Estolidez, hipocresía o censura
Hoy, prácticamente, nadie es ajeno a las nuevas tecnologías. Llegaron y nos reciclaron a una velocidad inimaginable décadas antes. Revolucionaron el mundo y, en muchos casos, hasta nos complicaron la vida, por ejemplo cuando los mayores intentamos hacer una operación de banca allá en donde encuentras un cajero.
Es cierto que ya se levantan voces contra esa plandemia que se metió en nuestras entrañas y, muchas veces, no para civilizarnos, sino para embrutecernos [reciente está el caso de los chavales de Almendralejo y sus montajes para extorsionar a las chavalas]. Hay opiniones para todos los gustos y, en algunos estados, está prohibido su acceso.
Digamos que es un mundo donde abunda lo ilegal y el sector del crimen lo ha colonizado con inusitada rapidez. Cuando estaba redactando estas reflexiones, escuchaba, vía onda corta, Corea a Diario y daban la noticia de cómo los hackers norcoreanos [mientras la sociedad estaba pendiente del encuentro del presidente Vladimir Putin con el líder norcoreano que acudió a Vladivostock con su tren blindado], hacían su trabajo y arramblaron prácticamente con toda la caja de casi 300.000 millones de dólares que irán a engrasar la maquinaria de sus misiles. Pero bajemos a escaleras más asequibles porque esa es la noticia de los grandes titulares, pero tenemos también para el pueblo llano: tu publicación no cumplía nuestras normas comunitarias sobre desnudos o actividad sexual.
Tuve que ponerme las gafas, asegurarme de que era real lo que estaba leyendo. Correcto, hay que actuar, intentas ponerte en contacto con la citada red y, ¡Oh sorpresa!: la pestaña que permite esa acción, en esta ocasión, la han bloqueado. Yo entiendo que es una acción equivocada, pero he sido condenado a no tener cuenta y/o no poder realizar determinadas acciones durante días, semanas o meses: el candado es total, no puedes alegar que se trata de un error.
Por otras vías publicaría la foto del sello que la IA dice infringe las normas sexuales de la casa, un sello al desnudo con un faro que ofende a la empresa y simplemente ésta, sin más, bloquea la cuenta. Es cierto que generalmente reboto los sellos a aquellos boletines que cultivan determinada parcela, en este caso a un boletín o grupo de esa temática en los Estados Unidos, y ahí se acaba la historia.
Esta vez, teniendo en cuenta la cacicada de esta gente, reboté el sello no sólo a los amigos de los faros, sino a varias páginas de radioaficionados y un par de centenares de amigos de los sellos para regocijo del personal, porque sin duda la metedura de pata supera a cualquier meme de los que habitualmente nos llega.
Esta la acción que me picó la curiosidad para elaborar estas líneas sobre el Faro de Lou Bay que se localiza en la isla de Saaremaa, concretamente en la península de Sorve que, lamentablemente en el viaje por las repúblicas bálticas, no llegamos a visitar [lo más cerca fue la sorprendente Pärnu].
La isla es la segunda más grande del Báltico [la mayor es la sueca de Gottland] con casi 3.000 kilómetros cuadrados y cerca de 50.000 habitantes. Sus costas, dicen las guías y las autoridades estonias, son muy accidentadas y de ahí la necesidad de los imprescindibles guías de los hombres del mar: los faros, uno de ellos considerado por Facebook como algo indecente. Los días de navegación brumosa son especialmente apreciados por marineros y pescadores; para llegar a él basta situarnos en su coqueta capital Kuressaare e ir descendiendo hasta Saare, el regreso se puede hacer por el otro lado de la península en donde está enclavado y recorrer esta pintoresca tierra por esa otra carretera que nos acabaría llevando a la Reserva Natural de Vlidumäe.
De esa manera podríamos llegar a ese fantástico lugar que ha sido censurado por Facebook, la IA o el algoritmo que utilizan las nuevas tecnologías y, con ello podemos colegir que, realmente, estamos en peligro como especie y que es lógico que se levanten voces contra ese continuado salto hacia adelante de las tecnológicas. Hoy ha sido un simple sello con un faro como imagen, pero imaginemos que eso mismo sucede cuando estás viajando y la máquina que te lleva dice adiós.
Se trata de una abrupta zona donde destacan los topónimos de Kalugatoma y Ohessaare que, además, tienen una particular leyenda pues los precipicios o acantilados se generaron cuando el diablo intentó arrancar esta tierra para apartar al héroe local Suur Töll y, de paso, contemplar una zona conde se dieron encarnizados combates navales y terrestres. Junto a la zona del faro uno puede pasearse por lo que antaño fue una base militar soviética. Todavía quedan restos de aquel uso militar [en esa etapa histórica estaba prohibido el ingreso en la isla y la persona que lo hacía tenía que tener un permiso especial] y las líneas defensivas antitanque que en octubre de 1944 sufrieron una de esas duras batallas que sólo los curiosos recuerdan.
Así que, gracias a esa censura de la IA o el algoritmo de Facebook, hoy viajaremos mentalmente a otros pagos aprovechando un sello que nos muestra el filatelizado faro de Lou Bay considerado el más meridional de los que hay en funcionamiento en esta bahía de la península de Kaugatoma, en la costa de la isla de Saaremaa, concretamente en la península de Sorve.
La zona más nororiental de Lou Bay es conocida como Bahía Ariste y tiene cerca de diez kilómetros de fina arena, goza de una relativa tranquilidad, salvo cuando llega el verano y la isla se ve invadida por viajeros de la parte continental y especialmente finlandeses que acuden como las abejas al rico panal en busca de las zonas de recreo que tienen suaves accesos al mar en esta región del Báltico.
El otro emplazamiento de un faro lo encontramos en la villa de Ansekula, la más pequeña de las liliputienses zonas habitadas de la península de Sorve en Saaremaa. El faro es visible a 3,128 metros en la zona occidental y su haz se emite o cubre entre los 103.1-283.1 grados y es de gran ayuda para la navegación en esta zona insular del Báltico que, cuando dice de ponerse «bravo», tampoco es de menospreciar.
El sello, censurado por los mendas de Facebook por incurrir en el tipificado «normas de comunidad de contenido sexual» ¿…? apareció el 7 de septiembre de 2023, fue diseñado por Roman Makiewicz, tiene un facial de 1.30 euros y corresponde a la tarifa interior del país, se emitió en formato minipliego de diez ejemplares y en los cuatro márgenes verticales está incluido en solitario, o sea: sin la cartografía que acompaña al sello en donde aparece la zona en la que está ubicado este vigilante del mar de color blanco, en la parte costera aparece el haz luminoso y su arco de influencia o alcance de su haz luminoso.
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Maestro de Primaria, licenciado en Geografía
y estudios de doctorado en Historia de América.
Colaborador regular, desde los años 70, con publicaciones especializadas
del mundo de las comunicaciones y diferentes emisoras de radio