Todos los que nos siguen en estas páginas de IDEAL EN CLASE ya conocen sobradamente que el agua siempre fue un asunto relevante para Cogollos (de Guadix). Y es que, la viabilidad de todo asentamiento humano está directamente relacionado con la disposición de uno –o varios– manantiales que aporten el vital líquido para sus pobladores. Una posibilidad que, en nuestro caso, ha sido puesta en cuestión varias veces lo largo de su historia y que han obligado a largos litigios por su derecho al preciado elemento con el que irrigar sus campos y vegas.
Hoy me gustaría volver la vista al, si se quiere, más vital aún agua de abastecimiento del pueblo. Es decir, al esfuerzo permanente por garantizar el consumo más básico de sus gentes. En este caso rememoraremos la anatomía de un instante único y feliz; el que supuso la definitiva captación del agua de la que seguimos disfrutando en la actualidad, así como al esfuerzo de los hombres y las mujeres que lo hicieron posible. Todo un hito y todo un motivo de esperanza en el futuro.
Para ello, nos remontaremos a las primeras elecciones democráticas, tras el largo paréntesis que supuso la dictadura franquista, que se celebraron el 3 de abril de 1979. En Cogollos el resultado fue el siguiente: UCD 197 votos, PSOE 158 votos y PCE 81 votos. Como consecuencia, en la noche del 19 de ese mismo mes –de hace hoy 45 años– se constituyó la nueva corporación local con los nueve concejales electos: Agustín Peralta Carreño, Fernando Martínez Molero, Francisco Gázquez Carreño y José Antonio Peralta Carreño, por la UCD; Rafael Jiménez Tapias, Diego Amezcua Molero y Francisco Gómez Grande, por el PSOE, y Juan Muñoz Grande y Miguel Hidalgo Alfaro, por el PCE.
Una vez conformada la Mesa de Edad y establecida la Corporación se procederá a la elección del cargo de alcalde. Un proceso en el que el cabeza de lista del PSOE, el maestro Rafael Jiménez Tapias, como consecuencia del pacto a nivel nacional PSOE-PCE, obtendrá cinco del total de los votos y, por tanto, con la mayoría absoluta parar ocupar la Alcaldía.
Desde ese mismo día, tal y como queda recogido en el acta de su toma de posesión, se comprometió a “poner todo su esfuerzo y celo, para, en colaboración de todos, realizar una fructífera labor en beneficio del municipio”. Un afán y una predisposición inicial para afrontar los principales retos con que se encontraba Cogollos entre los que, desde el primer momento, la nueva Corporación situó el del abastecimiento del pueblo en condiciones adecuadas de salubridad. Y es que, como muchos aún recordarán, el agua para el consumo humano discurría por la misma acequia de riego procedente de Sierra Nevada y únicamente en las inmediaciones de la población era derivada a un depósito anexo para su tratamiento y potabilidad. Todo un problema endémico y de difícil solución que tendrá fin sólo dos años más tarde, en 1981, con la definitiva captación del agua subterránea.
La imagen que encabeza este texto es un fiel testigo del momento único que se vivirá en Cogollos. Todos los rostros al unísono reflejan ese estado de satisfacción; una liberación, si se quiere, del enorme ímpetu desplegado durante demasiado tiempo, en el que muchas veces verían flaquear sus fuerzas y desvanecer sus aspiraciones. El indudable protagonismo lo tiene el generoso caudal de agua que centra y atraviesa la imagen, pero las sonrisas y los gestos cómplices entre los participantes son más que evidentes y reales. Un primer y beneficioso tributo a Cogollos que el paso del tiempo no ha podido borrar aún. Pero que, el acelerado discurrir de la actualidad y la ausencia de muchos de los que aparecen en la instantánea, no debería dejar que lo arrinconáramos en el fondo de la memoria. Para no olvidar nunca lo que somos y de dónde venimos.
También habría que recordar que esa nueva realidad venía precedida de varios intentos frustrados. Entre ellos el de la limpieza y acondicionamiento de la galería del antiquísimo manantial de la Cañahonda, que no conseguirá revertir su escaso cauce. Le seguirá el proyecto de canalización desde la cabecera misma del barranco del Alhorí, que, desde bien pronto, se encontrará con la oposición frontal del municipio de Jérez del Marquesado o del también infructuoso intento de perforación en las inmediaciones del depósito de aguas, en las eras de los Cerrillos. Unas tentativas que, a pesar de su fracaso, nunca llevaron a la rendición o al desánimo. Hasta que, en un luminoso día de finales de primavera, en un segundo sondeo de extracción en una cota más baja, en el paraje de las Cañadillas, todo cambiará…
Pronto se corrió la voz de la buena nueva y, tal como recoge la crónica periodística de ese día, las autoridades locales y todos los vecinos “han desfilado por el pozo para contemplar maravillados y probarla, el impresionante caudal de agua”. A tal efecto, y, como en los días festivos más grandes, las campanas serán “echadas al vuelo” y, tal y como continúa remarcando el corresponsal de IDEAL, “en este ir y venir, jóvenes y ancianos no podían contener su alegría”. Sin duda fue la culminación de un viejo anhelo, que no debemos olvidar. Más aún, si cabe, en estos momentos en los que, atenazados como estamos por las incertidumbres y los efectos del cambio climático, no deberíamos dejarnos sucumbir por los cantos de sirena, ni por la sobreexplotación comercial de nuestros acuíferos.
Por ello, y para concluir, hoy, en estos tiempos de crispación y polarización sin cuartel que algunos han ordenado a sus huestes, quiero reivindicar la esencia de ese momento de unidad, de consenso y de felicidad que un día inundó los corazones de todos los que sentimos esta tierra. De los que, de verdad, quisimos y queremos a Cogollos.
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Maestro del CEIP Reina Fabiola (Motril).
Autor de los libros ‘Cogollos y la Obra Pía del marqués de Villena.
Desde la Conquista castellana hasta el final del Antiguo Régimen‘,
‘Entre la Sierra y el Llano. Cogollos a lo largo del siglo XX‘ y coautor del libro
‘Torvizcón: memoria e historia de una villa alpujarreña‘ (Ed. Dialéctica)