Los orígenes cristianos de la Cruz Roja Española: otro ejemplo de conciliación Ciencia-Fe

Nicasio Landa, Elena Sánchez de Arrojo y Eduardo Castillo Piñeiro, fueron los tres científicos españoles, y cristianos fervorosos, que pusieron en marcha la Cruz Roja Española. Es poco conocido el papel que jugaron en el inicio de la Cruz Roja, institución surgida para dar socorro a soldados heridos en batalla. Sus niveles académicos permiten presentarlos como un ejemplo de conciliación Ciencia-Fe.

Nicasio Landa (1830 – 1891): Navarro de nacimiento, en 1857 fue catedrático interino de Historia Natural en el instituto de Pamplona, obtuvo por oposición plaza para el cuerpo de directores de Baños Minerales. Cristiano practicante en todas las acciones de su vida. Como médico militar intervino de manera muy señalada en el campo de batalla, en guerras como la de Marruecos (1860), la Guerra Franco-Prusiana (1870), o la Tercera Guerra Carlista (1872-1876). Ideó el conocido como ‘Mandil Landa’, se dio cuenta de que en muchas ocasiones era bastante problemático transportar a los heridos a los puestos de socorro o a un hospital cercano ya que algunas veces éstos se encontraban en lugares geográficos de difícil acceso como por ejemplo bosques o montañas e inventó un tipo de transporte alternativo que ayudara a los sanitarios civiles y militares a transportar a los heridos. Se trataba de un trozo de tela grande que se ataba a la parte delantera del enfermero mediante unas correas y simplemente se agregaba una estructura de madera en la base, la cual era a la vez sostenida por otro asistente a modo de camilla para que el herido se instalara en el centro. Salvó muchas vidas que en otras ocasiones se hubieran perdido.

Busto dedicado a Nicasio Landa ::https://esculturas.pamplona.es/

Fue nombrado Caballero de Carlos III, siendo ese mismo año elegido Académico correspondiente de la Real Academia de Medicina por una memoria sobre el cólera. En 1867 por orden real tomó parte en la Conferencia Internacional de las Sociedades de Socorro a los heridos militares, celebrada en París. En 1880 fue ponente del Congreso del Instituto de Derecho Internacional en la Universidad de Oxford e intervino en la redacción del Manual de las Leyes de la Guerra. Representó a España en la Conferencia Internacional de Ginebra de 1863 que llevó a la creación de la Cruz Roja Internacional, y, como consecuencia, Landa y José Joaquín Agulló y Ramón, conde de Ripalda establecieron la Sección Española de Socorro a heridos sobre la cual se constituyó la Cruz Roja Española, de la que fue nombrado Inspector General en 1867. Su elevado prestigio nacional e internacional, así como sus altas responsabilidades contraídas no exentas de riesgos, le llevaron a recibir multitud de condecoraciones.

Publicación de Guillermo Sánchez y Jon Arrizabalaga  dedicada a Nicasio Landa

Buena parte del mérito de la fundación de la Cruz Roja en 1863 se le atribuye, además de a Nicasio y otras personas, a Henry Dunant, al que se considera ‘padre internacional de la Cruz Roja’, que, tras observar horrorizado tras la batalla en Solferino (1859) a los heridos en combate, a quienes no sólo no recogía nadie si no que se les dejaba morir sin asistencia sanitaria, ideó un modo de hacerlo. Comenzó con el nombre ‘Asociación de Socorro a los heridos en el campo de batalla’, cuyos miembros deberían de llevar un brazalete con una Cruz Roja. Poco después esta organización se implantó en España con el nombre de “Asociación Internacional de Socorro a Heridos en Campaña de Mar y Tierra. Sección Española”. Nicasio fue un liberal cosmopolita y erudito, pero sobre todo un ferviente cristiano. Sí, así es, uno de los fundadores de Cruz Roja Internacional y responsable de su implantación en España fue un convencido católico médico militar y padre de familia. Él mismo diría sobre el emblema, ‘Ya nuestra bandera blanca con la Cruz Roja, símbolo de paz y de fraternidad cristianas y adoptada por todos los pueblos civilizados, flota sobre las Amezcuas…’.

