Juan Miguel Torres muestra en el Centro Artístico sus últimas acuarelas dedicadas a Granada y varios pueblos de la provincia
JM Torres, como firma sus obras, se ha dedicado de lleno a la acuarela tras su jubilación como cardiólogo, aunque su inclinación por el arte pictórico se remonta a su juventud. Por eso, en la noche del martes, cuando se inauguraba su segunda exposición individual en el Centro Artístico, este artista de raíces alhameñas residente en La Zubia, se emocionaba a recordar a su su padre que no vio cumplidos sus dos grandes: ver cumplido su deseo de ver doctor a su hijo pues falleció un poco antes de que leyera la tesis y disfrutar de su faceta artística como consumado acuarelista que ha expuesto su obra por distintos rincones de la capital y provincia.
Exposiciones en las que se ha repetido la misma historia, tal es la gran afluencia de público dado su poder de convocatoria, entre el que suele haber numerosos artistas. También la excelente aceptación de su obra ya que incluso antes de la inauguración ya aparecen los puntos rojos indicativos de que han sido reservadas. Otra de sus claves es rodearse de buenos amigos a la hora de la presentación, en esta ocasión contó como presentadora del acto con Marijose Muñoz quien le dedicó un composición poética titulada ‘Romance en el balcón’, en la que incluyó los 25 títulos de las obras expuestas dedicadas a la Alhambra, el Albaicín, Sierra Nevada y pueblos granadinos como Alhama, Montefrío, Pinos Puente o La Zubia, además «de trastos viejos y rincones de cortijos abandonados».
El acto que fue inaugurado por Rafael Píñar, tesorero del Centro Artístico, quién recordó que el 12 de abril de 2025 esta institución cumplirá 140 años, para después catalogar a JM de «de pedazo de artista que ya había vendido cinco cuadros mientras montaba la exposición». También lo hizo el rapsoda Paco Pérez que tenía preparado «un poema de un torero pero al ver los cuadros pues me he ido más bien al Albaicín de don Manuel Benítez Carrasco», en tanto que Marijose resaltó como «este médico del corazón atendió a Carlos Cano como si fuera su hermano».
Por su parte, el artista agradeció al Centro Artístico la cesión de sus instalaciones y muy especialmente al ordenanza Francis Noguerol por haberle ayudado y enseñado a montar los cuadros. También tuvo palabras de agradecimiento para los fotógrafos que le ceden sus imágenes para convertirlas en acuarelas. La exposición se podrá visitar, de lunes a sábado, en horario de 18 a 21 horas, hasta el 30 de noviembre.
Ver vídeo del acto inaugural:
A continuación reproducimos el texto que le dedicó Marijose Muñoz:
ROMANCE DE BALCÓ
A quien tiene un buen amigo
dió dos almas el Señor;
pero hacer daño al amigo
no lo perdona ni Dios.
Ernesto Abad y Soria
Silencio de crepúsculo,
donde juegan con las sombras
de la “Iglesia del Carmen”
¿cómo lo nombran?
“junto a Cruz de los Canteros”,
entre el cortijo y el pueblo
en Alhama de Granada
tierra de tajos y olivos
de baños de atardecer
y de la fiesta del vino,
buena gente y buena tierra
no sólo da campesinos
aprendices del querer
que conocen el destino
allí fue a él a nacer
y le llaman Juan Miguel.
Era feliz, como todos
los niños que cada tarde
“en la vieja chimenea azul”
come castañas asadas
bajo la atenta mirada
de su madre, Doña Carmen.
Jugando con sus hermanos
y sus primos a contar
historias en “el desván”
cada noviembre matanzas
y glorias en Navidad.
Así, entre el pueblo y el cortijo
fue creciendo este jameño,
con el pelo revuelto,
un caballo de cartón,
y una bicicleta herida
por los caminos y piedras,
un tirachinas que hacía
saltar a todas las niñas
y las ranas del Marchán,
entre los verdes juncos
y los sarmientos de viñas.
En casa siempre había
un gato descalabrado
a algún sitio encaramado,
como si mi casa fuera
de los gatos la posada,
con la mirada perdida
sobre la calle empedrada.
Mientras que mi Juan Miguel
con una inquietud atenta
mira el reloj de pared
esperando la merienda.
