Con sorpresa y profunda tristeza he leído la esquela necrológica de la profesora, Inmaculada Ramos Tapia. Por amigos comunes tenía información de la cruel enfermedad que sufría. Creía saber, no obstante, que la había superado y que se estaba recuperando.
Me unía a Inmaculada un entrañable cariño. Creo recordar que llegó a Granada en 1984. Su padre era militar en Melilla. Allí realizó los estudios de bachillerato. Aquí, en el instituto Ángel Ganivet, se matriculó y estudió COU (Curso de Orientación Universitaria). Fue alumna mía en la asignatura de Historia del Mundo Contemporáneo. Buena alumna, trabajadora, brillante y muy inteligente. A lo largo de más de 30 años que fui profesor del instituto Ángel Ganivet he tenido numerosos buenos alumnos. Mi mejor alumna con diferencia, sin embargo, fue Inmaculada.
Han pasado cuatro décadas y en estos años me he encontrado varias veces con ella. Siempre ha sido atenta y cariñosa conmigo. Sé que hizo una brillante carrera universitaria. Recuerdo yo aquella joven aplicada y brillante del curso 1984-85.
A sus familiares les manifiesto mi profundo pesar y les participo mi tristeza. La recordaré siempre como mi mejor alumna.
Francisco López Casimiro
Profesor del IES Ángel Ganivet (1976-2006)