En Olivares, una pequeña pedanía de Moclín donde el río Velillos acaricia sus orillas y la famosa ruta del Gollizno invita a caminar entre montañas, vive Adriana. Entre senderos históricos, por los que también discurre un tramo de la ruta mozárabe que une Pinos Puente con Moclín, crece esta niña de mirada luminosa.
En el CEIP Federico García Lorca, sus compañeros la conocen por su alegría y por esa sonrisa que parece más grande que ella misma. Adriana López tiene solo 7 años, pero una fortaleza que asombra a todos. Convive con una enfermedad mitocondrial poco común: el déficit de piruvato deshidrogenasa (PDHA1), un diagnóstico del que apenas hay una decena de casos documentados en toda España.
Sin embargo, su historia no se resume en cifras ni en nombres médicos. Adriana es dulzura que abraza, generosidad que inspira y gratitud que emociona. Tiene un corazón tan grande que conquista a cualquiera que tenga la suerte de cruzarse en su camino.

Su historia es una lección de vida. A pesar de las limitaciones que le impone su enfermedad —movimientos descoordinados, dificultades visuales y de expresión, dependencia de prótesis, alimentación estricta y tratamientos constantes—, Adriana participa como una más en la vida escolar. Siempre está acompañada por su monitora de PTIS, Maribel Sánchez, y apoyada por su maestra Belén Soldado, quien la describe como «la niña de la sonrisa infinita».

Las enfermedades mitocondriales son trastornos genéticos que afectan la capacidad de las células para generar energía. Aunque pueden parecer invisibles, sus efectos son devastadores: fatiga extrema, convulsiones, retraso en el desarrollo, afectación de órganos vitales. Se trata de enfermedades progresivas, crónicas y muy difíciles de diagnosticar. Por eso es crucial darles visibilidad y promover la investigación.
La Asociación Española de Patologías Mitocondriales (AEPMI), con sede en Sevilla, trabaja desde 1999 para apoyar a las familias afectadas, promover la investigación médica y sensibilizar a la sociedad. Toda ayuda cuenta, y cada euro recaudado puede suponer una mejora en la calidad de vida de quienes luchan contra estas enfermedades silenciosas.
Anabella Moreno y Adrián López, padres de Adriana, se esfuerzan cada día por atender las necesidades de su hija, al igual que las de su otra hija, Anabella, quien, aunque sana, también requiere atención y amor. No ha sido un año fácil para la familia, pero sí uno lleno de gestos solidarios que han hecho más llevadera la carga.
Gracias al compromiso de Raúl Cerezo García, maestro de Educación Física del colegio, y de Manuel Molina Prieto, director de la Gollizno Race, se puso en marcha una iniciativa solidaria que ha marcado la diferencia. Ambos coordinaron conjuntamente la organización de la Gollizno Kids, una carrera de obstáculos infantil con un fin benéfico, así como otras acciones solidarias vinculadas al caso de Adriana.

Uno de los hitos más emotivos fue precisamente la Gollizno Kids, versión infantil de la prestigiosa Gollizno Race, referente en Andalucía. El evento fue posible gracias a la colaboración entre el centro educativo y la organización deportiva. Más de 50 niños y niñas, de entre 6 y 16 años, participaron en un circuito de aproximadamente un kilómetro, con obstáculos adaptados a su edad.
La carrera no fue solo un evento deportivo, sino también una experiencia educativa. Durante un mes, el área de Educación Física del colegio desarrolló una unidad didáctica dedicada al entrenamiento de habilidades físicas relacionadas con las carreras de obstáculos (OCR). La participación fue gratuita, aunque se invitó a las familias a colaborar voluntariamente con donativos destinados íntegramente a ayudar a Adriana. En un gesto ejemplar de solidaridad y responsabilidad, la propia familia, a pesar de que todos los fondos les estaban destinados, decidió donar a la Asociación Española de Patologías Mitocondriales (AEPMI) la mitad del dinero recibido.
Como maestro de Educación Física, Raúl Cerezo fue el encargado de desarrollar esta unidad didáctica, a través de la cual también promovió entre su alumnado valores como la empatía, la solidaridad y el compromiso social, integrando el proyecto solidario en el proceso educativo.

Gracias a la difusión de su caso, la familia de Adriana ha recibido ayuda directa de diversas personas: desde donaciones anónimas, como la de un hombre que contribuyó económicamente a la causa, hasta el apoyo de personas cercanas a sus terapeutas, como una amiga de su logopeda que costeó un mes de sesiones. Manuel Molina, además, pagó un mes de terapia logopédica para Adriana, demostrando que la empatía y la acción pueden ir de la mano.
Anabella, madre de Adriana, destaca con emoción la voluntad de tantas personas que, con sus pequeños gestos, han hecho grandes cosas: «Gente que donó monedas sueltas, padres que colaboraron sin pedir nada a cambio… Cada granito de arena suma, y nosotros solo tenemos palabras de agradecimiento».

Para quienes deseen apoyar a Adriana o contribuir a la investigación de enfermedades mitocondriales, existen distintas formas de colaboración:
1. Donaciones a AEPMI (Asociación Española de Patologías Mitocondriales)
Web oficial: https://aepmi.org
2. Ayuda directa a la familia de Adriana
Anabella Moreno: 652 318 412
anabella2901@hotmail.com
Cada gesto cuenta. Ya sea colaborando con AEPMI o directamente con la familia, tu ayuda puede marcar una gran diferencia. Porque aunque estas enfermedades sean raras, la solidaridad no lo es. Y porque como dice su madre, «Adriana merece una vida lo más digna y feliz posible, como cualquier niño o niña de su edad».





