El grupo folclórico ante el viejo edificio que fuera de uso militar por los rusos:: JUAN FRANCO

Juan Franco Crespo: Armenia, 11/17: «Gyumri y la fortaleza negra»

Momentáneamente abandonábamos la ciudad para dirigirnos al restaurante que sería todo un descubrimiento, no sólo por el espacio, sino por el camino que tuvimos que transitar hasta llegar a la piscifactoría que me devolvía a los escenarios de mi infancia feliz: calles sin asfaltar, baches por doquier y charcos recogiendo la última lluvia. De paso, en el lateral derecho, teníamos las instalaciones de la base militar rusa, si no me informaron mal la Base 102 y en sus patios, enormes, una buena cantidad de tanques y maquinaria bélica que parecen sacados de una película de Hollywood aunque las instalaciones se veían desangeladas y solitarias, algo que no se daría en el restaurante donde, por las conversaciones, predominaba el ruso y el parque de vehículos de alta gama, o sea: en ese rincón de Armenia los militares allí destinados viven bastante bien y alejados del frente por lo que debemos colegir que ese destino debe de ser muy solicitado.

Tras degustar una excelente comida donde el plato principal era pescado criado en sus instalaciones [trucha y esturión] que estaba excelentemente cocinado, por supuesto ensaladas, verduras, quesos… y de nuevo al autobús para regresar a Gyumri por otro camino que me pareció mucho más corto ¿o fue la sensación al ir con el estómago lleno?

Ahora sí tuvimos más tiempo y pudimos comprobar que todavía quedaban cicatrices del terremoto que la devastó en el año 1988, en algunos casos se aprovechó para esponjar el casco histórico y crear grandes espacios que predominan en esa parte de la ciudad que ha resurgido de sus escombros. En la plaza central, donde hay un gran conjunto escultórico dedicado a Vartan Mamikonian a caballo, está dedicado a la memoria del legendario caudillo que venció a los persas en la batalla de Avarayr (siglo V), la Iglesia de Yot Verk (XVIII) de tufa [piedra] negra y frente a ella la que sigue en reconstrucción dedicada al Salvador de Todos [Amenaprkich]. De esa plaza arrancan varias arterias, una de ellas está muy animada, es la calle Rizhkov que nos lleva hasta el Anillo de la Paz, está siempre muy concurrida, podríamos colegir que realiza una función similar a la Gran Vía granadina.

En la cima, como si fuera el contrapeso a la fortaleza, tenemos la gigantesca escultura a la Madre. ::JFC

Es una ciudad histórica que, en cierta medida, acabó con el sueño de la Gran Armenia tras el Tratado de Sèvres [1920]; aquí se firmó el acuerdo con Turquía -la frontera está cerca de ella- y por aquí pasa el Ajurian que atraviesa la provincia de Shirak que tiene la frontera natural con Georgia por el norte y Turquía por el oeste. Al margen del centro histórico que podemos ubicar en esa gran plaza limitada en su cuadrante por las dos iglesias citadas, el nuevo Ayuntamiento y la Biblioteca de la ciudad, y en el lado contrario una animada zona de restaurantes y cafeterías siempre concurridas lo que nos hace pensar en la bondad de sus platos o la calidad de sus productos.

Nuestro par de horas de asueto nos permitió disfrutar de la zona donde se encuentran unas abuelas que, en España, las tendríamos confinadas en esos establecimientos tan poco recomendables como son las residencias: un triste cierre que nos espera al final del camino. Allí, ellas, tenían su negocio: jaulas llenas de palomas blancas que los familiares y amigos de los que contraen matrimonio suelen comprar para luego soltarlas en la ceremonia que se realiza toda de pie: las iglesias ortodoxas no suelen tener bancos. Suponemos que tras soltarlas, las aves, regresan a su palomar y el ciclo continúa tras abandonar el recinto religioso por las gigantescas puertas.

Algunos documentos del Museo local de Gyumri ::JFC

De nuevo al punto de encuentro para tomar rumbo a la Fortaleza Negra [Sev Berd] que antiguamente fue del ejército imperial ruso; hoy funge como Centro Cultural con fuerte ascendencia rusa si atendemos a la cantidad de pintadas y carteles explicativos. Actualmente es un monumento nacional que gestiona el patrimonio armenio y desde su cumbre se ve perfectamente el territorio turco al oeste. Fue construida en la guerra ruso-turca de 1828-1829, el zar Nicolás I, en su visita en 1837, le cambiaría el topónimo a la ciudad y la nombró Alexandropol en honor de la emperatriz Alexandra Fiodorovna. La construcción pasó por numerosas vicisitudes y casi dos siglos después, en 2012, caía en manos de Misak Balasanyan que la pretende convertir en una atracción turística, cuando en realidad eso ya lo es. Una vez que entras, la parte central es un gigantesco escenario para las actuaciones de los grupos folclóricos o musicales.

Frente a la fortaleza, en el otro lado de la colina, está la gigantesca explanada con el Monumento a la Madre Armenia: imposible para el viajero que no tenga buenos remos, las escaleras se hacen interminables y lo mejor es recorrer la parte plana, aunque haya cierta pendiente, que nos lleva hasta la Fortaleza y luego subir unas pocas escaleras que nos conducen al monumento con mucha más facilidad. Es verdad que esa rampa está restringida al tráfico rodado, pero no así para los peatones, es un trayecto mucho más agradable que el de las escaleras.

Tras bajar de esos dos importantes puntos, tocaba el reencuentro en la amplia avenida llena de bancos y donde hay una parte acuática que se usa como parque estival y bosques que refrescan el ambiente ante la tupida densidad de sus gigantescos árboles que, bien entrada la tarde, con el sol en declive, dan una sensación de bienestar que te da tranquilidad.

Señalar que en Gyumri abundan los museos y las galerías, algo que mantiene un buen ambiente cultural que se anima a medida que la temperatura se suaviza. En su tiempo histórico la ciudad formó triada con Bakú y Tiflis como las más importantes y significativas urbes de esta región en la Transcaucasia.

Tocaba regresar al Hotel Imperial, Ereván está a poco más de hora y media de autopista, tenemos varios tramos con obras que ralentizan el viaje, aunque contrasta el poco tráfico si comparamos con esas vías en la zona donde vivo. La ruta transcurre tranquilamente vía Maralik, Mastera, Talin… estamos en la denominada M-1. ¡Fantástico día y extraordinario recorrido que se completó con un buen restaurante!

Juan Franco Crespo

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