Quiero pensar que no es cierto –posicionarme en contra con todas mis armas y bagajes–. Gritar a los cuatro vientos que tiene que ser un bulo maquiavélico… En otro caso, mi alma caería en un dolor infinito: “Esta ciudad, algunos de sus “distinguidos”, está usando técnicas bolivarianas” (frase escuchada, más de una vez, por calles y plazas).
Pues creo que viene al pelo, os recuerdo –y me recuerdo– el texto original que, al respecto, acogiera, años más tarde, el refranero español: “Ellos sembraron vientos y cosecharán tempestades; no tendrán campos que segar, ni sacarán harina de sus espigas; y si acaso llegan a sacarla, los extranjeros se la comerán” (Oseas 8: 7-9, bible.com).
Hasta el Vaticano, su cabeza visible –algún día, no me quedará otro remedio, tendré que debatir sobre el “resto”– ha lanzado –entiendo– un aviso muy relacionado: “En su Audiencia Pública de este miércoles 22 de enero, el Papa Francisco ha hablado de los engaños de brujos y adivinos y de que aquellos que buscan el futuro en la lectura esotérica de la mano (una forma de adivinación)” (religionenlibertad.com)… Falsedades, llenas de seducción, que intentan dirigir nuestra mente hacia caminos torcidos y sendas sin retorno (siempre, y sin excusa que valga, cobrando por ello).
Y no creáis que sólo el dinero brilla en sus exigencias: favores personales, achuches a sus intereses, o, por ejemplo, ayudas en sus maldades, también están presentes.
Lo más doloroso –lo digo por experiencia propia– es ver como el que tendría que poner paz y reconducir sendas equivocadas se hace el loco y rubrica –explícitamente o, lo que es peor, con su silencio– actas, memorias y acuerdos que atentan contra la verdad y la honra de sus congéneres.
Así, y sin que lo antedicho suponga menoscabo para nadie, comprendo que, ante todo, deberíamos mantener que la dignidad, entendida al menos como “honradez íntegra”, está siempre por encima de cualquier diferencia engañosa.
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