Hace unos días leí un interesante artículo sobre la fuerza que tiene perdonar las ofensas recibidas y no dejo de sacar algunas ideas que creo muy interesantes dada la polarización actual en todos los ámbitos.
Las guerras, las divisiones, las rupturas familiares, las desavenencias laborales… son muestra de lo difícil que es perdonar. No es fácil hacerlo por las heridas recibidas, por el miedo de que vuelvan a dañar, por el recuerdo de las ofensas.
Además, está el orgullo herido, que es como un gallo de pelea que se revuelve y se crece ante el agresor. Si juntamos el miedo a sufrir, el dolor de las heridas y una buena dosis de amor propio, el perdón es difícil; por supuesto que la cuantía de la ofensa y la actitud del ofensor pueden influir en el perdón. No es lo mismo pasar por alto una pequeña mentira que una infidelidad. Es muy difícil ser indulgente con alguien altanero, prepotente o mal educado.
Por una parte, existe la dificultad para perdonar y, por otra, su necesidad. Desgraciadamente, el bien que gustaría hacer no se hace, mientras el mal que se debería evitar, sale con facilidad. Hay que contar con el tiempo, con la paciencia, para ir creciendo, para ayudar a que la virtud del perdón se desarrolle. Sin oportunidades, sin segundos tiempos o, incluso con el tiempo de descuento, se perderían muchos partidos. Perdonar es contar con la imperfección y tener esperanza en que se pueda mejorar. Es creer en el amor, en su fuerza sanadora y educadora.
La fuente del perdón es el amor. Solo el amor perdona, porque tiene esperanza. Porque tiene la fuerza de sanar y educar. Perdonar no es pasar por alto, mirar a otro lado o hacerse el tonto.
Perdonar está también en los cimientos de nuestra civilización, aunque nos parezca que está profundo.
Pensando en algo más cercano, y sin ganas de meter el dedo en el ojo ajeno, ¿habrán perdonado los comerciantes granadinos a quienes les derribaron el ‘Hiper Granada’, o sus hijos…?
Un cordial saludo a los lectores y lectoras de IDEAL en Clase.
Maestro retirado
Comentarios
Una respuesta a «Antonio Alaminos: «Perdonar tiene fuerza sanadora y educadora»»
Interesante artículo y gratificantes conclusiones. Si perdonar es difícil la satisfacción interior y el sosiego del espíritu lo compensa. Un cordial saludo.