El poeta ha publicado la antología, ‘Olor a tierra, olor a viento, olor a pueblo’ formada por 26 Pedromartineros. Ha sido publicada recientemente en la editorial Aliar Ediciones, con prólogo del profesor Manuel Vílchez de Arribas y epílogo del periodista Juan Fermín Vílchez de Arribas.
En esta antología el autor parece recoger el mensaje de Don Antonio Machado y baja directamente al pueblo. En este libro nos olvidamos de muchos formalismos literarios y de la poesía abarcada por una cierta élite que la ha encerrado en un salón para elegidos. Aquí abrimos la obra con un pastor, Pedro Líndez, hombre que amó la poesía profundamente, hombre que impregnó nuestras calles de versos. Nos encontramos con muchísimas mujeres, Conchita Martínez, Josefa Navarro, Rosa Martínez (quien fue profesora del autor y parte fundamental en su enseñanza), María García, Adoración Vílchez, María del Carmen Heredia, Antonia Viol, Luisa Torres, Dolores Líndez, Ramona Rodríguez y María del Carmen Alfaro.
Todas ellas desde la más profunda humildad han sentido la necesidad de plasmar negro sobre blanco sus ideas, sus sentimientos, llevar la magia de la poesía al papel y de ahí a un cajón. Cajón que Navarro Alfaro ha abierto de par en par para iluminar el cielo de su pueblo con rimas e historias de tantísima gente. Todas ellas han sido mujeres que han marcado los últimos cincuenta años de la historia de Pedro Martínez. Mujeres activistas, reivindicativas, que nunca dejaron de luchar por sus sueños y por una sociedad más justa.
Entre los hombres que componen esta antología encontramos al actor Juan Ángel Molina, a los periodistas Juan Fermín Vílchez de Arribas y Juan Diego Quesada, a Francisco Díaz, Francisco Jerez, Manuel Roldán, Luis Martínez, Manuel Líndez, a los profesores, Vicente García Espínola y Celedonio Espínola, al cantante Alberto Román, a Manuel Alfaro Jiménez (quien nos cuenta sus historias en Alemania) y a Antonio Manuel López.

La gran mayoría de los que aparecen en la antología en algún momento de sus vidas tuvieron que emigrar, salir de su patria chica, entre ellos el propio autor de la obra. Pero en todos hay una gran coincidencia. El amor por la tierra, el profundo respeto por las raíces. El autor insiste una vez más en que nunca dejemos de enseñar a nuestros hijos quiénes somos y de dónde venimos. Esta obra, sin lugar a dudas, es un buen legado para abrir sus páginas en las noches de invierno y enseñar a nuestros hijos quiénes eran, quienes son estos hombres y mujeres. Así quizá sepamos hacia dónde vamos.
Juan Manuel Navarro Alfaro nos transporta una vez más a las calles de su infancia, a su mirada continua a ese tiempo detenido que desde el Mencal nos mira a todos. Para él realizar esta antología ha sido una manera de homenajear a todas las mujeres y hombres de su tierra que a lo largo de los últimos tiempos han dejado guardado de alguna forma el hermoso legado de la escritura. Tras su gran éxito con la publicación de “El afilador de estrellas” y antes de publicar su siguiente libro “La mujer de esparto” en donde ahonda de una forma devastadora en los sentimientos de la mujer que ha luchado con un cáncer y su primera novela “La hermandad de las moriscas” ha querido regalarnos este ramillete de versos para disfrute del lector.
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