Era una opción libre pero la operadora simplemente no la ofertó [en contra de lo que habían colgado en su web y que en el documento de viaje], aunque no costará llegar a ella debido a la infinidad de posibilidades que tenemos en la isla mayor para el desplazamiento o las ofertas de cruceros que encontramos en todas las zonas de ocio y que suelen partir desde La Valeta o Sliema, tampoco era necesario meterse una hora de transporte hacia el sur si luego tenías la posibilidad de ir desde Cirkewwa, mucho más cuando había una combinación fácil desde Qwara [allí estaba el hotel].

El viaje en transporte público es muy fácil en todo el archipiélago maltés [poco más de 300 kilómetros cuadrados y medio millón de habitantes]. Hay varias tarjetas de transporte de autobús o para los ferries, eso facilita los desplazamientos pues te permite acceder a todos los vehículos de la red que pasan con relativa frecuencia, el problema está en la densidad de tráfico.
Una vez que llegamos a Cirkewwa, hay que buscar las barquitas de los pescadores que están cerca de la salida del ferry que conduce a Gozo [o ir hasta allí y hacer lo mismo]. Tras realizar el contacto con el barquero sólo necesitaremos que el mar no esté agitado porque entonces tenemos asegurado el mareo.
Comino debe su nombre a esa planta herbácea que puede alcanzar el medio metro de altura y que produce un grano parecido al arroz, de pocas exigencias para reproducirse es bastante habitual en la cocina oriental, lo encontramos con facilidad en los estantes de cualquier supermercado español; en la islita crece de manera natural pero tampoco en exceso debido al suelo rocoso.

La isla tiene una peculiar historia a pesar de su pequeño tamaño y un solo habitante. De ella ya escribió Ptolomeo, es una zona rocosa de fácil acceso y relativa calma para darse un paseo cuando no es temporada alta. Podemos patearla sin prisas por los pequeños senderos, sólo tendremos que emplear buen calzado y sentido común, evitando, si hay viento, los acantilados. Esas pequeñas veredas nos conducirán a algunos restos que antaño tuvieron su función: lazareto, eremitorio, campamento de prisioneros o el hotel que no funcionaba; con suerte uno puede toparse con el exclusivo habitante sin que por ello [uno] tenga que creerse que está en la isla de Onassis.

Hay que recordar que allí no hay nada y por lo tanto tenemos que llevarnos agua para una visita de tres o cuatro horas [en temporada alta suelen instalarse chiringuitos en la zona próxima a la Laguna Azul que es imposible fotografiar sin gente según me explicaron] o la que fije el barquero para devolverte al lugar de partida. Con ese tiempo hay suficiente para recrearse con su peculiar paisaje -si vamos en verano precaución con el Sol, costará encontrar sombras en su perímetro- durante la primavera está con su manto verde y florido aunque no estemos en un jardín botánico.
Lo más interesante está en su famosa Laguna Azul y el pequeño islote de Cominoto. Ese entorno te atrapa y suele ser el lugar propicio para el buceo pero en tiempo de mejor temperatura; en verano el problema está en la excesiva concurrencia de aficionados al buceo pero fuera de temporada puedes extasiarte con su contemplación y sus tonalidades azules.

Como toda Malta, el suelo es calizo y el mar, con su erosión, ha creado una serie de cuevas, refugios, acantilados, que hacen las delicias de los nadadores y aún más las de los buceadores que se pierden por esta liliputiense roca varada en el Canal de Gozo [apenas 2,5 x 1,5 kilómetros de tamaño] pero permite disfrutar de los paseos sin posibilidad de perderse debido a su poca altura. Al parecer hay proyectos para futuros enclaves hoteleros [inactivo el que se encuentra en la Bahía de San Nicolás].
El edificio que nos puede servir de faro puede ser la Torre de Santa María, la única de la isla, es de la época en que todo el archipiélago se dotó de estas estructuras para la vigilancia, uno las encuentra por todo el perímetro insular y muchas visitables, unas gratuitamente -la voluntad- y otras pagando una módica entrada [Comino la tenía cerrada] y atendidas por voluntarios.
Si tiene la suerte de visitarla casi en solitario -fuera de la temporada alta- hasta podría imaginarse que es Robinson Crusoe en aquella estancia obligada que nos legó, literariamente, Daniel Defoe aunque, en esa historia, la ubicación era en el Pacífico -hay vuelos desde Chile a quien pertenece- pero no tendremos que ir tan lejos pues Malta apenas está a un par de horas de vuelo desde Barcelona. ¡Que la disfruten!




