Por la tarde me acerco a casa de Dora. La mujer me abraza y se echa a llorar: ¡Han pasado tantos años, me dice. El corazón me da un vuelco mientras los ojos se me nublan. No esperaba este recibimiento y, a duras penas, logro disimular la emoción.
Hacía mucho tiempo que no veía a Dora, y entonces, por primera vez, me di cuenta que nuestro afecto era mutuo. Ella tenía ochenta años y, desgraciadamente, también estaba apurando los últimos cartuchos de su vida. Porque esta vida es una trabajera. ¿Cuántos días has tardado en escribir el artículo? ¿Y por qué lo has llamado ‘El pueblo olvidado?… ¡Si yo te contara las fatigas que he pasado con este simple escrito!… Pero no le dije nada.
Cuando Dora tenía treinta años –siempre delgada como un junco-, yo correteaba por la calle y aprendía a lavarme las manos en una desconchada zafa. Pero ahora, sentada en la silla, me observaba en silencio con su lánguida mirada. ¡Que Dios la tenga en su gloria!
Publicado en mi novela, ‘Diálogos en la tierra de los ríos’ (2003)






Comentarios
2 respuestas a «Leandro García Casanova: «La mirada de Dora»»
Es un texto muy emotivo. Casi podía ver a la señora Dora sentada en la puerta de casa a sus ochenta años, buscando los últimos rayos de sol en una tarde de frío invierno. Felicidades por el escrito.
El escrito refleja la visita que le hice en su casa, al lado de los caños. Siendo un crío, me corté una vena con un cristal, sin querer, y dora. Me curó. gracias, Miriam