Celebramos 10 años desde el inicio de esta aventura. Te contamos cómo se gestó el primero colegio Montessori de Infantil y Primaria en Granada
No sé quién puso en marcha a quién, si yo al colegio o el colegio a mí. El caso es que hace exactamente 10 años echó a andar el colegio Granada International Montessori School (que un día se llamó Galápagos). Fui gestando el proyecto poco a poco hasta que Olga, mi pareja, y yo dejamos a un lado la sensatez para dar ese salto al vacío, y arrancamos lo que acabaría siendo el primer colegio Montessori de Granada en una ludoteca del centro, el 7 de enero de 2015, con tan solo 3 niños/as (nuestra hija incluida). Nueve meses después, y con el grupo lleno, estaríamos preparados para movernos al emplazamiento actual, en Gójar.
Poco antes ya se dieron los primeros pasos para la puesta en marcha, redactando y dando forma a una idea que vino a mí casi desde que empecé la formación en educación Montessori de primaria. Y, si sigo el rastro de esa idea, me tropiezo con el recuerdo de una compañera que me inspiró y con quien empezamos a esbozar un “algo” que debía tomar forma de colegio algún día, en el Albaicín.
Anterior a esto hubo un par de momentos inspiradores que sin duda tuvieron un impacto significativo en la materialización del colegio: un curso de coaching que nos dejó la sensación de que todo se puede hacer si se tiene la intención clara, y una conversación con una familiar que, unos días antes de morir me dijo algo así como: “Haz lo que quieras hacer, que no se te quede nada en el tintero”.
Y, retrocediendo un poco más en el tiempo, tirando del hilo, la palabra ‘Montessori’ surgió en mi mente a través de diferentes personas, entre ellas Olga y otra amiga. Esto coincidió con el primer año de vida de mi hija, un hecho clave, ya que, de no haber sido por ella, esa palabra, ‘Montessori’, no habría tenido la fuerza suficiente, y hoy no existiría el colegio.
Ese fue el punto de partida: nuestra hija. Ella (como todo lo que existe) es la manifestación material de un proceso en gran medida inmaterial, donde convergen en el tiempo infinitas situaciones, casi todas ajenas a la voluntad. Y, del mismo modo, este colegio es también una expresión tangible de otro vasto proceso, lleno de momentos iniciales que le dieron forma.
Con la crianza de mi hija comenzaron a confluir las primeras gotas de información, que poco a poco se transformaron en arroyos y afluentes, cargados de más conocimiento e inspiración. Estos flujos crecieron hasta convertirse en ríos de ideas, enriquecidos con elementos creativos y una comprensión más amplia, fluyendo con una dirección intencional clara. Esa dinámica y energía acabaron dando forma al colegio, que hoy celebra su primera década de vida.
Lo que son las cosas. Lo primero que me atrajo de la educación Montessori fue la parte tangible, el material de desarrollo; todos esos materiales que Maria Montessori diseñó para que los niños y niñas trabajaran en el aula. Me cautivaron como diseñador industrial por su calidad y cantidad, y eso que fueron creados por una persona que no era diseñadora, sino médica.
Del mismo modo que los niños y niñas van descubriendo el mundo, yo descubrí Montessori pasando de las manos a la mente, de lo concreto a lo abstracto, del material a la teoría pedagógica y la filosofía que había detrás del método didáctico. Y eso sí que es impresionante. Esa filosofía sí que transforma la manera de entender la educación.
Yo no produje la idea de montar un colegio. No generé esa idea. Fue dicha idea que vino a mí; me usó para tomar forma y ser materializada. Y una vez materializada entre Olga y yo, se desprendió de nosotros tomando vida propia, pero sin soltarnos.
Aquella idea tenía algo especial que me dejó trastocado: la potencia inspiradora de María Montessori, y eso te deja bastante loco. Sentía el impulso incontrolable de colocar una escuela Montessori en mitad del pantano educativo tradicional de Granada, como si yo tuviera ese deber y esa responsabilidad. Y esto es mucho más potente que simplemente llevar a cabo una idea. La responsabilidad autoadquirida de traer y dejar aquí plantado, en Granada, el enorme valor que aporta la educación Montessori es mucho más que “simplemente” montar un cole. Sólo por eso no podía fallar; costara lo que costara, antes o después, tendría que darse.
Por eso logré resistir los primeros años de un colegio deficitario con una gestión complicadísima. Parecía inasumible el reto de encontrar el encaje administrativo, la viabilidad económica, el equipo profesional adecuado y la aceptación social de una escuela diferente internacional y multicultural, bilingüe de verdad donde:
- No hay deberes ni exámenes.
- Los niños y niñas de diferentes edades comparten espacios
- Pueden elegir activamente su trabajo con materiales atractivos que se explican solos.
- La figura del maestro no tiene un lugar específico, sino que ocupa un segundo plano y da asistencia individual o grupal, según las necesidades.
- El ambiente es relajado pero activo.
- Se respira silencio y autodisciplina sin premios ni castigos.
- Los niños y niñas desarrollan su propia autonomía e independencia con una presencia amorosa y respetuosa de los adultos que les acompañan.
