Lo recogía en sus “Noticias” la Asociación de la Prensa de Málaga lanzando un titular, desde mi punto de vista, más que llamativo: “La ONU advierte del uso intimidatorio de las demandas judiciales (SLAPPs)”.
El informe de Margaret Satterthwaite, Relatora Especial de Naciones Unidas sobre la independencia de los magistrados y abogados, que “(…) examina la influencia económica indebida (…) para alcanzar objetivos más inmediatos por parte de actores de poder (…)”, he corrido a comentarlo con un magistrado europeo, con quien mantengo más de una conversación sobre la actualidad de nuestro país.
¿Cuántas veces repetimos aquello de “nos vemos en el juzgado”, llevemos o no llevemos razón en lo discutido? ¿Qué ha sido del entendimiento y el acuerdo entre personas civilizadas?… Preguntas que giraron, entre otras muchas, en el citado encuentro, y cuyas respuestas se acercaron más al tono de la desesperanza que al de llegar a soluciones saludables y de humanos con alma limpia.
Y no os quiero contar –me da vergüenza ajena– cuando nos referimos a algunos de los próceres que nos gobiernan: ¡qué hartazgo de denuncias y querellas sin “papeles” que las sostengan; sin ton ni son; a derechas e izquierdas.
Llegará el día en que la judicatura se canse de ser usada por tirios y troyanos para conseguir beneficios ilícitos e irracionales (no tengáis la menor duda). ¡Y todos nosotros, por acción u omisión, habremos sido responsables de su colapso! Con las consecuencias impredecibles que ello, sin duda, nos comportaría.
A lo que quiero acercaros es la situación social que estamos soportando: el descaro y la falsedad interesada de unos pocos que se están “pasando por el arco del triunfo” las leyes y costumbres que tanto sudor y lágrimas nos han costado.
A base de “decretazos” e “imposiciones”, intentan conseguir que el resto de los humanos deje de plantearse la bondad o maldad de sus acciones. Y todo ello, sin que, como le pasaba a Pinocho, les crezca la nariz de forma descomunal.
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