Camino a “la vieja alacena”
donde cada tarde tenía
una cita ineludible
con el pan con chocolate,
antes de salir a jugar
con su espada de combate
por las calles de su pueblo,
querido pueblo natal.
Ese niño fue creciendo,
marchó para la ciudad,
Granada para estudiar
hacerse un hombre de bien,
quiso empezar a pintar,
Bellas Artes aprender,
pero para sus papás
no era una carrera más,
puso fin a aquel diálogo
y al cabo de poco tiempo,
ya era el mejor cardiólogo.
Con estudiantes amigos
se hacía varios caminos
“de copas por Piedra Santa”
“Callejón barranco Tello”,
“rincón del viejo Albayzín”
hasta calmar la garganta,
“y después de unas cervezas”
les cogía el amanecer
enviando el sol destello
junto a “la Punta la Mona”,
apostando quien llegaba
a los churros de su zona,
sin intención de volver.
El dibujo no olvidó
y todo el instrumental
que le tocaba pintar
le abriría las puertas
del hospital nacional.
Así pasaron los años
de estudios, risas y amigos
sin sufrir mayores daños
que los que tiene el destino.
En hombre se convirtió
médico del corazón
en su mirada yo encuentro
tantas vidas que salvó.
Mil historias de quirófano
hasta atendió a Carlos Cano
cómo si fuera un hermano
y alguna cosa no cuenta
porque para ser discreto
no hay quien gane al cirujano
por eso soy yo la amiga
que os cuenta tanto secreto.
La inocencia en su sonrisa
la sabiduría en su lengua
y la mano de un amigo
que jamás da por vencido
aunque le falle la tregua.
Para terminar el día
entre “campos de amapolas”
subía hasta la Abadía
y admiraba los paisajes:
“nubes en Montefrío”,
su amada “Sierra Nevada
desde el Cubillas o el Fargue”.
Ahora en la jubilación
emplea todas las tardes
paseando su Granada,
conociendo calles nuevas
con una artista mirada.
Le estorban todos los cables
le sobrecoge el paisaje,
hasta el mejor pajarillo
sale siempre retratado
junto a un blanco calzoncillo.
“Arriba por San Gregorio”
callejea el Albayzín,
aljibes y piedras vivas
y su Alhambra de perfil.
Cada calle le recuerda
los años de juventud,
los paseos con la novia
que llenaba de virtud.
“Mañana de San Cristóbal”
parece que va a nevar
cómo refresca la Sierra
hasta veo “bancos de niebla
en la Boca la Pescá”.
“Sol y sombra en calle Trébol”,
”sol y cables en calle Cruces”
que no sé si os he contado
que ahora vive en la Zubia
se casó con una rubia
que lo tiene hipnotizado.
Cincuenta años han hecho
y lo han ido a celebrar.
Sus hijos le han regalado
un balcón de enamorado
que ya lo ha vuelto a pintar.
No es el de la “Abadía,
ese romance de balcón”
lo interpretan dos zuritas
que con los picos juntitos
se dan besos y caricias.
“Parador de San Francisco”
Albayzín y Sacromonte,
noche eterna de miradas
porque ya con los cincuenta
bodas de oro celebradas
por bella que esté Granada
no es mi lengua la adecuada
para contar tal contienda.
Los veranos en la playa
nos envía fotografías
“del mar y sus rocas”
y las mayores delicias
que la vida le regala
la verdad, que no son pocas,
y comparte con nosotros
para poder admirar
la Herradura y su bahía
con el silencio del monte
siempre en buena compañía
y mirando al horizonte.
Pintando pasa los días
con la mirada perdida
en el azul del profundo
recordando que este mundo
es un volcán de pasiones.
Y así empieza a recordar
aquellos años lejanos
cuando apenas era un niño
y su madre con cariño
lo enviaba a comprar pan,
él tenía que cruzar
“del Señor aquel Portal
empezando a anochecer”
aquel chiquillo de acero
corría muerto de miedo
para poderlo vencer.
Tanto y tanto recordar…
no olvides querido amigo
“que aún puedes ser muy útil”
con mano firme ayudar,
todos sentimos tu abrigo.
Te vienen todo a la memoria
instaurando en este abuelo
momentos de tanta gloria
un constante y bello anhelo
de esta bella y magna historia.
Marijose Muñoz Rubio.
Deja una respuesta