Valentín Núñez Martín (Hellín, Albacete, 1953) eligió Granada para el desempeño de su actividad laboral y aquí es donde ha alumbrado su primer poemario, ‘Crónica sicaria’ que presenta el martes 19 de noviembre en La Tertulia, donde le acompañará la escritora, Josefina Martos. (18 h)
De la génesis de su libro nos cuenta que «la idea surge de una ausencia ominosa. Por aquel entonces, cuando llegué a Granada y, hasta hace muy poco, ninguna calle, ninguna plaza, ningún edificio, llevaba su nombre. La tremenda impresión que me causó una ciudad que sobrevivía bajo el peso de sus pasados y pecados, me estremeció de manera que pensé que el equilibrio del tiempo se había roto hasta tal punto que necesitábamos restaurarlo. Sólo la literatura, la fe de Él en la literatura, puede lograrlo». Nosotros sabemos a quién se refiere pero preferimos guardar el secreto (además así nos lo pidió él), no sin antes ofrecernos una síntesis de la obra: «Un sicario, cuya vida íntima y personal se ha ido al carajo sin remedio, es enviado a una ciudad del sur de España con la orden de una ejecución postergada durante años. El matón se identifica con la víctima y sufre una crisis de identidad atroz». Y hasta ahí les puedo contar.
De su biografía nos brinda ante nuestra insistencia algunos detalles más, aparte del lugar de nacimiento, próximo a Jumilla. Lo curioso del caso es que Valentín explica que nació «detrás del mostrador de una taberna hasta el techo de toneles de vino. Mi madre era la tabernera, los parroquianos le pellizcaban el culo, ella repartía bofetones con gracia. Mi padre los echaba a patadas. Siempre volvían a por vino, bofetones y patadas»,
Después emigraría a Madrid donde acabó estudiando tecnologías sobre la instalación y mantenimiento de ordenadores centrales para todo tipo de empresas: universidades, aeropuertos, multinacionales, constructoras… etc. Al finalizar decidió «huir de la urbe, elegí Andalucía y peleé por Granada». Destino que consiguió pero que también le ha obligado a desarrollar su trabajo en Canarias, Levante, el País Vasco, Galicia etc. «Me encantaba mi trabajo, mis clientes por encima del problema. Tan entrañables que terminábamos amigos», resalta.
«No importaba -añade- el hotel, ni el avión, ni los trenes…, la literatura era mi amante de mochila, de maleta de herramientas, de mesilla nocturna…, hasta de consejera tecnológica. Llevaba una libreta en el asiento del copiloto y describía las puestas de sol que me cegaban la vista, miraba las nubes y trazaba en páginas de vapor versos que arrastraba el viento, veía bandadas de cigüeñas y entre ellas emigraba mi hija con una libreta llena de cuentos escritos por los dos. Nunca me imaginé escritor, sólo padre de familia. Para mí las matemáticas, las paradojas cuánticas…, también son literatura. Detesto la IA, pero intuyo que los robots dominaremos la tierra»
De sus lecturas cuando era adolescente, recuerda que le dio por leer «el Quijote, Julio Verne, Mio Cid y Emilio Salgari, y Unamuno y Platero, y… Asimov».
Para concluir nos explica que «la sombra del Monte Olimpo, en Marte, mi niña y yo tenemos una granja, cerca de una gran biblioteca de cristal, pero esa es otra historia… Encontré al amor de mi vida, rodeada de cables, en un centro de cálculo. Me ajustó el CPD (Centro de Proceso de Datos), y… aún no he regresado». Bueno eso es verdad en parte, pues el martes, salvo causas mayores, sí estará compartiendo su ‘Crónica sicaria’ con todas aquellas personas que le quieran acompañar. Os recuerdo que la cita es a las 18 horas, en La Tertulia (C/ Pintor López Mezquita, 5, Granada).
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