Os recomiendo –me recomiendo– ver detenidamente la “historia” de “El sabio y el colibrí” (@cosecha.de.reflexiones, TikTok), cuya frase final es toda una misión de vida: “La respuesta está en tus manos” .
Frente a la altanería, a la soberbia y a la arrogancia –entre otras “lindezas”– os vais –nos vamos– a dar de bruces con la sabiduría más ancestral y certera; aquella que siempre debería presidir nuestras acciones y decisiones en todos los ámbitos socio-personales.
Así, y aún a riesgo de que se me acuse de “torpedero” –soy consciente de ello– estoy a punto de declararme, por mil y una razones, “apartidista”, es decir “Ajeno a cualquier partido político” (RAE), aunque añadiendo a la docta definición “foráneo a toda liga”… Y eso que siempre he mantenido que “El hombre es un ser social por naturaleza” (Aristóteles).
Como en todas las organizaciones humanas, las asociaciones –y, por tanto, los partidos políticos– tienen su mayor valor en las personas que las integran, pero, a la vez, ello también es su máximo obstáculo, no sólo porque cada uno “seamos de nuestro padre y de nuestra madre”, sino también porque, desgraciadamente y en muchos de los casos, anteponemos lo particular a lo social –y, además, sin reflexionar sobre las consecuencias que conlleva tal actitud–.
Si os paráis –si nos paramos– a analizar las últimas decisiones tomadas por nuestros dirigentes, pertenezcan al clan al que pertenezcan (algunas de ellas propias de tiempos faraónicos), empleando, por ejemplo, los recursos de los que disponemos en obras destinadas a perpetuar su memoria, no dudaréis en calificarlas como tropelías propias de la condena más dura posible.
Dice uno de los “Mandamientos del dictador” que “para erigirse en guía indiscutible lo primero es buscar un enemigo común”; es decir: encontrar la excusa perfecta para, en tiempos revueltos, impedir que el resto de los mortales seamos más conscientes, comprometidos y exactos con nuestro rol social de actores eficaces.
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de
Ramón Burgos
Periodista