José A. Delgado: «Docentes»

Hay pocos profesionales como un buen docente que puedan tener una influencia decisiva en la vida de las personas. Creo no equivocarme si digo que todos tenemos «in mente» a ese maestro que por su forma de trabajar, nos marcó con su impronta. Nuccio Ordine, filósofo, educador y humanista, dejó dicho: «En una época en la que el papel del maestro ya no tiene la dignidad económica y social de antaño, pensé en dedicar el Princesa de Asturias a estos profesionales que, en silencio y lejos del foco mediático, cambian la vida de sus alumnos: ¡se puede decir más alto pero no mejor! La profesión de docente (maestros y profesores) es una de las más relevantes de un país porque es la encargada de conformar su capital humano: una misión sagrada. Éstos se ocupan del desarrollo intelectual, afectivo, social y moral de sus alumnos; imparten los contenidos de las áreas, materias y módulos profesionales; evalúan aprendizajes e implementan la acción tutorial donde se encargan de los asuntos personales y sociales que afectan a su desarrollo académico.

Los profesores españoles en TALIS dan un suspenso a su formación; cuestión ésta pendiente en España desde tiempos inmemoriales y que no ha sido abordada por ningún Gobierno independientemente del signo político. Al respecto, me atrevería a proponer algunas ideas. Los alumnos que quieran dedicarse a la docencia lo han de hacer ¡por vocación!, y no porque su nota de corte no le permitió cursar la carrera de su preferencia: ¿cómo afronta su desarrollo profesional un estudiante que ha elegido su carrera por la puerta de atrás? Para ello, la nota de corte de acceso tiene que ser más alta y la formación teórica y práctica han de ser muy potentes. Hay que elevar el valor de los Grados de Magisterio haciéndolos más atractivos para los jóvenes y sus planes de estudio actualizarlos. Igualmente, el sistema de concurso-oposición debe contemplar un temario con más enjundia. Los veinticinco temas que conforman su parte teórica han de pasar ya a mejor vida; elevar su cuantía es una necesidad ineludible.

En cuanto al máster que habilita para impartir docencia en Educación Secundaria Obligatoria, Bachillerato y Formación Profesional, considero que a todas luces es insuficiente. Ésta pudiera ser una solución que paliaría sus carencias. A los alumnos que se matriculan en sus estudios universitarios, al iniciar el tercer curso se le abrirían dos vías: una para quienes desean dedicarse a la profesión elegida (matemático, ingeniero, veterinario…) y otra para los que quieren ser profesores. Recordemos: una cosa es ser matemático y otra profesor de matemáticas. Los cursos tercero y cuarto estarían conformados por asignaturas con una fuerte carga pedagógica. Y de aquí a las oposiciones.

Dado que los docentes, por el avance del conocimiento han de actualizar sus saberes, deben diseñarse planes de formación permanente innovadores. No olvidemos que esta formación constituye un derecho y una obligación de todo el profesorado, y una responsabilidad de las Administraciones educativas. Como motivación, sería conveniente remunerar académica y monetariamente a aquellos que llevan a cabo buenas prácticas y se forman a lo largo de su desempeño profesional. Respecto a la colaboración familias-centro, ésta no sólo es necesaria, sino que está reconocida por ley. No obstante, se dan desavenencias que casi siempre vienen ocasionadas porque los padres se exceden en sus demandas atribuyéndose competencias que no les corresponden: ¿no cree usted que debería ya enseñar a leer a mi niño? ¿Le parece adecuada esta actividad extraescolar? ¿Por qué no pone más deberes para casa?

Respecto a la desafección del profesorado por su trabajo, ésta puede recuperarse cuando vean que su desempeño es valorado por la sociedad a la que atienden. No exagero si digo que educar es una tarea compleja, y cuando se trata de adolescentes y jóvenes, muy compleja. Con frecuencia, dicha desafección proviene del ninguneo al que la Administración les somete en situaciones importantes. Valgan de muestra estos dos ejemplos. Durante la pandemia trabajaron desde casa; pues bien, esta realidad evidenció el desconocimiento que, en general, tenían de las herramientas TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación) esenciales para llevar a cabo sus tareas. Las dudas (y hablo con conocimiento de causa) las solventaban mediante las consultas que una y mil veces se hacían entre ellos. O bien cuando se implantan nuevas formas de impartir la docencia sin haberlos preparado para ello: hablo del «Modelo de Aprendizaje Basado en Competencias».

Otras dos cuestiones a mejorar serían éstas. Eliminar burocracia. El docente es consciente de que tiene que cumplimentar documentos, pero cada vez más existen muchos prescindibles que más que mejorar su trabajo, lo ralentizan y empeoran. La otra cuestión tiene que ver con la formación de los docentes en todas los ámbitos referidos a los alumnos que presentan necesidades educativas especiales, es decir, los que afrontan barreras que limitan su acceso, presencia, participación o aprendizaje, derivadas de discapacidad o de trastornos graves de conducta, de la comunicación y del lenguaje.

José A. Delgado

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