No es el nombre de una chirigota de Carnaval, ni el título de una película, más bien es una frase que nos revela que nuestro apego al mundo tiene su límite, somos conscientes de que pertenecemos a la Tierra por un corto periodo de tiempo.
La vida se nos presenta como un espectáculo animado, donde cada uno contribuye con su papel en la obra y deja su huella para el futuro. A diario abrimos la hoja en blanco del día que vamos rellenando sin premura, los seniors o de edad madura escribimos sin espesura con los ojos fijos más en el presente y de reojo la nostalgia del pasado que ya no vuelve, este sentimiento de fugacidad lo hemos madurado con los años de vida y sabemos que el hoy es algo que se deshace nada más tocarlo.
Hoy día de Andalucía miro a través de la ventana la lluvia perezosa caer, las pesadas nubes grises que se resisten a pasar, tiñen mi pena con el color del luto, el obligado silencio de mi cuarto lo ahogo con las notas melancólica de un piano del canal de música de You Tube, todo me lleva a la añoranza al recuerdo de mi padre que falleció hace diez años este mismo día 28 febrero y a mi madre que hace unos días partió para reunirse con él. Un mes de febrero lleno de vida y a su vez de contrates, con los carnavales en Cádiz y con mi espacio lleno de silencio y de vacío que deja una madre cuando se marcha.

La luz del día al atardecer también agoniza en este mes de febrero mientras mi cabeza va al dictado de los pensamientos incontrolados, que me conducen a ser consciente de la relatividad del tiempo cronológico, del juego entre la vida efímera y la muerte que deja de ser algo contradictorio para convertirse en una realidad en la condición humana.
Aún tengo impregnada la frialdad de las paredes blancas de la habitación, aún tengo el olor de la atmosfera aséptica del hospital, una mezcla de desinfección, sufrimiento y medicamentos. Cuando el tiempo se escapaba sin retorno, ella me miraba con los ojos dulces de una madre a un hijo, percibía en su rostro ese miedo tan hondo a la soledad del tránsito, quería irse y con la misma fuerza deseaba quedarse, le sostenía y apretaba su mano agotada de la vida, ella, sentía el palpito de mi sangre caliente, le tranquilizaba y le daba paz.

Cuando éramos más jóvenes creíamos que las horas se resistían a pasar y en un alarde de exageración de aquellos momentos asegurábamos que el tiempo era igual para todos, ni más lento ni más rápido, sin embargo, ahora después de la jubilación el paso de los días y los años nos coge desprevenidos. Dicen que la vida se compara con un rollo de papel higiénico cuando se llega al final gira a mas velocidad.
Vuelvo a Granada y el duelo es más llevadero y la meditación sobre la muerte se convierte en una reflexión sobre cómo vivimos o afrontamos la vida en este mundo.
La vida continua y nunca olvidemos que aquí no se queda nadie, ni se llena nada. Ahora en la segunda etapa de la vida que nos toca disfrutar contribuyamos en nuestra medida hacer un mundo más feliz: amemos a nuestro prójimo, regalemos sonrisas y derrochemos buen humor entre nuestros vecinos, amigos, compañeros…

El péndulo de la vida te da satisfacciones y en el mes de febrero se publicó mi primera obra literaria “Historias que nunca me atreví a contar” una apuesta por la vida, en relatos cortos de fragmentos de momentos vividos que intentan atrapar al lector en la aventura y el enigma donde los verdaderos protagonistas son las personas cercanas.
Os espero en las presentaciones:
- 18 marzo a las 19:15 h, ALUMA, en el edificio V Centenario de la Universidad de Granada.
- 25 marzo a las 10:00h en Radio Albolote 106.1 FM.
- Universidad de Jaén en el Programa Universitario de Mayores. (26 de marzo)
Para los interesados en adquirir la obra, el autor ha puesto los puntos de venta en Granada:
IMPRIME, Avda. Severo Ochoa 3 y Agencia de Viajes Vive Viajes, c/ Washington Irving 9, (La Chana)
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