La persona “superficial”, que no piensa por sí misma, sino que se deja llevar por ideologías, en apariencia dominantes, tendrá mucha dificultad para hacerse esas preguntas, de cuyas respuestas acertadas depende su felicidad. No olvidemos que culturalmente somos hijos de la Ilustración. La inauguración de los Juegos Olímpicos de París intentó de forma, a mi entender, chabacana, ponerlo en evidencia. Ilustración, que con algunos aspectos positivos, y negativos también, ha cultivado, sin embargo, un racionalismo desconectado de la realidad trascendente de la persona humana, intentando llevarnos a la postre a un vacío espiritual. Pero siguen en pie aquellas palabras luminosas: “la Verdad os hará libres”.
¿Quién soy? ¿De dónde vengo? ¿Qué hago con mi vida? ¿A dónde voy? Son las preguntas humanas de siempre que ni el humanismo, ni las ciencias, ni la tecnología son capaces de contestar. En cada época, los pensadores nos las vuelven a poner delante y suenan siempre igual. Hasta donde esos pensadores han podido llegar, con diversos acentos, nos proponen que seamos humanos, que seamos lo que somos; en definitiva, que nos encontremos con nosotros mismos. Sin embargo, esas respuestas de los filósofos y pensadores nos siguen dejando, en el fondo, vacíos y las nuevas generaciones continúan preguntándose: ¿Quién soy? ¿Qué sentido tiene mi estar en el mundo? ¿A dónde voy?
Son preguntas que inquietan en lo profundo al ser humano; son preguntas muy serias; son preguntas que nos comprometen. Sin embargo, esta seriedad y compromiso, en vez de atraernos, parece como si quisiéramos evitarlas, esquivarlas u ocultarlas, no se sabe dónde. Quizás lo que más distingue a nuestra época es la superficialidad, el querer olvidar o inutilizar el espíritu crítico, el quedarse como sin fuerza de voluntad para afrontar esas preguntas. ¿Será que hemos construido toda una civilización fundamentada, no en lo que somos, sino en lo que poseemos? ¿Será que el éxito y el prestigio social se anteponen a todo y nos dejan en un inquietante vacío existencial? Pero siguen en pie aquellas palabras luminosas: “la Verdad os hará libres”.
Un cordial saludo para los lectores y lectoras de IDEAL en Clase.
Comentarios
Una respuesta a «La Verdad nos hará libres»
Simplemente un análisis genial