Los Cerros de Medina, de Guadix

Torcuato Moraleda González nació en la Huerta, de los Cerros de Medina (Guadix), en 1939, precisamente el año que finalizó la Guerra Civil. Me dice de carrerilla las cinco cañadas que hay en el barrio: Cañada del Ciruelo, del Curilla, Primera y Segunda de la Fifa y Cañada del Doce:

El tío Doce hacía guita con el cáñamo y vivía enfrente de mi cueva, al otro lado de la calle, pero como fue el primero en excavar y vivir en una cueva por aquí, por él le viene el nombre a la Cañada del Doce. Antes de la guerra, esto era conocido como la Barriada de San Torcuato pero años más tarde le llamaron los Cerros de Medina. El antiguo camino de tierra terminaba aquí, al lado de mi actual casa, pero derribaron dos cuevas y el camino enlazó con las Cuatro Veredas. Unos trescientos metros más abajo de la Cañada del Doce (en dirección a la carretera de Almería), está embovedada la acequia Ciudad, que riega los campos cercanos, pero en aquellos años de la posguerra estaba descubierta y había unas piedras en el agua para poder pasar.

Según Torcuato, el nombre de los Cerros de Medina viene por la marquesa de Medina Borgoña o Burgos (yo no he encontrado ninguna información sobre la marquesa) y antes de ser repoblado había ganado por aquí, como ovejas y vacas. Pero la marquesa fue dando terrenos a la gente para que construyeran cuevas. El médico, don Carlos López Abellán, tenía huertas por aquí. Recuerdo que en los años sesenta, algunos vecinos querían allanar parte del cerro que está por encima de tu cueva, para construir una ermita a San Torcuato. Y años más tarde, en el solar que hay por debajo, entre los Cerros de Medina y la Urbanización el Cristo de los Favores, se habló de poner la plaza de toros, pero al final no se llevaron a cabo estos proyectos. Sin embargo, la iglesia de Nuestra Señora de Fátima se construyó en 1961 sobre una era.

Procesión de la Virgen de Fátima, por las cuevas

El arquitecto fue Francisco Santa Teresa, que era discípulo del famoso arquitecto brasileño Oscar Niemeyer. Este diseñó la planificación de Brasilia, la capital de Brasil, y contó con la ayuda de Santa Teresa. La iglesia de Fátima es de estilo modernista y se integra en el entorno del barrio que la rodea: es blanca como las cuevas y tiene diferentes ondulaciones, como los cerros que rodean a Guadix. El arquitecto diseñó formas curvas, líneas inclinadas y ángulos diferentes para concebir un volumen blanco, en el que se conjugan paredes asimétricas con ventanas y huecos sinuosos.

Torcuato recuerda ahora su infancia:

Doña Pura era una maestrilla sin título que dio clase a los niños, en la que hoy es mi cueva, y les cobraba una peseta. Cuando yo tenía siete u ocho años (en los años cuarenta), fui a las clases particulares que daba otro maestrillo, don Manuel, ‘el Manso’, a los veinticinco o treinta alumnos que tenía y nos enseñó a leer, a escribir y las cuatro reglas. En aquellos años vivía más gente en los Cerros de Medina, sin embargo muchos tuvieron que emigrar en los años sesenta. Yo también tuve que irme y, durante veinticinco años, fui a coger remolacha a Miranda del Ebro, en la provincia de Burgos. Después trabajé en un salto de luz, en Canfranc, en el Pirineo Aragonés, y también eché algunas temporadas en la vendimia de Burdeos, en Francia. Mis padres tuvieron cinco hijos, pero yo fui el menor y me tocó emigrar a otras ciudades. En los años cincuenta, ellos tenían ocho fanegas de tierra. En el año 2012 llovió bastante en Guadix y se hundieron varias cuevas por aquí, de manera que algunas ya son casas. Tengo ya ochenta y cinco años, por las mañanas me voy al Centro de Mayores y así vamos pasando los días.

Los Cerros de Medina, con la iglesia a la izquierda, en los años sesenta

Sin embargo, hoy en los Cerros de Medina hay más casas, se conocen todos los vecinos y es un barrio tranquilo. Hace unos nueve años, en la Cañada del Doce había un pequeño parque infantil pero, inexplicablemente, el ayuntamiento de entonces se llevó los columpios, de manera que en la placeta ya no hay nada para que jueguen los niños. Hay pocas farolas aquí y tampoco pasa el servicio de limpieza por las calles empedradas, porque el barrio está abandonado de la mano de Dios. De siempre ha sido así en las cuevas.

Posdata: La cueva de Torcuato se ve abajo y en el centro. Y en la foto antigua, abajo, a la izquierda.

Leandro García Casanova

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