El paseo, agradable y en todo su esplendor, fue relativamente corto, hacía un día de calor estival y, tras abandonar el vehículo, tocaba ponerse en marcha hacia un gigantesco álamo que nos serviría de jaima para el buen rato de explicaciones del lugar en que estábamos.
La Catedral está incluida en el Patrimonio de la UNESCO y no es para menos, no pudimos entrar porque estaba en restauración: te conformas con las fotos gigantes de su alrededor y el tiempo lo usas para recorrer los jardines y otras cositas que hay en el denominado Vaticano Armenio; al fondo, tras la reja, la residencia oficial del Catolicós [Patriarca] de todos los armenios y que es el equivalente al Papa Francisco para los católicos, allí está la sede oficial de la Iglesia Apostólica Armenia y de aquí se sacaron los manuscritos que hay recogidos en el Matenadaran.
La catedral pasa por ser la iglesia cristiana más antigua del mundo y se comenzó a levantar en el mítico 301 cuando el rey adoptó el cristianismo como religión oficial: nada menos que 17 siglos están delante de nuestras pupilas. Este lugar fue escogido como la Mayr Tachar o Iglesia Madre Armenia por Grigor Lusarovich que tuvo la visión divina y, como todo es cuestión de fe, en el centro de la Catedral está el altar donde san Gregorio vio la luz divina alcanzar el lugar.
Tras un tiempo de espera nos adentramos en el Museo -apenas una sala de un centenar de metros- donde nos muestran reliquias, útiles y vestimentas de diferentes épocas y para acceder a él hay que pasar el filtro de la vestimenta: hombres con pantalón corto se tienen que colocar una especie de sábana para cubrir las piernas y las mujeres una especie de túnica, quizá el principal motivo de tamaña imposición es no perturbar a los residentes con las tentaciones mundanas puesto que se debe atravesar un patio por donde ellos suelen estar cuando no tienen otras obligaciones.
Entre esas reliquias está la Lanza Sagrada, supuestamente el arma que utilizó el soldado romano para perforar el costado de Cristo cuando estaba en la Cruz. Tras salir por la puerta trasera, nos desprendíamos de la pieza incorporada a nuestro cuerpo y nos encontrábamos con la soledad más absoluta y las chicharras cantando de lo lindo ante el abrasante astro rey que te hacía sudar y, apenas a unos centenares de metros, estaba el Ágape o refectorio que se levantó en el XIX. Debemos colegir que no fue, gastronómicamente, la mejor comida pero el lugar bien merecía la pena en esa histórica y santa ciudad.
Digamos que Vagharshapat [es el topónimo donde está enclavada Echmiadzin] no deja de ser un tranquilo lugar de provincias que, salvo esa parte religiosa, pocas cosas tiene para ver. Todavía se pueden encontrar los típicos bloques del período soviético y las terrazas protegidas con uralita. Aquí eliminando el amianto y allí se convive con él, uno acaba preguntándose si realmente todas esas medidas [por nuestro bien, claro está] que Bruselas propone a sus miembros son realmente necesarias o simplemente son umbrales de negocio para seguir funcionando y haciendo girar la rueda del gasto público.
Después de eso quedaba el paseo a la célebre Iglesia de Santa Hripsime que fue asesinada [lapidada] tras su negativa a casarse con el soberano Trdat III, ella prefería ser fiel a su fe, ya había huido de Diocleciano que también la quería como esposa: por lo visto la monja no dejaba indiferente a los grandes hombres de la época. Los curiosos pueden contemplar un nicho que conserva las piedras con las que supuestamente fue lapidada. De las 36 monjas que escaparon de Roma, sólo quedó con vida santa Nino que escapó a la vecina Georgia y logró cristianizar a sus gentes.
En la misma zona está la Iglesia de Santa Gayané que era la madre superiora que dirigía el grupo de monjas que huyeron del emperador romano; aquí fue enterrada tras sufrir el correspondiente martirio. Los reyes paganos no admitían requiebros y el que no aceptaba sus designios simplemente se le ejecutaba mediante esa eficaz forma de los tiempos remotos.
Otro templo a tener en cuenta [sus ruinas] es el de Zvartnots [que resultará un topónimo familiar pues es el que da nombre al aeropuerto internacional] que correspondería al lugar del entierro de san Gregorio el Iluminador, hay que poner mucha imaginación para tratar de reconstruir mentalmente el otrora brillante recinto y por lo tanto los visitantes deberán de realizar una profunda tarea de retrospección.
