El 9 de octubre de 1874 se fundaba la Unión Postal Universal (UPU); hoy es una de las organizaciones supranacionales más longevas a nivel planetario y a la misma se le acaba de asestar un duro golpe con la estulticia de Bruselas o Correos-España que nos extorsiona sin ningún tipo de miramientos.
Retrocedamos en el tiempo, en el XIX el correo comenzaba a expandirse y fue lo que llevó a tratar de conseguir un espacio común en materia postal. El sello ya hacía años que había iniciado su historia con la reforma de Sir Rowland Hill en el Reino Unido y las cartas, cuando nace la UPU, se pagaban por el remitente mediante el franqueo correspondiente [Correos España es ya una reliquia puesto que es difícil encontrar sellos incluso en sus oficinas; de los buzones que han desaparecido hablaremos en otro momento] y llegaban, increíblemente, mucho más rápido que ahora que estamos enfrascados en las comunicaciones instantáneas.

Debemos colegir que, el correo, a pesar de los pesares, fue entonces mucho más rápido que en este momento que estamos viviendo en el XXI [en mi zona julio y agosto se lo pasaron sin repartir, si son los de las paralelas o mensajerías ese reparto se hace una vez al mes] y otra vez chocamos de plano con CORREOS-ESPAÑA que, desde la PLANDEMIA del COVID no se «jarta» de tomarnos el pelo y, en la práctica, juega a expulsar a los usuarios del sistema postal universal aunque después encargará costosas campañas de publicidad sobre el servicio que dan, dicen, a los 88 millones de personas que en el 2023 pasaron por sus oficinas que hoy se asemejan más a un zoco persa que a la tradicional del servicio en una estafeta de correos: te venden cualquier cosa pero no saben realizar el reparto cotidiano. ¡Demencial!
El Congreso fundacional se realizó en BERNA y allí está la sede permanente de la UPU que representa los intereses de 192 países o administraciones de correos de los cuatro puntos cardinales y, en su conjunto, totalizan nada menos que 680.000 oficinas de servicio abiertas al público y cada vez están más ninguneadas por los trileros de la UE que idearon la TAXUD o impuesto a todo lo que circula por correo: se cargaron la privacidad y el Reglamento de la UPU que es el que debería de prevalecer; con ello se nos fue por la alcantarilla la inviolabilidad de la correspondencia, ya que al no reparto hay que añadir su destrucción, algo que entra en directa colisión con nuestros derechos constitucionales.

Nos está pasando como al derecho de la privacidad en las comunicaciones, cualquiera graba una conversación [o te hace una foto sin que te des cuenta] y, en el momento más inesperado sale a la luz y te arruina; recuerden aquella máxima del gitano de mi pueblo: Pleitos tengas y los ganes, porque si tratas de hacer valer tus derechos descubrirás que esa es otra de tantas milongas.
Técnicamente, la UE, como organismo regional debería de legislar respetando el derecho internacional y el principio jerárquico de la norma. Lamentablemente CORREOS-MADRID aplica, con papel de fumar, esa normativa que Bruselas preparó para el comercio electrónico conocida como TAXUD [esencialmente destinada a parar los pies al gigante asiático, pero para despistar entran todos los países que no pertenecen a la UE o al Territorio Aduanero Común, sin respetar el Reglamento de Franquicia Aduanera de la UPU]: ojo, también se aplica a los envíos de Ceuta, Melilla, Canarias y otros minúsculos territorios europeos como Vaticano o San Marino. Para ello no importa la categoría del envío prácticamente todo es considerado paquetería y sometido al control aduanero delegado con una pericia que realmente mosquea al usuario.
Estos días llegó el BUROFAX indicando que está en el almacén temporal de Madrid un certificado del Correo del Vaticano cuyo valor es 1€ y hay que realizar los trámites aduaneros para retirarlo. La Taxud de la UE habla del IVA correspondiente, en este caso sería 1/5 o 20 céntimos del valor. Pero no es esa minucia la que reclama esta gente, sino que pagues unas seis veces el valor del contenido [los que pagué en 2022 tuvieron una media de 6.5€]. No se conforman con un 100% sino que se levantan un 600% [genial el artículo que le dedicó el académico Pérez Reverte al tema en XLSEMANAL].
Si uno no lo retira, la TAXUD indica, claramente, que el envío debe ser devuelto a origen pero, en la mayoría de los casos eso no ocurre y el envío acaba volatilizándose de los sistemas electrónicos que permiten saber dónde está en cada momento. Ni en la época de la dictadura y el comunismo se habían atrevido a tanto; los certificados llegaban puntualmente a su destino sin que su contenido fuera motivo ni de retención ni destrucción.

Así que estamos celebrando estos 150 años de la UPU con un sabor agridulce pero hay bonitas piezas postales en circulación y serán unas cuantas decenas de estampillas las que engrosarán la historia del correo teniendo como tema central a la UPU en su 150 aniversario; cuya misión es acercar a los pueblos pero que hoy se ve ninguneada por los truhanes de turno que han iniciado la guerra de los aranceles y ya les han sacado los colores a algunos de los pelagambas que asistieron al último congreso de la organización.
La presidencia rotatoria para el período 2022-2025 recayó en el esloveno Marjan Osvald que fue elegido para el período como flamante Director General de la Oficina Internacional de la Unión Postal Universal en Berna (Suiza). Confiemos en que se ponga a trabajar duro y logre reconducir la situación creada por algunos operadores postales que, semiprivatizados, no cejan en su empeño de detraer cash del bolsillo del usuario. Se ve que consideran que el correo es gratis y hay que gravarlo con la argucia de una normativa destinada al comercio y no al público usuario del servicio postal. Aquí no tenemos miramiento a la hora del siseo y parece que estamos volviendo a la época de los agentes reencaminadores de los tiempos en que se creó la organización postal. Esperemos no tener que decir RIP a la UPU precisamente en este su 150 aniversario. Les dejo con las ilustraciones de Eslovenia y la República Checa.
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