Los cambios nos llegan a la velocidad de la luz y un parpadeo supone enfrentarnos a una realidad distinta sostenida por la innovación y la transformación social
Es difícil explicar a los jóvenes la tradición de los clásicos o el respeto que le debemos a quiénes han hecho de nuestro idioma un rutilante edificio de honor y de belleza. Sin consultarnos, el mundo ha decidido ponerse de acuerdo y dar una vuelta de tuerca a valores, principios y principios de convivencia armoniosa que manosean hasta el sonrojo la identidad cultural.
Los cambios nos llegan a la velocidad de la luz y un parpadeo supone enfrentarnos a una realidad distinta sostenida por la innovación y la transformación social. No hay que irse tan lejos cuando decimos: “¡Si nuestros antepasados levantaran la cabeza!” porque ya somos nosotros mismos los que asistimos con absoluta perplejidad. Añadamos a la perplejidad también cierta mansedumbre de falsa conformidad y una sumisión de quienes dar por sentado códigos ya considerados como infranqueables, instalados en la incertidumbre del nuevo estado que vamos construyendo y que en la soledad atiende al nombre de permanente inquietud.
Nuestro objetivo es la comodidad y la tranquilidad, así que para que nadie nos mueva del sillón nos protegemos de los tsunamis sociales mostrando nuestra mejor cara de asombro pero al mismo tiempo de indiferencia.
Para colmo ha caído en nuestras manos la película Robots. Si Charles es un libertino seductor, la mayor motivación de Elaine es estafar a todo aquel que a ella se acerca. Ambos tienen una versión robot. El hecho de que tanto físicamente como emocionalmente no exista diferencia alguna con sus réplicas, los dos protagonistas se aprovechan para disfrutar o rehuir situaciones que le son placenteras o comprometidas hasta que a versión humana tiene que tomar el control de sus descarriadas copias tecnológicas.
Son muchas las películas que tienen a la inteligencia artificial como tema principal, la rebelión de las máquinas que desde hace décadas nos vienen avisando del empoderamiento de la tecnología en nuestra vida. Más allá de esta comedia romántica o de la sátira, la imagen más inquietante es comprobar cómo empezamos a convivir con una desvirtuada realidad ajenos a ella misma, como si fuésemos espectadores de una película cuya trama le tocan a otras vivirla o padecerla.
Los pronósticos no pueden ser más desconcertantes: ciertos sectores corren serio peligro de sustitución: conductores, libreros, personal de almacén y de recursos humanos, secretarios, administrativos, contables y administradores, operadores de telefonía, agentes de viajes, cajeros de supermercados… Ya no podemos hablar de rebelión de las máquinas, sino de empoderamiento de la tecnología. Versión 4.0. Artificial, sí; pero inteligente… y emocional.
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