(Cuento de Navidad en la Festividad de los Santos Inocentes)
El día de Nochebuena no salimos de casa por la tarde. Había que terminar de poner el Nacimiento. Y además hacía bastante frío. Nos lo pasamos muy bien con el serrín, con el musgo, las figuritas de los pastores y las ovejas.
Pero lo más divertido, y a la vez lioso, fue cuando no apareció en su caja la Estrella de Belén, la que guía a los Reyes Magos hasta el Portal. Yo ya sabía que se había perdido porque me lo había dicho el día antes un señor con larga barba blanca en Plaza Nueva, el que llevaba un periódico IDEAL bajo el brazo.
Me dijo que se lo contara a la familia y que lo que el mundo necesitaba era otra Estrella Nueva para volver a encontrar el Camino de Belén, que la habíamos ido apagando poco a poco con la mundanidad de nuestra forma de vida. Así que, todas las Estrellas de Oriente de Granada habían desaparecido. Nadie encontraba la suya. Todos los Belenes de nuestra ciudad estaban sin Estrella. ¡Vamos un follón de cuidado!
Llegó la noche, escuchamos el mensaje regio por la tele y después cantamos villancicos, con zambombas, carrañacas y panderetas. En la cena la conversación giró en torno al misterio de la desaparición de las Estrellas en los Belenes.
Cerca de las doce salimos abrigados hacia la Misa del Gallo para comenzar el Día de Navidad, como tenemos costumbre. Íbamos con paso ligero por la calle Elvira para llegar a tiempo a la Parroquia de la Virgen de las Angustias. Nos encantaban los villancicos de la Misa de Pastores que todos los años se cantaban acompañados del órgano. Era una música que llegaba al alma cuando la imagen del Niño Jesús era depositada en el pesebre que presidía el altar.
Pero al llegar a Plaza Nueva la vimos muy iluminada. ¡Nos paramos en seco! Miramos hacia la Torre de la Vela y, ¡nos quedamos boquiabiertos! Sobre la Torre de la Vela estaba posada una gran Estrella con su larga y brillante cola.
¡Era la Estrella de Belén! Iluminaba toda Granada y su Vega. Y más, mucho más allá.
Las personas salían a las ventanas y balcones a ver el prodigio. Los niños gritaban alborozados. En los Belenes de cada casa había aparecido una Nueva Estrella de Belén. Era un signo para indicar al mundo que la humanidad necesita cambiar: fuera guerras, hambres, paro, contaminación, inculturas y trifulcas.
Venga la humildad de Belén, su amor, cariño y ternura.
¡Ojalá siempre fuera Nochebuena!
Felices Pascuas y un cordial saludo a los lectores y lectoras de IDEAL en Clase.
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