Esta tierra, ubicada en el Mar Egeo, es la isla más grande del país y da para varias semanas de viaje, en las tres ocasiones que recalé en ella apenas si me moví de la zona de influencia de la actual Heraklion. Se trata de un territorio bastante abrupto que le confiere una buena cantidad de accidentes geográficos y una tortuosa orografía en la que viven algo menos de un millón de almas, una quinta parte precisamente en esta ciudad portuaria en la que siempre que puedo me recreo pero, dicen los más longevos, que el interior quedó muy afectado por la emigración de mediados del pasado siglo y la región quedó vaciada: cuando recorres esa parte de la isla es terriblemente doloroso ver lo que antaño fueron hogares llenos de vida, en poco más de sesenta años, quedaron convertidos en ruinas. La manía de despoblar los territorios, haciendo marchar a sus gentes en busca del pan diario pero muchas veces acaban engrosando los cinturones de miseria de las grandes ciudades del denominado primer mundo donde, a veces, tienen una existencia peor que la que llevaban en su áspero terruño.
Hoy, gracias a nuevas técnicas de cultivo y al privilegiado clima que disfruta el territorio cretense -es la más meridional de las islas griegas- hacen que ese sector sostenga a buena parte de la población y el otro aporte lo genera el turismo que disfruta de tranquilidad y buen clima casi todo el año, aunque los viajeros europeos se concentren mayoritariamente en los meses estivales, más caros y peor servidos.
Si repasamos su historia estaremos en un territorio al que llegaron los primeros seres humanos hacia el 6.000 a. C., venían desde Asia Menor; hacia el año 3000 ya tenemos en el horizonte cultural la primera civilización de Europa por sus avances. Mil años después estaban en marcha los fastuosos palacios de Cnossos, aún hoy es uno de los claros y esplendorosos ejemplos de ese período histórico y que no deberemos dejar de visitar. El avance de aquel pueblo y, la belleza de lo que queda, sorprende al desprevenido viajero; los minoicos colapsaron con el tsunami que provocó la explosión del volcán que destrozó Santorini aunque, esa cultura, dominó la región casi durante un milenio.
Creta sería una de las últimas islas en incorporarse a Grecia cuando en 1913 cae la ocupación del Imperio Otomano. Aquí nació uno de sus personajes ilustres Doménikos Theotokopulos, uno de los grandes pintores de su tiempo, acabó influenciando en la pintura española creando cuadros de gran belleza. El Greco se instaló en 1577 en la entonces culta y señorial ciudad de Toledo y allí acabó su existencia terrenal que no su fama: ésta trascendió hasta hoy en día. En la ciudad quedaron innumerables obras de gran belleza especialmente centradas en el mundo espiritual.
Otro personaje que tiene aquí sus huellas y unos ocultos jardines con su tumba, un lugar a donde los jóvenes parejas acuden a disfrutar su entorno y su tranquilidad [también cómo no, de las miradas lascivas] es el descanso eterno del gran viajero y escritor, el Ibn Batuta cretense Nikos Kazantzakis que se quedó sin su Nobel por un voto [ese año el premio se lo llevó Camus aunque para el que esto escribe y con la lógica del tiempo transcurrido, la obra de Kazantzakis es mucho más agradable para disfrutar leyéndola]. Una de sus mejores pieza fue llevada al cine y magistralmente la interpretó el inolvidable actor mexicano nacido en Chihuahua: Manuel Antonio Rodolfo Quinn Oaxaca [artísticamente el célebre Anthony Quinn]. Se trata del film Zorba el griego, en su tiempo una de las películas que engrandecieron el séptimo arte aunque, si tengo que escoger, quizá influenciado por los cuentos de Hazañas Bélicas que, de vez en cuando nos suministraba Paquita la de la Trucha, me quedo con la interpretación de Los cañones de Navarone; pero volvamos a Nikos del que se harían otras dos películas no exentas de una gran polémica: Cristo de nuevo crucificado y La última tentación de Jesucristo. ¡Cuánto llovió desde entonces!
Pero, quizá lo que más me impresionó fue la leyenda de la lapida: «Nada tengo, nada me llevo: soy libre». Un epitafio que realmente te hace pensar en lo efímero de la vida y el ligero bagaje en el momento en que la flaca viene a buscarnos.
Para finalizar este fugaz relato señalar que algunas noches, con buena propagación ha llegado a casa la emisora de onda medida ubicada en La Canea, población situada en la parte más occidental de la isla y cuya música, ritmo y emociones te hacen volver, con nostalgia, a aquellos territorios en donde pasaste momentos inolvidables de tu existencia. Es verdad que, para algunos, el folclore griego y su música, puede empalagar pero, si te dejas llevar, si cierras los ojos e imaginas a Zorba, puede ser una gratificante forma de «hacer volar tu mente» hacia momentos realmente maravillosos de tu propia existencia y, la radio en muchas ocasiones es la responsable de e
sos gratos momentos que hoy, por las modernas tecnologías y a golpe de talonario, nos están desmontando los mismos que no cejan en su empeño de crear deuda para varias generaciones y amenazarnos con terribles momentos futuros. Ahora tenemos grandes fragmentos del dial llenos de ensordecedores ruidos aunque en horas nocturnas la Onda Media sigue siendo una buena parcela para el radioescucha que se permite el placer de rastrear el dial, en algunos casos la QSL, para tu informe de recepción, suele ser única si logra sortear los mil y un peligros para que el Correo español te la entregue sin problemas.
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Maestro de Primaria, licenciado en Geografía
y estudios de doctorado en Historia de América.
Colaborador regular, desde los años 70, con publicaciones especializadas
del mundo de las comunicaciones y diferentes emisoras de radio