A la mayoría nos gusta viajar en vacaciones. Y yo como todos procuro hacerlo siempre que puedo permitírmelo. Viajar es pasear por la geografía y la cultura de otros pueblos, es pasear por sus costumbres, su historia, su arte , su cultura y conocer a sus personajes célebres, entre los que se encuentran escritores y escritoras.
Cuando visitamos una ciudad vemos como se relaciona esta con la cultura a través de como están concebidos los diferentes espacios de sus calles, edificios culturales, mobiliario urbano, murales, esculturas, plazas, gastronomía. Podemos percibir como se relaciona la ciudad con los libros y con la lectura, la importancia que se les concede.
Encontrarnos por la calle, en el día a día, con elementos relacionados con la lectura y la cultura ponen a ambas en valor y las convierten en una parte viva de lo cotidiano.
Cuando viajamos siempre nos llaman la atención esos elementos e ideas culturales que hay en otras ciudades y culturas y que en muchas ocasiones deseamos copiar y trasplantar a nuestros lugares de origen.
Yo me fijo muy especialmente en los espacios relacionados con los libros. Y echo mucho de menos poder disfrutar en Granada de esos maravillosos coffee-book que podemos encontrar en otras ciudades de Europa. En Bratislava, donde abundan las librerías de todo tipo, hay un espacioso coffee-book con un magnifico espacio escénico y hasta en el aseo podemos encontrar las paredes empapeladas con imágenes de libros con el lomo en blanco para que los usuarios les pongan el título.
En el centro de Maastricht nos encontramos con una hermosa librería ubicada dentro de una iglesia. ¡Un templo para los libros! No deja de ser algo realmente emotivo y extraordinario.
En muchas ciudades podemos encontrar preciosas librerías antiguas, monumentos a los libros, mobiliario urbano como bancos, marquesinas y puntos de lectura e intercambio de libros en un rincón de la calle. Podemos toparnos como en Tilburg con un piano en la calle a disposición de quienes sepan tocarlo y con un banco que fomenta el placer lector.
Podemos encontrarnos, como en Londres, con espacios escénicos, al aire libre, donde actúan poetas, malabaristas, músicos o actores. Hay espacios habilitados para la expresión artística y murales, como ocurre en Barcelona.
En muchas ciudades e incluso pueblos pequeños como Genalguacil, las calles, plazas y hasta los rincones mas sencillos están poblados de esculturas y murales que rinden homenaje a su cultura y a la vida. En Guadalajara, han convertido un árbol seco en un bello monumento dedicado a los libros. Se puede encontrar un punto de intercambio de libros en lugares tan insospechados como en el puesto de encurtidos, del mercado de abastos de Santa Pola.
En definitiva, la cultura y los libros están omnipresentes y vivos en la calle, instalándose así en la conciencia colectiva, creando identidad y mejorando la vida y la convivencia.
Granada aspira a la capitalidad cultural 2031. Esto debe suponer un aliciente para revitalizar la cultura a todos los niveles. Para que los ciudadanos de a pie y los visitantes respiren en la calle mas aire cultural, en el día a día. Para que en definitiva la cultura llegue a todos y para eso tiene que latir no solo en los monumentos históricos y en los centros institucionales. Como ya dije, en otra ocasión, con respecto a la lectura , la cultura debe cobrar vida en la calle y para la calle.
Las preciosas farolas de Gran vía y las esculturas de la Avenida de la Constitución no son suficientes, porque son muchos más y muy excelentes los personajes y las creaciones relacionados con la cultura que ha dado esta ciudad y su pulso debe estar impregnado y relacionado con la cultura en todos y cada uno de los rincones y barrios e incluso ir más allá, creando nuevos espacios escénicos, creativos y de convivencia, al aire libre y al alcance de todos. Es importante que esa riqueza cultural llegue a toda la ciudadanía de forma natural y cotidiana. Hay que enriquecer el paisaje urbano conectándolo mas con la cultura en general y la lectura en particular.
Hay muchas iniciativas que son de carácter privado como las que puedan corresponder a diferentes establecimientos comerciales. Pero incluso estas iniciativas privadas deben gozar de apoyo y visibilidad para no desaparecer. Recuerdo una preciosa y ya desaparecida librería “Paideia” ubicada en la calle Silencio. Tenía todas unas estanterías y las escaleras de madera muy elaboradas y que por si solas ya invitaban a la lectura y el recogimiento. Era una preciosidad de librería. Un lugar así no debería desaparecer nunca.
En Granada son muchos los colectivos y locales privados que merecen ser visibilizados y apoyados por las instituciones para tener el reconocimiento que merecen y la oportunidad de formar parte de esa capitalidad cultural.
Hace poco entré a desayunar en un pequeño bar en la Carretera de la Sierra y para mi sorpresa había una pequeña estantería con libros. El bar ”La croqueta coqueta” es un punto de intercambio de libros y también el punto de encuentro de un club de lectura de los vecinos del barrio. Al lado de los libros tienen un simpático eslogan.”Croqueta, reza y ama”
Estoy convencida de que esa capitalidad inclusiva dará mas vitalidad y prosperidad cultural a todos los ciudadanos de Granada.
Comentarios
Una respuesta a «Ana Barea Arco: «Cultura cotidiana y capitalidad cultural»»
Había pensado en poner un punto de Libros Viajeros en el portal de mi comunidad.
Tu artículo me ha terminado de animar.
Gracias,Ana.