Días atrás, en Motril, el director de IDEAL, Quico Chirino, en su discurso a los empresarios de la Costa, recogía una frase del exalcalde de Granada Antonio Jara: “Llorando no se construye nada. Es más, llorando no se mama”…; precedida por otra de cosecha propia: “Pero (además) el llanto, la queja y el lamento, no son un proyecto estratégico”.
Suscribo ambas locuciones en todos sus aspectos, incluso en aquellos que, por “personales”, podrían no haber sido recogidos en todos sus extremos por los oyentes. Nuestra ciudad –la ciudad de cada uno– está ansiosa de “acciones reales”, no sólo basadas en estudios más o menos concienzudos, sino también de innegables objetividades.
Me explicaré con un relato que corre por las redes sociales: “En una ocasión, el demonio se apareció a tres monjes y les dijo: si os diera potestad para cambiar algo del pasado, ¿qué cambiaríais?”. Los dos primeros contestaron recurriendo a intentar cambiar lo antiguo –lo ocurrido–. “El tercero de ellos era el más simple y, en vez de responder al tentador, se puso de rodillas, hizo la señal de la cruz y oró diciendo: ‘Señor, libérame del demonio de lo que pudo ser y no fue’. El diablo, dando un grito estentóreo y estremeciéndose de dolor se esfumó”.
Tras las correspondientes explicaciones a sus hermanos en la fe, el religioso sentenció: “De todos los demonios, el que más atrapa a los hombres y les impide ser felices es el de lo que pudo ser y no fue. El pasado queda a la Misericordia de Dios y el futuro a su Providencia. Solo el presente está en nuestras manos».
¿Ejemplos?… Muchos… El reducido cupo en nuestras comunicaciones; los premios interesados a empresas subvencionadas; las ventajas comerciales tintadas de color; el apoyo a organizaciones que más que construir destruyen sueños y realidades; las promesas interesadas que nunca se llevarán a buen fin…
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de
Ramón Burgos
Periodista