Este próximo fin de semana se celebran en Cogollos de Guadix sus tradicionales fiestas de Moros y Cristianos, su primaveral evento en honor a la Virgen de la Cabeza. Por ello, hoy me gustaría volver al lugar en que nací y en el que reposan mis antepasados. Lo hago haciendo mías las palabras del poeta y escritor granadino, Luis García Montero, de que “sólo en las ciudades –y, por supuesto en los pueblos– donde hemos sido niños podemos discutir de verdad con el tiempo”.
En ese regreso a los lugares de la infancia el tiempo nos suele esperar paciente y agazapado; como si acechara la vulnerabilidad de nuestros pasos. Cualquier excusa le servirá para conversar sobre las cosas importantes de la vida: el amor, la muerte, el olvido, la existencia, la felicidad… Casi siempre aprovechará un motivo más o menos nimio para iniciar el diálogo: una palabra, un aroma, un sabor, un simple objeto… Luego, ya sí, se adentrará en las profundidades de tu corazón. Es su forma de recordarte el valor de lo vivido y lo dejado por el camino.
Pero, si hay un elemento que, con toda seguridad, nos puede facilitar ese encuentro y permitir que nos adentremos en su memoria, esas son las fotografías, especialmente las antiguas. Unas fotografías que desde bien pronto quedarán convertidas en vanos intentos por detener el tiempo en el que siempre seremos nosotros los atrapados y que, contempladas mucho después, no dejarán de trasladarnos los ecos de su nostalgia.
En este caso, y ya que nos encontramos en los últimos días del mes de abril, no podía menos que recoger algunas imágenes de nuestras entrañables fiestas de la Virgen de la Cabeza. Unas celebraciones que forman parte indiscutible de las señas de identidad de Cogollos y que nos aportan un sentido de pertenencia a la comunidad. Sin olvidar que también nos revelan algunos rasgos de la sociedad en la que surgieron y de cómo se han ido manteniendo o evolucionando a lo largo de los años.
Unas fiestas que, una vez, más menos aclarados sus orígenes en el último cuarto del siglo XIX, y siguiendo al catedrático de Antropología Social de la Universidad de Sevilla, Isidoro Moreno Navarro, deberíamos saber, sin problema alguno, que forman parte de la “utilización de la religiosidad popular por parte de los poderes eclesiástico y político”. Pues, en su esencia constituyen, no lo olvidemos, unos determinados rituales que surgen en un contexto histórico determinado y con una carga ideológica concreta.
Unas fiestas de Moros y Cristianos que, a pesar de las sombras del pasado y de la inevitable sensación de pérdida, se han mantenido en Cogollos de un modo más o menos invariable. Hasta hoy. Una tradición, en suma, que a cada uno de los cogolleros y cogolleras le transmitirá muy diversas evocaciones, emociones y experiencias.
Así, algunos aún evocamos el juego simbólico de los niños en las calles emulando a los “comediantes” en las recitación de sus “papeles” (especialmente de los saludos iniciales), tampoco nos será ajena la foto junto a la Virgen de la Cabeza en la plaza y, ya, algo más tarde, el compromiso personal y social de representar el “Cautiverio y Rescate de Nuestra Señora de la Cabeza”. Sin olvidarnos de los ensayos en casa del director de la misma y del posterior “guiso” de convivencia (que solía ser en las Viñas) entre todos los participantes en la “comedia”, a modo de gratificación por el esfuerzo y la dedicación prestada.
Para acompañar el texto he tratado de insertar algunos testimonios gráficos que pudieran ilustrar algo el desarrollo de las emotivas fiestas. El primero, a modo de portada, es una imagen del también catedrático de Antropología de la Universidad de Málaga, Demetrio Enrique Brisset Martín, que, a mediados de los años ochenta del siglo pasado, visitó nuestro pueblo y disfrutó de su hospitalidad. En este caso se trata de la subida al cerro y las vueltas a la ermita de todo el cortejo. La siguiente instantánea, dedicada al conjunto de los actores intervinientes en la popular fiesta, pretende ser sólo un merecido homenaje a todos ellos y un emocionado recuerdo a los ya ausentes.
La última secuencia está sacada de la contraportada del diario IDEAL del año 1935. Se trata de una imagen que podría ser la primera que tengamos de nuestra fiesta –hasta esa fecha sólo nos constaban ciertas referencias escritas–. Una pena que su poca calidad y las casi nueve décadas transcurridas nos impidan, al menos a mí, la identificación correcta de los participantes.
En primer lugar se observa una gran afluencia de público, una “gran animación” titulaba el pie de foto. Además, se puede apreciar bastante bien la llegada de la comitiva: el Paje, en su burro, el Luzbel, a caballo. Unos pasos más atrás quedan encuadrados –ya más difuminados aún– el Ángel, el Minardo y el Capitán Cristiano, todos a caballo… Incluso me atrevería a sugerir que van por la calle Perchel y, por tanto, se trataría de la tarde del sábado, en la subida de la Virgen de la Cabeza hasta su ermita.
Se trata de una instantánea que bien podría haber sido un documento historiográfico excepcional y que, además, nos permite romper ciertas ideas preconcebidas sobre el periodo de la II República en nuestro pueblo: el desarrollo con absoluta normalidad de los actos religiosos y las costumbres. Frente a los que airean los desordenes y el anticlericalismo. Como se puede ver, al menos en Cogollos, no.
Por todo ello y para concluir, estimo que nuestra festividad es un claro ejemplo de tolerancia, de convivencia y de comprensión de los diferentes puntos de vista. Un fiel reflejo de todo lo que compartimos en este mar de fondo en el que predominan las batallas culturales excluyentes. Esas que lo que pretenden es hacer cambiar la opinión de la gente con tentativas varias como: falsificar la historia, manosear el callejero y otorgar alcaldías perpetuas. Pero, puede que este no sea el momento de entrar en ciertos análisis y sí el de desear a todos los vecinos y visitantes unas muy felices fiestas de la Virgen de la Cabeza.
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Maestro del CEIP Reina Fabiola (Motril).
Autor de los libros ‘Cogollos y la Obra Pía del marqués de Villena.
Desde la Conquista castellana hasta el final del Antiguo Régimen‘,
‘Entre la Sierra y el Llano. Cogollos a lo largo del siglo XX‘ y coautor del libro
‘Torvizcón: memoria e historia de una villa alpujarreña‘ (Ed. Dialéctica)