Juan Franco: «Islas mediterráneas: Malta»

Pensaba que me encontraba en casa, habían pasado tantos años recibiendo correspondencia, oyendo regularmente emisoras instaladas en este enclave tan estratégico, centenares de folletos y QSL llegados desde la isla hacían realmente familiar el ambiente y al final resultó un fascinante encuentro que tardaba en producirse, se daba aquí aquel dicho de lo bueno se hace esperar y, cuando lo tienes, es una estrella fugaz: ¡qué rápido pasó mi estancia!.


Ahora toca esperar otra oportunidad para repetir una estancia más larga porque, Malta, no deja de ser una isla realmente sorprendente y cargada de historia gracias a su estratégica posición, un hecho que, en cierta medida, ha condicionado a sus gentes y su arquitectura no deja de sorprenderte, por doquier está presente el aspecto defensivo y la roca natural ha sido la base para infinidad de construcciones levantadas u horadadas sobre esos inmensos roquedales.

El plano con la cuadrícula de la capital

Los que busquen playas tendrán que imaginar recoletos rincones y nada que ver con las habituales de otras islas o latitudes: pequeñitas y, muchas veces, solitarias; aquí lo realmente impresionante es extasiarte viendo romper las olas contra los inmensos acantilados muchas veces inaccesibles y si busca un rincón solitario entonces tendrá que acceder, la mayoría de las veces, por mar. Es un lugar ideal para las inmersiones, un turismo en auge ante la infinidad de cavidades, la prístina claridad de sus aguas y las innumerables huellas de batallas que dejaron muchos restos hundidos.

Si llegamos por mar a La Valeta, su capital, uno se sorprenderá por la arquitectura y su buena conservación. Es una ciudad relativamente pequeña que se complementa con las limítrofes Vittoriosa, Floriana o Sliema, por citar lo más próximo a la capital, aunque en unos veinte kilómetros a la redonda tengamos una decena más de municipios o zonas residenciales; si se hace por vía aérea apenas estamos a veinte kilómetros de ella, la vida es relativamente tranquila, salvo cuando llegan los cruceros y la ciudad parece tomada por miles de viajeros que son esperados, cual maná, por lo que significa para la economía local: un día de ingresos para muchas familias locales, aunque, quedarse en La Valeta, no deja indiferente a nadie que esté interesado por la historia y la cultura, el visitante queda anonadado ante la cantidad de cosas que tiene en tan pequeño territorio. Hay tanto por ver y disfrutar que se hará imposible patearlo todo en una jornada, lo mejor es tener pensado lo que vamos a hacer y no perder un minuto en intentar un imposible.

Una de sus empinadas calles

Al margen de sus calles, empedradas, limpias, engalanadas; los tiestos, con pequeñas plantas y arbolitos, contrastan con el ocre de la piedra. Hecho el inciso, debemos señalar que no puede perderse el vistazo a la Concatedral de San Juan porque el espectáculo barroco de su interior es realmente alucinante y la Decapitación de San Juan Bautista, una impresionante y gigantesca pieza que realizara el genial Caravaggio; una de esas cosas que uno no queda indiferente aunque, la cantidad de gente, a veces, haga pensar que es mejor dejarlo para otro momento, debería ser uno de los lugares de visita nada más llegar al lugar.

Por su tamaño en una semana se pueden visitar todas las islas habitadas, a saber: Malta, Comino, Cominoto y Gozo, para todas ellas hay posibilidad de transporte público algo que sucede prácticamente para todos los rincones de las islas, aunque haya posibilidad de transporte, es necesario advertir que debemos tener buenas articulaciones para deambular por los núcleos habitados, muchas veces será la única posibilidad de acceso, unas veces serán las escaleras, otras la estrechez de su calles y otras simplemente el tráfico rodado está vedado.

Uno de tantos edificios luciendo fachada

Conducir, para nosotros, puede convertirse en una tortura, primero por el sentido de la marcha, segundo por la estrechez de las rutas a poco que uno se desvíe de la arteria principal, eso significa que se hayan de acometer maniobras para lograr el milagro de pasar aunque los nativos ya están acostumbrados y se pararán antes de llegar al punto conflictivo para realizar más fácilmente la correspondiente maniobra.

La capital es relativamente moderna, se levantó tras el triunfo de la Orden de los Caballeros de Malta en 1565 [en Roma tienen su propia sede que dispone de servicio postal propio y sellos exclusivos que rara vez encontrarás en la correspondencia, entre otras cosas porque España no tiene firmado acuerdo postal con esta institución, aunque si fluya la correspondencia de Palestina, incongruencias de la vida]. La cuadrícula tradicional de aquellos tiempos pervive hasta hoy: impresionan la robustez de sus edificios y no debemos dejar de pensar que fue hecha por «caballeros para caballeros», apenas 600 x 1000 metros, o sea: abres la mano y ya la viste, aunque será una engañosa sensación porque tendrás que subir y bajar cientos de escaleras o paseos que, de subida, te parecen inalcanzables.

Placa del parlamento maltés

Hay una zona que funciona como especie de frontera entre La Valeta y Floriana: la Puerta de la ciudad, allí tenemos los autobuses, aunque los populares y turísticos de color rojo bajan a recoger a los cruceristas a unos centenares de metros de donde está atracado el navío, previo paso por la terminal de pasajeros. Si puede evite los meses de julio y agosto, caros y muy bulliciosos, por lo demás el clima es tan benigno que apenas necesitará piezas para cambiarse, todo lo que sea aligerar peso se agradece, sobre todo si hay tramos en que tienes que arrastrar tus bártulos; la mayoría de los hoteles están en la zona de Sliema o San Julián, pero mejor ir ligeros de equipaje, nuestra espalda lo acabará agradeciendo.

 

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Juan Franco Crespo

Maestro de Primaria, licenciado en Geografía

y estudios de doctorado en Historia de América.

Colaborador regular, desde los años 70, con publicaciones especializadas

del mundo de las comunicaciones y diferentes emisoras de radio

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