Parece que lo que en su momento fue una solución acertada, se ha convertido en disminuidas funciones de circo poco aplaudidas, atendiendo más a los creadores de sus contenidos que a los verdaderos actores y sufridores.
Pensaba reflexionar sobre los exámenes que se vienen produciendo en estos días, en los que muchos intentan alcanzar el aprobado con plaza que solucione su futuro de por vida… Pero, sin ton ni son, lo por escribir ha dado un vuelco cercano a otros ámbitos: al de los grupos que se organizan en los más diversos ámbitos para oponerse al poder dictatorial, a las estructuras que se consideran injustas o que limitan la libertad y los derechos de las personas –ya sea en asociaciones ciudadanas, organizaciones políticas, movimientos sociales o reuniones de sentimientos y valores compartidos–.
En estos contextos –por ejemplo, en muchas comunidades, grupos de vecinos se organizan para exigir mejores condiciones en sus barrios, como la mejora del transporte público, la limpieza o la seguridad–, la lucha por la justicia, la igualdad y la participación activa se vuelve fundamental, pues la batalla por un cambio genuino y por un futuro mejor no sólo requiere de una reflexión profunda sobre qué valores estamos promoviendo y qué tipo de sociedad queremos construir. La verdadera victoria está en seguir luchando por un sistema más justo, transparente y humano.
Porque, al final, las oposiciones y las movilizaciones sociales –sean, unas u otras, del tipo que sean– comparten un objetivo común: la búsqueda de un mundo donde la justicia prevalezca, donde cada persona tenga la oportunidad de expresarse y de vivir con dignidad. Y ese bendito empeño, aunque a veces parezca un camino largo y difícil, es el que transforma nuestra realidad y nos acerca a la sociedad más equitativa y solidaria con la que todos soñamos.
Deja una respuesta