón afloran”.
Allá por tiempos fenicios
era llamada Tricolia
destacando su comercio
y el tránsito de personas.
Más tarde cambió de nombre,
cuando Hispania era de Roma,
nominándola Lascivis,
sustantivo de lisonja
por los amenos parajes
y sus aguas deleitosas.
Al llegar los musulmanes
de otro topónimo goza,
tal cual fue Medina Lawsa,
loada en zéjeles y en prosa,
enalteciendo las aguas
que con esplendidez brotan.
Con la lengua castellana
se implementó el de Loja
y el nombre propio ha quedado
en la norma española,
aunque también se utilice
la modalidad de Loxa.
Rodeada de campanarios
se alza la alcazaba mora
ascendida en atalaya
a los pies de Sierra Gorda;
de planta rectangular
enraizado sobre rocas
quedan restos de un aljibe
y de murallas ruinosas,
pero con torre ochavada
encumbrándose orgullosa
cual permanente vigía
de la legendaria Loja.
Cuando los Reyes Católicos,
era Loja la antesala
con el reino nazarí,
que desde la misma Alhambra
encabezaba el poder
de las tierras de Granada
y a final del siglo XV
acabó reconquistada.
Monumentales iglesias
erigió la fe cristiana
cual la de la Encarnación
que varios estilos traza,
desde el gótico y mudéjar
a la corriente neoclásica.
También la de san Gabriel
por Siloé diseñada,
grandioso renacimiento
de la escuela de Granada;
asimismo, un convento
dedicado a santa Clara
y el Caserón de alcaides
de la confesión cristiana.
Surgen otras construcciones
en insignes edificios
como el del Pósito Nuevo
y la Casa de Cabildos.
El palacio de Narváez,
con su afrancesado estilo,
lo levantó quien fue jefe
del Gobierno Isabelino,
llamado “espadón de Loja”
del decimonono siglo.
En los Infiernos de Loja
se oyen misteriosos ruidos
tras las cascadas del agua
que suenan como gemidos,
sembrando desasosiegos
en el paisaje letífico;
se habla también de tesoros
por árabes escondidos
recordados en leyendas
y romances de moriscos.
Cuando la tarde se aleja
por detrás de Sierra Gorda,
el mutismo se encabalga
encelando a las palomas,
mientras por calles y plazas
buscan su sitio las sombras
y el reloj de la campana
da desganado la hora
acallando los murmullos
que garbean sobre Loja.
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Mencía de Mendoza. La nieta del cardenal
y La historia de España en verso.
Comentarios
14 respuestas a «Juan José Gallego Tribaldos: «Loja»»
Gracias Juan José. Magistral descripción en romance de esa histórica ciudad. Estremecedora estrofa final que te consagra como poeta:
Cuando la tarde se aleja
por detrás de Sierra Gorda,
el mutismo se encabalga
encelando a las palomas,
mientras por calles y plazas
buscan su sitio las sombras
y el reloj de la campana
da desganado la hora
acallando los murmullos
que garbean sobre Loja.
Gracias, amigo Juan. Eres muy generoso en tu comentario. Un abrazo.
¡Cuánto cultismo
Y erudición,
Vierte el poeta
En la descripción
Del bello pueblo
Donde nació
Mi abuelo José,
Todo un señor!
No tengo tu arte inigualable, Juan José, pero hago estos pinitos… en tu honor.
Pues recuerdo nuestros tiempos de internado donde tú ya eras un impulsivo poeta en la línea del más puro romanticismo.
Tan instructivo como siempre… Nunca defrauda… ¡Cada romance sigue poniendo más alto el listón!
Buenos días y muchas gracias. Un abrazo para todos
Sigue con tus viajes románticos
En ello estamos. Un abrazo.
Este romance me ha llegado particularmente pues a la villa de Loja le tengo especial apego. Allí pasé un par de cursos de mi carrera docente. Todos los adornos poéticos con los que engalanas a esta ciudad son bien merecidos.
Ya sabía que te traería recuerdos de tus tiempos en Loja. Me alegro. Un abrazo.
Juan eres un magnífico poeta y un extraordinario narrador.
Un abrazo.
Rimar romances me entretiene y me agrada resaltar la historia y la cultura de nuestros pueblos. Merece la pena. Gracias y un abrazo.
Magnífico, como siempre.
Gracias, Benito. Un abrazo.