Hace unos catorce años un grupo de profesores y algunos amigos de otros contextos empezamos a hacer teatro juntos. Estuvimos en la alegría y la nostalgia y el cuidado de El Principito, luego en los bosques mágicos y difíciles, aunque nutritivos al fin de El caballero de la armadura oxidada y hasta en la lanza y la utopía de El Quijote o el maravilloso deseo de lo distinto de El cuento de la isla desconocida de José Saramago, entre otras puestas en escena.
Aunque no será hasta el año 2016 en que empezamos con una formación teatral más sólida y cuando decidimos dar el paso hacia fuera. Esto ocurrió con El concierto de San Ovidio de Antonio Buero Vallejo. ¿Qué hacer cuando la expansión del deseo material se lleva por delante también la dignidad de la gente más humilde? Esa fue una de las preguntas que sustentaban nuestra intención al representar esta tragedia.
Después empezamos a trabajar en la idea de los personajes que todos llevamos por dentro, en la identificación con unos, en los rechazos de otros, en la asunción de aquellos o la represión consciente o no, de muchos. Esto me llevó a crear la dramaturgia de nuestro siguiente proyecto, titulado Todos los sueños del mundo. Este título es un verso de Fernando Pessoa, el poeta portugués que tanto creyó en la heteronimia. En este proyecto nos ocupamos de fragmentos literario-dramáticos, así como de la literatura exclusivamente: Madre Coraje de Brecht, Ñaque de Sanchis Sinisterra, Los miserables de Víctor Hugo, La lengua en pedazos de Juan Mayorga, diversos textos de García Lorca, El arte de la comedia de Eduardo de Filippo, La gaviota de Chéjov, o el poema de Pessoa antes referido musicalizado y cantado.

Este grupo desarrolla su trabajo en primer lugar con talleres de formación actoral en los que voy proponiendo una aproximación experiencial al conocimiento de sí y del ser actor de cada uno. Durante la misma nos hemos adentrado en el mundo de Sueño de una noche de verano. Poner en escena este texto ha sido una aventura mágica, llena de esfuerzo, pasión y, sobre todo, de amor por la vida a través del teatro. He querido subrayar una idea que es mía y es común del grupo, me refiero a la necesidad de reinventarnos continuamente para hacer de mí y del mundo un lugar mejor.

El núcleo de convicción dramática que me ha animado a coordinar los distintos signos escénicos ha sido el que representan los comediantes de este texto dramático. Ante la vanagloria del poder, ante la confusión del caos, la potencia vital de la alegría, la resistencia íntima, que diría el pensador Josep M. Esquirol, de quienes teniendo muy poco de la vida y de sí mismos, tienen la forma de no-poder que da el amor. No, no me refiero a un alegato que olvide las condiciones materiales de estos, ni siquiera que alguien tenga que pasar por el dolor para ser, sino a la brecha que ellos muestran entre la repetición del poder y lo caótico de los mundos invisibles, una suerte de amor a la vida mientras se tenga.
La entrada del estreno de Sueño de una noche de verano en el Teatro Isabel la Católica será íntegra para dos proyectos: por un lado, la Asociación Mírame de apoyo a personas con Autismo, y por otro, el colegio Escolapios-Cartuja.
Y después a seguir hacia adelante, teatreando con este sueño.
Antonio J. Caballero
Director en Sueño de una noche de verano de Shakespeare
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