Ciudadanos bien pudiera ser el paradigma de una enorme decepción política, un ejemplo claro de lo que significa una desilusión en toda regla, una muestra palpable de lo políticamente incorrecto. El periodista Antonio San José, en su artículo “Una balada triste” ha dicho: “Los naranjas perdieron su oportunidad y ahora son un remedo triste de aquello que pudo haber sido y no fue”. Y es que quisieron ser el partido bisagra para que cuando el PSOE y el PP no lograran la mayoría suficiente para formar Gobierno, dejaran de apoyarse en los partidos nacionalistas catalanes y vascos, tan insaciables y con frecuencia injustos en sus reivindicaciones. Fue una buena estrategia acogida como tal por muchos españoles.
Cs, partido fundado por Albert Rivera, nació con la finalidad de hacer oposición al nacionalismo en Cataluña, para optar a la presidencia de la Generalitat, y más tarde, como se ha visto, a la del Gobierno de España. Con la foto en un cartel electoral de 2006 de un Albert Rivera desnudo como muestra de que no tenía nada que ocultar, aparecía esta frase: “Ha nacido tu partido”. En coherencia con esta idea, Inés Arrimadas, portavoz en el Parlament, se partió la cara con los nacionalistas transformados hoy en independentistas con viaje a ninguna parte. Fue el partido ganador en las elecciones autonómicas de esta región en 2017 con 36 diputados aunque no pudo formar Gobierno. En mi opinión, en esta nueva situación cometieron un error de bulto: no querer presentar su programa de Gobierno a la Generalitat con el pretexto de que no había mayoría suficiente para formarlo. Tuvieron miedo; les temblaron las piernas como al jugador que en una final transcendente falla un penalti por falta de convicción. Efectivamente, les faltó seguridad y les sobró cobardía. La ventaja de presentar su programa hubiese sido doble: mostrar a la sociedad catalana, que por otra parte les había dado su confianza, su plan de Gobierno, y obligar a todos los diputados a retratarse.
Luego decidieron dar el salto a la política nacional pero la avaricia rompió el saco. Y es que Albert Rivera, transformado de persona en personaje, quiso alcanzar el cielo sin pasar por el purgatorio. No es que tuvo una mala visión de la jugada, es que se quedó completamente ciego. Pudo formar Gobierno con el POSE y haber tenido juntos 180 escaños, pero nadie se explica qué bicho le pico para negarse a gobernar. Yo estoy convencido que el bicho fue la soberbia. De esta manera todo esto saltó por los aires. El Sr. Rivera vio la posibilidad de convertirse en el líder de la derecha española creyendo que Ciudadanos podía ser más que un partido bisagra. Para ello giró bruscamente hacia esta posición asumiendo propuestas no solo del PP, sino incluso de Vox: un inmenso error de cálculo. En las elecciones generales en las que creyó que llegaría a ser presidente de la nación, las urnas le dieron un baño de realidad: el partido pasó de 57 diputados a 10. Albert dimitió pero no pidió perdón: una muestra más de su orgullo desmedido. Traición llamo yo a esta jugada amparándome en el DLE (Diccionario de la Lengua Española), que define este vocablo en su primera acepción como “falta que comete una persona que no cumple su palabra o que no guarda la fidelidad”. Albert Rivera traicionó no solo a sus militantes y simpatizantes, sino a muchos españoles por las repercusiones positivas que el pacto con los socialistas hubiese tenido para toda España. Bastantes de las problemáticas en las que hoy se halla inmersa nuestra política nos la hubiésemos ahorrado.
Por todo este sinsentido, a Ciudadanos le espera una larga travesía del desierto para ser de nuevo un partido de Gobierno creíble. En el proceso electoral de primarias en el que han estado inmersos fueron llamados a participar 7642 afiliados, mientras que los convocados en las anteriores cuando Inés Arrimadas venció a Francisco Egea eran 20.713: una muestra más de su deterioro. En este proceso se ha impuesto la candidatura afín a Inés Arrimadas frente a la de Edmundo Bal, el gran perdedor, quien presentó su lista bajo esta idea “Encabezamos esta candidatura con la intención de hacer de Ciudadanos un partido renovado en el centro español liberal y progresista. Nuestro proyecto es el proyecto de no ser subalternos de ninguna otra opción política”. La lista ganadora ha recibido el 53,25% de los apoyos frente al 39,34% de la perdedora. A pesar de ello, la señora Arrimadas acaba de anunciar su adiós como presidenta de Cs porque cree que el partido tendrá más opciones con una dirección nueva, y se disculpa en su adiós como presidenta de esta manera: “Pido perdón por los errores que se hayan podido cometer en esta etapa”.
Patricia Guasp y Adrián Vázquez serán los nuevos líderes del partido y ejercerán desde ahora como portavoz política y secretario general respectivamente. Su mensaje de campaña ha sido el de renovar la formación con caras nuevas para remediar su profunda crisis. Creo que sería conveniente que antes de ponerse a andar el camino deberían clarificarlo. Y más importante aún, alumbrar una idea que haga verosímil al partido dentro de la llamada “Ruta refundación”. De nuevo cito a IDEAL: en una de sus editoriales del 14 de enero dice: “La pretendida refundación de Cs se antoja una quimera”. Muchas gracias señor Rivera.
Ver otros artículos de
Maestro,
doctor en pedagogía
y profesor titular de universidad