- La experiencia de aprendizaje es mucho más profunda, porque no tiene límites al desaparecer el famoso libro de texto.
Hay una frase conocida que, si tienes suerte, te la puedes encontrar en un sobre de azúcar, y dice: “Como no sabía que era imposible, lo hizo”. Esta es la secuencia real: Era imposible. No lo sabía. Lo empecé, y se hizo. Es “imposible” montar un colegio con menos de 10.000€ (la totalidad de mis ahorros de entonces, y que volaron en pocos meses), sin conocimiento ni experiencia como emprendedor, trabajando como profesor de secundaria, con una niña de dos años, y estudiando un máster de Educación Montessori mientras tanto.
Es “imposible” dirigir un colegio sin tener ni idea de cómo se hace. El colegio te dirige a ti, más bien, y te comen números, la burocracia, el equipo, los padres, la vecina… todo se hace asfixiante, y te acabas dedicando a apagar fuegos sin ser bombero. Teníamos la visión clara, pero no los medios.
Sin embargo, no por ello tuvimos miedos o dudas. Íbamos a traer a Granada (y su área metropolitana) el primer colegio Montessori de infantil y primaria. Tardó bastante más de lo que me hubiera gustado, y las dificultades y el tiempo dedicado no me han dejado indemne, es cierto. Pero se dio, lo hicimos.
El colegio que montamos tenía algo que trascendía lo imposible: tenía una visión imperturbable, una idea que me atravesó, que parecía que no fuera mía, y que tenía más fuerza que yo mismo: traer a mi tierra una escuela Montessori.
Este proyecto sólo pudo realizarse por el empuje de las personas que han creído en él, y que compartían la misma visión que nosotros, empezando por nuestra querida socia, Marta, que tanta consistencia nos aporta, o el empuje que le dio la exdirectora Candice durante varios largos años; personas que le han dado fuerza, lo han nutrido y alimentado con su conocimiento, sus opiniones, su dinero, su entusiasmo, su colaboración, su difusión…
Pero por encima de todo ese esfuerzo de tantas personas que han dejado su huella en el colegio y quienes lo siguen haciendo, las que de verdad producen la fuerza de este organismo vivo son todos esos niños y niñas que, año tras año y, salvo muy raras excepciones, nos han demostrado que Montessori funciona y que este colegio existe porque tiene que existir, porque lo necesitan y lo disfrutan, y porque trae un aire fresco educativo al sobrecargado sistema tradicional.
Ninguna comunidad humana es perfecta, o sí. Quizás la comunidad humana perfecta se caracteriza por un dinamismo equilibrado, un núcleo con cierta estabilidad, un tamaño adecuado y la capacidad para sostener sus imperfecciones sin desmoronarse. Y, con todo esto, logra mantenerse unida y sentirse agradecida de tenerse a sí misma. Esto pasa en esta escuela, o más bien, esto es esta escuela.
El recorrido que va desde una ludoteca con tres niños/as y una guía Montessori en proceso de formación, hasta convertirse en un colegio internacional certificado de educación infantil y primaria con 80 alumnos/as y una joya de equipo profesional, formado por 15 personas de excelente calidad humana, representa un proceso de aprendizaje continuo. En este trayecto, cada fracaso se analiza, se asimila y se convierte en éxito, mientras que cada logro se agradece y se toma como campamento base para la siguiente etapa.
Este colegio crece a medida que se consolida. La última gesta, muy reciente, fue la extensión de nuestra certificación internacional (MSA) para iniciar los trámites de la etapa secundaria. Crecerá y ampliará su oferta porque ya dispone de los permisos, la demanda y la viabilidad. Poco a poco.
También el colegio ha abierto nuevos caminos: la spin off del “Salón Matemático”, un proyecto extraescolar impulsado por el colegio para hacer llegar las matemáticas desde el disfrute y la expansión mental con juegos y recursos montessorianos en Granada capital, en un local pionero recién abierto, frente al CEIP Jardín de la Reina, muy cerca del Parque de las Ciencias.
Esta escuela no es sólo el colegio al que los niños y niñas van a aprender cosas o a desarrollarse. Este colegio Montessori vino a mí para terminar de hacerme. O tal vez para rehacerme. Y no son pocas las familias que nos han transmitido lo mucho que han aprendido del cole al que van sus hijos/as.
Por eso, en su 10º aniversario, siento un enorme agradecimiento hacia todas las personas que han aportado su energía para que lo imposible se convierta en real, en algo maravilloso, y siga aportando tanto valor a quien lo mira de frente.
A todas las familias, equipo profesional del colegio, voluntarios, personas de prácticas, alumnos y alumnas que han asistido a cursos en nuestro colegio, centros de formación que han impartido aquí sus clases, visitantes prestigiosos, nuestra propia familia cercana, promotores colegas de otros colegios Montessori con quienes tanto hemos compartido, el propio Ayuntamiento de Gójar, asesores y consultores especialistas… a todos y todas las personas que aportaron su energía, han facilitado de alguna manera la creación y consolidación de este proyecto educativo o lo hacen en la actualidad: felicidades y gracias por haber hecho real este colegio. A todos, gracias.
Más información: Montessori School Granada
Rafael Román
Director de
Montessori School Granada
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