Somos un matrimonio de octogenarios, no estamos mal y para la edad que tenemos tanto los sentidos como el aparato locomotor siguen funcionando aceptablemente bien y aunque la intensidad de unos y la velocidad del otro han disminuido, nuestras vidas se han ido acoplando sin sobresaltos y sigilosamente a la recién estrenada década.
Todo lo hacemos más lentamente, con más pausas es como si caminásemos por mullidas alfombras o acariciásemos pajarillos, ralentizamos y suavizamos los movimientos y los días se deslizan por una esponjosa pendiente que apenas notamos.
Además tenemos la suerte de vivir en un bloque y en un barrio tranquilos, con pocos y agradables vecinos. En el piso al lado del nuestro vive una joven, joven desde nuestra perspectiva , tendrá unos cuarenta años ,es soltera , funcionaria y muy viajera.
No recibe muchas visitas y apenas la oímos.
Pero un día escuchamos en su casa conversaciones y voces como de gente que había ido a visitarla.
No nos molestó, al contrario, a veces mucho silencio ahoga, casi no vemos la televisión preferimos oír música mientras jugamos a las cartas o al parchís, también cuando leemos porque la vista la tenemos relativamente bien desde que nos operaron de las seniles cataratas… , estoy empezando a divagar, uno de los atributos de la fecha de mi D.N.I.
Volviendo a nuestra vecina, después de ese primer día de visitas, regresó el silencio hasta que de nuevo oímos risas, parloteos y así prácticamente a diario, a veces incluso distinguíamos de qué hablaban: de política, de viajes, de cine, una chica de las que la visitaban parecía saber bastante de películas y debatían sobre ellas, otro amigo tenía un restaurante y les daba recetas de cocina.
Nos sorprendió esta repentina vida social de nuestra convecina y también que últimamente no saliera de viaje, ella que siempre aprovechaba cualquier fin de semana o vacaciones para irse.
Así continuaron días y semanas hasta que una tarde-noche las voces de sus amigos se convirtieron en gritos, golpes, puertas que se abrían y cerraban con violencia, este tumulto alternaba con momentos de conversaciones que repentinamente se llenaban de nuevo de gritos y golpes, asustados llamamos a la policía que llegó enseguida temiendo lo peor al oír nuestras explicaciones.
Nosotros le abrimos la puerta del portal con el portero automático, subieron y llamaron al piso de la joven que enseguida abrió la puerta sorprendida al ver a la policía pero en cuanto ésta empezó a informarle del porqué estaban allí, nuestra vecina comenzó a reír y a reír cada vez con más y más fuerza como si le hubiera dado un ataque de hilaridad.
Nosotros observábamos por la mirilla y no dábamos crédito a su reacción, calmada les dijo a los policías que pasaran al interior, una vez dentro cesó todo el ruido y los policía salieron riendo, ¿qué habían visto?, ¿ qué pasaba dentro de la casa?.
Se despidieron amablemente de la joven y llamaron a nuestra puerta, sus caras serias eran de enfado y contrariedad sin embargo al vernos cambiaron su gesto por uno de comprensión con algo de ternura, nos explicaron que nuestra vecina había tenido un accidente fracturándose una pierna por lo que la TV la tenía prácticamente encendida todo el día, de ahí la variedad de contenidos de lo que nosotros interpretábamos como conversaciones de amigos y que los gritos y golpes que habían motivado nuestra llamada a la policía eran de una película de acción bastante violenta que estaba viendo en ese momento.
Pesarosos nos disculpamos con una tímida sonrisa, y los agentes se despidieron con palabras tranquilizadoras, años después cuando ellos ya fueran octogenarios seguro que les contarían a sus nietos esta anécdota.
A la mañana siguiente nuestra vecina apoyándose en muletas fue a nuestra casa , se disculpó por el volumen tan alto con el que había puesto la TV , y se ofreció por si alguna vez necesitábamos algo; a partir de entonces cuando volvió a su trabajo, a sus viajes y a su vida normal la tele apenas se oía pero ella sí nos visitaba y cuando se iba de vacaciones siempre nos lo comunicaba, así que gracias a las molestias de un televisor ganamos una amiga que cada día estaba más pendiente de nosotros.
Almería, agosto 2025






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