Grabado de Eduardo Castillo Piñeiro

Eduardo Castillo: Construyó la sede del Hospital Central de Cruz Roja en Madrid. Eduardo Castillo Piñeiro. Este médico cristiano ferviente fue pieza clave para la construcción del Hospital de la Cruz Roja en Madrid. Carlista convencido fue doctor en medicina por la Universidad Central de Madrid y obtuvo el doctorado en 1865. Fue determinante en la resolución médica de la epidemia de cólera que afectó a la ciudad de Madrid, lo que le valió un importante reconocimiento, la concesión de la Medalla de Bronce de la Junta de Sanidad del Distrito del Hospital de Madrid. Llegó a ser Director del Gabinete Anatómico del Doctor Velasco, pero por lo que nos referimos a él es fundamentalmente porque fue patrono constructor del Hospital de San José y Santa Adela, en cuyo edificio se terminaría albergando el actual Hospital de la Cruz Roja.

Elena Sánchez Arrojo fue Directora-Promotora de la Escuela de Enfermeras de la Cruz Roja. Escritora, poeta, activista social, Concejala Municipal, cristiana de primera línea en sus tareas y Presidenta de la Cruz Roja de Guadalajara, nació en Madrid en 1857 y partió a Filipinas por ser su padre militar. Allí se casó, tuvo dos hijos, enviudó y perdió también a su único hermano a consecuencia de la guerra, ‘donde pasé los más venturosos años de mi vida, entre amigos cariñosos y consecuentes, tanto como jamás volví a tener’, según sus propias palabras, y donde comenzó a publicar sus primeros trabajos periodísticos y literarios. Estas circunstancias personales marcaron sin duda su vida y quehacer futuro. Volvió a España y perteneció al círculo de Damas de la Reina Victoria Eugenia, con la que creó en 1917 las Damas de la Cruz Roja, o de Enfermería, mujeres no consagradas dedicadas a atender a los muchos heridos de las guerras coloniales, y del África en los años finales del siglo XIX y el primer tercio del XX, ya que todas las necesidades no podían ser atendidas por quienes desde el siglo XVII se habían estado dedicando a esos menesteres, las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl. Ese mismo año se publicó ‘Manual de la Carrera de Enfermeras para el uso de las Hermanas de la Caridad Española’.

Elena Sánchez de Arrojo

Las primeras profesoras del curso de Damas de la Cruz Roja fueron experimentadas Hermanas de la Caridad. La Reina Victoria Eugenia se trajo a Sor Marta de Francia y a Sor María de Gran Bretaña. Elena Sánchez Arrojo escribió en 1920 otro manual de enfermería que se utilizó para la formación de las enfermeras de la Cruz Roja: “El Consultor de la Dama Enfermera”. Esta mujer también fue Dama de la Cruz Roja de Guadalajara, y junto a la Reina y algunas Infantas de la Casa Real perteneció además a la Junta de Damas del Hospital de la Princesa y a otras instituciones similares, siendo además la primera mujer en ocupar una Concejalía en el Ayuntamiento de Guadalajara, la de Beneficencia y Sanidad en 1927. Las Hijas de la Caridad y Elena Sánchez Arrojo, fueron las primeras enfermeras que trabajaron en el Hospital de la Cruz Roja de Madrid.

San Camilo de Lelis

¿Y de dónde sale el emblema de la Cruz Roja?

Pues de la Cruz Roja que usaban los religiosos de San Camilo de Lelis, que ayudaba a los soldados heridos en el campo de batalla con una Cruz Roja sobre su vestimenta. Siendo militar fue herido en batalla y tuvo que ser hospitalizado. Tras curarse, su director espiritual -nada menos que San Felipe Neri- primero se hizo sacerdote de la Iglesia Católica y luego fundó a los Camilos u Orden de los Clérigos Regulares, Ministros de los Enfermos (M.I.) , paralela a la muy conocida y benemérita Orden de los Hermanos de San Juan de Dios, que iban a los campos de batalla ensotanados con una Cruz Roja para distinguirse con claridad, emblema que de manera milagrosa quedó intacto en la batalla de Canizza de 1601 al arder la tienda donde guardaban sus enseres. Henry Dunant propondría dicho emblema para la Cruz Roja por la facilidad de ser distinguido el personal dedicado a curar heridos.

Un cordial saludo para los lectores y lectoras de IDEAL en Clase.

Antonio Alaminos López

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