En torno al refrán español “Reunión de pastores, oveja muerta”, el Centro Virtual Cervantes mantiene algo que, para mí –y espero que para vosotros –, es digno de reflexión: “Se emplea cuando quienes son de un mismo oficio o gremio se reúnen con la intención de adoptar soluciones que no van en perjuicio suyo sino en el de los demás (…)”.
Resulta, al menos, curioso que la “definición” coincida tan exactamente con lo que podríamos llamar “sentir popular”; y es que, como en muchos otros casos, los doctos patronos de las instituciones, en sus sesudas consideraciones, van a remolque de lo ya conocido y experimentado por la “sabiduría del pueblo llano”.
Considero que es irrefutable, incluso axiomático, el uso abusivo y desconsiderado de esta táctica maquiavélica en ya demasiados ámbitos de nuestra vida: reuniones de partidos políticos, instituciones privadas y públicas, círculos religiosos, entornos judiciales, etc… Y siempre sin posibilidad alguna a la legítima defensa de los “imputados” –pues éstos son condenados de antemano sin siquiera escuchar sus razones –.
De pucharazos y fraudes estamos ya cansados; hartos de ventiladores inmundicios; extenuados de promesas incumplidas; molidos de verdades a medias.
Pero, además de todo lo dicho, y poniendo como arquetipo a todas aquellas personas que han emprendido la lucha contra este tipo de dictaduras, creo que también debo reflexionar sobre la eficacia social del valor de los “artilugios” que algunos están “pregonando y usando” en beneficio propio y, por tanto, en contra de los intereses colectivos.
Al respecto, os aseguro que no me considero enemigo de nadie –todo lo contrario–, pero sí pienso que aquí es aplicable aquello de “los experimentos con gaseosa” –“(…) expresión que se utiliza cuando alguien quiere hacer algo y para hacerlo, utiliza un método nuevo o desconocido sin saber si el resultado va a ser bueno o no”.
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