Dicen que ha llegado la primavera, pero ni el Cortes Ingles se ha atrevido a adelantarlo, con media España ahogada en agua, el cielo encapotado con el negro espeso de las nubes, el paraguas prenda de uso obligatorio y la luz gris del día que hace que las horas sean imprecisas, hasta un puente romano cede al impulso de las aguas.
Las variaciones alocadas del clima y los movimientos elásticos de la lluvia y sequia a los seniors no nos sorprende, quizás hemos cambiado y no creemos ya en muchas cosas que nos quieren vender, ahora le echan el sambenito al cambio climático y antes aplicábamos el refranero “al mal tiempo buena cara”. Lo cierto es que el mundo es un puro milagro y la Tierra siempre ha sido salvaje e indomable.
En la segunda etapa de la vida después de la jubilación, me encuentro con el hombre curioso intelectual, el hombre maduro que despierta en el espíritu del estudiante universitario que siente la fuerza capaz de volver a soñar, de crecer a expensas de las artes creadoras y que desde la Universidad de Mayores encuentra el lugar para vivirlos en plenitud.
Con los años, hemos adquirido una forma superior de sinceridad: la autenticidad. Os puedo asegurar que proporciona un resultado excelente para la salud mental y física, a los enemigos les incrementa la envidia y a los amigos afianza la confianza y simpatizan con la transparencia.

También debo decir que ante la realidad que todo lo envuelve y nos sostiene, que a veces nos devora y otras, nos alimenta, he tenido el atrevimiento de contar mi realidad en un libro, “Historias que nunca me atreví a contar” porque tenía tanto que contar, porque había tantas fronteras que saltar, porque hay tantas vidas que reclamar antes de llegar a viejo.
Comentan que la vida es difícil de entender, unas veces es cruel y otras, está llena de satisfacciones, esto nos salva para valorar que permanecemos vivos. En este caso, cuando llegó el mes de febrero mis letras se tiñeron del negro luto, sostenía en el último segundo la mirada dulce de amor de una madre que decía adiós, después el silencio se esparció plácidamente como una ola en la orilla de la playa, sin embargo, al arribar el mes de marzo, la contradicción que forma parte del sistema de la vida cedió el paso a la suerte y todo cambió a una explosión de júbilo. Los amigos y compañeros de siempre que se apenaron y me acompañaron en el dolor por la perdida, ahora transmitían sus emociones en felicitaciones y alegría en la presentación de mi obra “Historias que nunca me atrevía contar” en la tertulia literaria de la asociación de estudiantes ALUMA en la Universidad de Granada.
Dos actitudes ante realidades distintas, que me llevan a insistir sobre el lema: de no pedirle nada a la vida y lo que obtenga considerarlo un regalo. Cumpliendo una recomendación de mi padre, “es de bien nacido ser agradecido”. estoy aún a tiempo del reconocimiento a las instituciones y a las personas que lograron hacer realidad un sueño de aquel niño tímido que leía todo lo que caía en sus manos, que se quedaba embobado con la fabulas de su tío.

Tengo el convencimiento que un conjunto de astros confluyó para que a mis 69 años escriba una obra literaria madurada en los años que he estado como alumno en el Aula Permanente de Formación Abierta de la Universidad de Granada. Las profesoras de Bellas Artes: Elizaberta, Manuela, Gertrudis y Cristina, en el año 2012, a través de la pintura abrieron otra mirada al mundo de la creatividad y extraer el yo oculto. Del lienzo, donde las imágenes se disuelven en colores y formas plásticas salté a un papel cualquiera a escribir palabras sin respuesta, poemas colmados de pasión, que recitaba en la Tertulia literaria de ALUMA con los poetas: Angelines y Luis de la Rosa. Una cosa me llevó a otra y siendo presidentes de ALUMA: Lali y Pepe Rodríguez y la directora del Aula (APFA) María del Carmen García Garnica, concursé y obtuve premios de relatos cortos en Granada y en Melilla, posteriormente en otras Universidades como la de Alcalá de Henares y Oviedo. El azar que a veces gobierna nuestras vidas me condujo al periodista Antonio Arenas, que dirige con éxito el Ideal en clase, me abrió una ventana para escribir un artículo semanal sobre el mundo universitario senior, ello me afianzó y maduró al escritor (más 140 artículos).
Este mundo no existiría sin el apasionado lector que sigue fiel a cuanto escribo y mi agradecimiento y afecto para los amigos y compañeros de: Rio Cuarto (Argentina), Ciudad de México (México), Lecce y Alessandria (Italia), Tenerife, Gran Canaria, Asturias, Galicia, Madrid, Alcalá de Henares, Sevilla, Córdoba, Jaén, Cádiz, Melilla, Ceuta, Granada, a la promoción XXXIV de la AGM… mil gracias desde aquí.
Para cerrar con esta frase de Robert Waldinger psiquiatra de Harvard, que mantiene la opinión de que a partir de los 45 se es más feliz. “La gente que le va mejor es aquella que se apoya en las relaciones con su familia, amigos y con la comunidad”
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