Cap. III Alfonso XIII, la proclamación de la segunda república y dictadura de Franco
Con la llegada del nuevo siglo, Alfonso XIII asumió la corona al cumplir los 16 años (1902). El monarca perpetúa la política habitual de la etapa anterior: turno de partidos dinásticos (conservadores y liberales) entre juegos y “enjuagues” parlamentarios; mientras, en último término, se encontraba la clase obrera en las zonas industrializadas y a masas de campesinos que vivían en durísimas condiciones de vida, lo que facilitaba que prendieran con facilidad ideologías revolucionarias con sus organizaciones sindicales, UGT (1888) y CNT (1911), que desembocaron en «la semana trágica de Barcelona» en 1909 y «la huelga general revolucionaria» de 1917 (año en el que había triunfado de forma definitiva la revolución rusa, con el establecimiento de la primera sociedad comunista en la historia de la humanidad).
La semana trágica de Barcelona , supuso el germen de lo que iba ser con el paso del tiempo el fin del sistema de restauración. Las manifestaciones incendiarias de la población por enviar el gobierno soldados a Melilla, padres de familias, en su mayoría de clases muy desfavorecidas, significó, entre otras muchas situaciones, una durísima represión y cuatro condenas a muerte. En el segundo caso, «la huelga general», convocadas por UGT y el Partido Socialista, no tenía más objetivo que el de acabar con la monarquía liberal de Alfonso XIII, toda vez que ya se había ahondado el foso ideológico entre los españoles progresistas y los españoles conservadores. Todo esto se encarnaría en un enfrentamiento de intensidad progresiva entre credos liberales y socialistas que, desafortunadamente, emergen hasta nuestros días.
Pierre Vilar considera que la Restauración abarca el periodo comprendido desde 1875 a 1917, en que se abre la crisis contemporánea, periodo caracterizado por el ejercicio alterno del poder o turnos políticos de los dos grandes partidos, conservador y liberal que, a su vez, estaban rodeados de dos oposiciones teóricas: carlistas y republicanos. Estos dos grandes partidos fueron liderados por Antonio Cánovas del Castillo el primero, y el segundo, el liberal, por Práxedes Mateo Sagasta. Esta alternancia política en el gobierno de los dos grandes partidos dinásticos fue un auténtico fraude electoral, pues hacía que el gobierno que convocaba las elecciones siempre las ganaba.
Tras la guerra europea (1914-1918) la situación se complica, a pesar de la neutralidad española: la recesión económica, la agitación campesina, los reveses de la guerra con marruecos, desastre de Annual3 y el «pistolerismo»4
catalán continuaban y serían elementos coadyuvantes para que se generara una atmósfera violentísima en España, que condujo al General Miguel Primo de Rivera a concentrar en su mano – por concesión real como jefe del Gobierno – los máximos poderes que, durante algún tiempo, logrará aliviar tanto la situación financiera cuanto el orden público; Sin embargo,, no sería suficiente. Los sectores obreros, aliados con las clases medias y con los intelectuales, así como el «crack de la bolsa de Nueva York (1929), cuya onda expansiva no tardó en llegar a España, hicieron inviable la continuidad de Primo de Rivera, quien dimitió en enero de 1930.
De esta manera la institución monárquica quedó muy debilitada y al año siguiente los republicanos obtienen un amplio triunfo en las principales ciudades. Alfonso XIII, deseando evitar más enfrentamientos, deja el trono, y, de esta manera, el 14 de abril del año 1931 se proclama la segunda república española. Los dos primeros años fueron de ambiciosas reformas, los dos siguientes de contrarreformas y el gobierno tuvo que reprimir fuertes movimientos revolucionarios (revolución de Asturias octubre de 1934), organizados por el PSOE y en la que la ciudad de Oviedo y algunos pueblos industrializados quedaron arrasados, devastados e incendiados en nombre de la llamada “justicia revolucionaria”. Los insurrectos asesinaron a guardias civiles, clérigos y a centenares de personas de ideas conservadoras. Las masas populares, una vez más, desbordaban a los gobernantes y la violenta represión consiguió ser un fuerte revulsivo de polarización teórica y práctica. En este sentido, el historiador Pierre Vilar dijo: «la dictadura había gobernado sin transformar; la república intentará transformar y gobernó difícilmente».
3 El desastre de Annual, también conocido como batalla de Annual contra los rifeños y que se produjo desde 22 de julio de 1921 y el 9 de agosto del mismo año. Se trata de la vergonzosa derrota española cerca de la localidad marroquí de Annual, en la región del Rif (localidad al norte de Marruecos), situada entre Melilla y la bahía de Alucemas) Los soldados españoles, reclutados forzosamente y procedentes de capas sociales muy pobres estaban mal pagados, mal alimentados, pésimamente armados y peor calzados (con albarcas o zapatillas viejas o con fusiles y artillería pesada anticuadas); además, tenían verdadero pavor a los rifeños a los que llegaron a vender sus propios fusiles y municiones. Se calcula que murieron más de diez hombres en la contienda, lo que iba a significar la reformulación de la política colonial española.
4 Entre los años 1917 y 1923, Cataluña vivió una época de crimen organizado entre la patronal y los sindicatos. Se trataba de bandas de pistoleros, contratados por los empresarios, para matar a los dirigentes sindicales u obreros que se destacaban en sus reivindicaciones. Estos respondían a su vez contratando también hombres armados y matones. En Barcelona sobre todo constituyeron auténticas mafias entre grupos anarquista y parapoliciales.
La segunda república fue acogida con júbilo popular, pues significaba el triunfo de las clases medias transitoriamente aliadas con sectores obreros, aunque los enfrentamientos entre grupos sociales era cada vez más cruentos Se había constituido el Frente Popular y el comunismo iba adquiriendo una considerable fuerza, pero a su vez, la Falange (1933) de inspiración fascista iba adquiriendo una mayor influencia entre las clases más conservadoras. España era un huracán de pasiones que estalla el 18 de julios de1936 y se abre el más grande y trágico enfrentamiento de los bloques sociales e ideológicos al que habíamos asistido durante toda nuestra historia. La victoria será de las clases conservadoras y de la ideología tradicional. Fue la época de la dictadura o era de Franco, cuyo gobierno traerá como resultado el exilio, penas de muerte, destrucción, hambre, represiones, odios, censuras y, cómo no, aislamiento internacional.
Pierre Vidal nos dirá: «La España del siglo XX heredó del XIX graves desequilibrios. Sociales: vestigios del antiguo régimen agrario y estructuras incoherentes de la industria. Regionales: un desarrollo desigual opone mental y materialmente – en el seno del estado – antiguas formaciones históricas. Espirituales: la iglesia católica mantiene una pretensión dominante a la que responde un anticlericalismo militante político-ideológico de una burguesía pasional de las masas populares anarquizantes.
Ver capítulos anteriores de ESPAÑA, UN FRACASO POLÍTICO
Capítulo I: Literatura y sociedad. Primera Guerra Carlista
Capítulo II: Segunda guerra carlista, Amadeo de Saboya, primera república española y Alfonso XII
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