Una de las últimas actividades voluntarias propuestas en clase de Historia de España, en relación con el tema del tardofranquismo y la Transición, consistió en visionar diversos documentales y leer una entrevista a Maruja Ruiz Martos para, a partir de todo ello, junto a lo poco que habíamos podido tratar en clase sobre este periodo del final del franquismo y el inicio del periodo de transición hacia una democracia y las preguntas a nuestras familias sobre el tema, poder realizar una reflexión propia y personal al respecto.
Los documentales propuestos eran el titulado “Mujeres en lucha”, realizado por la televisión sueca en 1976, y “Por mí y por todas mis compañeras”:
https://www.youtube.com/watch?v=uw1TcgNQoPA
La lectura, como he dicho, se trataba de una entrevista a una de aquellas mujeres luchadoras y revolucionarias que aparecen en los documentales: Maruja Ruiz Martos, una granadina nacida en Gaudix durante la guerra que con pocos años tuvo que emigrar a Cataluña, donde reside hasta el día de hoy y donde se implicóy sigue implicada en múltiples movimientos sociales, vecinales, obreros y feministas para reclamar condiciones dignas para la clase trabajadora, enfrentándose a la dictadura y sus fuerzas de represión en los años 70 [https://mundoobrero.es/2025/04/02/maruja-ruiz-martos-en-las-luchas-vecinales-en-torre-baro-participaban-mayoritariamente-las-mujeres-siempre-luchas-colectivas-en-las-que-estaban-el-psuc-y-cc-oo/].
Con ello, junto a la consulta sobre este periodo a nuestro entorno más cercano (padres y madres, abuelos y abuelas, tíos y tías, etc.) podríamos hacernos una idea de lo que fueron los movimientos vecinales y obreros liderados por mujeres, las grandes olvidadas y silenciadas de la Historia siempre, que al final del franquismo exigieron cambios luchando desde las calles, los barrios, las fábricas e incluso las parroquias, gracias a los llamados “curas rojos”.
Las primeras frases del primero de los documentales es demoledor: “Bajo el fascismo no puede hablarse de liberación de nadie, pero menos todavía de liberación de la mujer porque el fascismo es la negación más absoluta, el reducirla a su ser biológico en exclusiva. Eso para mí es el significado del fascismo para la mujer”. Y esto no lo dice ningún político o persona con formación académica, lo dice Dulcinea Bellido Carvajal, una de las mujeres protagonistas de este documental que se enfrentaron con decisión y valentía tanto al franquismo en su última época como al machismo.
Tras escuchar los crudos testimonios de las muchas protagonistas de este documental, me doy cuenta del importante y conmovedor papel que tuvieron las mujeres en las huelgas y resistencias obreras y vecinales de los últimos años de la dictadura. Durante el documental no he podido evitar sentir una mezcla de rabia y admiración. Me ha sido imposible mirar a los ojos de esas mujeres, la gran mayoría amas de casa además de trabajadoras y convertidas en activistas por necesidad, por dignidad, por hambre, y no sentir que me están hablando a mí, rogándome que no olvidemos, que no las olvidemos.

Me ha quedado claro que ellas no buscaban convertirse en heroínas, sino que se veían obligadas a responder ante el abandono de sus maridos en la cárcel, ante la explotación laboral, ante la discriminación social, ante la represión de la policía y ante el silencio de una sociedad que todavía no reconocía su voz como actriz principal.
Pero en medio de todo eso ELLAS construyeron sororidad y solidaridad en la lucha colectiva. ELLAS se enfrentaron a una dictadura y al machismo sin más armas que su valor, su cuerpo y la fuerza que les daba el amor por los suyos y su propia dignidad.
Actualmente ese legado sigue siendo una gran lección para todas nosotras. Y no solo porque nos recuerda que los derechos humanos han sido conquistados con sacrificio y con golpes (recibidos, claro), sino porque nos obliga a preguntarnos qué hacemos con esa memoria: ¿la honramos?, ¿la olvidamos?

Conocer a estas mujeres y el papel que llevaron a cabo en aquel periodo tan complicado y peligroso, sobre todo para las mujeres, ha sido descubrir y aceptar una herencia que el sistema educativo no nos permite conocer en los años que pasamos estudiando, ya que de refilón conseguimos llegar a la Transición en 2º de bachillerato, pasando por encima y obviando estos movimientos tan cruciales como fueron los movimientos y organizaciones obreras, vecinales y parroquiales, siempre con un importante papel y protagonismo femenino. Si no sabemos que antes de nosotras ya hubo quien se organizó, luchó y consiguió cosas, ¿cómo vamos a poder hacerlo nosotras y aprender de ello? Quizá ese sea el objetivo…
Es por ello que considero que aquellas luchas obreras, vecinales y parroquiales, lideradas, organizadas y sostenidas por mujeres, son nuestra herencia que, para ser honesta, aún nos compromete, o nos debería de comprometer.

Laura Tortosa Cámara
Alumna de 2º de Bachillerato
IES Montes Orientales de Iznalloz (Granada)
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