José A. Delgado: «No hace falta tener un pretexto para hablar de jazz, pero si se tiene, mejor»

Que la primera semana de noviembre Granada celebre su “45 Festival Internacional de Jazz” es un excelente motivo para redactar este artículo que pretende mostrar cuáles fueron los orígenes de esta música, que con la ciudad de la Alhambra conforma un interesante ecosistema. Esta modalidad se halla incrustada en el ADN de la ciudad desde 1980 merced al “Festival de Jazz y de Blues”, uno de los acontecimientos musicales más importante de España y Europa, y el único que forma parte de la “Red Europea de Festivales Europe Jazz Network”.

En cuanto a sus orígenes, unos historiadores los sitúan en 1895, año en el que aparece la palabra jazz, y otros en 1917 cuando la “Original Dixieland Jazz Band” y los solistas Paul Whiteman, King Oliver y Louis Armstrong realizan sus primeras grabaciones. Nace como canto de protesta hacia la libertad de varias razas y culturas. Estuvo mal visto por la sociedad americana que lo consideraba como un nuevo movimiento satánico de los jóvenes, una más de “Las músicas del diablo”. Ted Gioia comienza su obra Historia del Jazz (2018) así: “Un anciano negro está sentado sobre un gran tambor cilíndrico. Empleando los dedos y el borde de la mano, golpea repetidamente su extremo. Otro percusionista con su instrumento entre las rodillas se le une. Un tercer hombre de color puntea un instrumento de cuerda al que le ha dado forma a partir de una calabaza. Una voz canta y enseguida se les une más gente. Esta escena podría desarrollarse en África, pero en realidad se trata de Nueva Orleans en Congo Square (Plaza del Congo)”.

Cartel del 45º Festival Internacional de Jazz de granada, edición 2025

Para Gunther Schuller, el jazz es uno de los fenómenos artísticos y estéticos más importantes del siglo XX: Los comienzos del jazz. Sus raíces y desarrollo musical (2023). Así pues, nace en Nueva Orleans de la combinación de las tradiciones estadounidense, africana y europea en la década de los años veinte: una mezcla de ritmos e instrumentos asociada a la vida de los esclavos, interpretada como canciones de trabajo y de diversión colectiva. Pone de manifiesto que, aunque es imposible delimitar la fecha exacta del nacimiento del jazz, durante la década de 1910 Estados Unidos estaba desarrollando de manera silenciosa un lenguaje musical autónomo que surgió en África y Europa al que se le bautizó con un nombre poco musical: jazz. La improvisación o ejecución espontánea sin el soporte de la música escrita es el corazón y el alma de este género. También manifiesta que Buddy Bolden, quien tocaba con su banda en el Globe Hall, es considerado el primer músico de jazz, y que el disco inicial en el que apareció la palabra jazz lo grabó la “Original Dixieland Jazz Band” en enero de 1917 en Nueva York.

Los músicos de jazz tuvieron su primer hogar en Nueva Orleans, capital del Estado de Louisiana, donde llegaron grandes expediciones de esclavos negros de la zona occidental de África. Allí encontraron sus primeros trabajos pagados tocando en los locales de mala fama del barrio denominado “Storyville”. Los blancos y criollos del Delta del Mississippi la hicieron suya añadiendo piano, saxofón junto a la improvisación. Figuras pioneras fueron, entre otras, Papa Jack Laine (“El padre del Dixieland”) o Nick LaRoca, quien grabaría el primer disco de esta modalidad.

De entre toda la magnífica pléyade de cantantes de jazz, quiero destacar a Eleonora Fagan (Billie Holiday o Lady Day). Comenzó su carrera profesional grabando discos con grupos pequeños para Columbia entre los años 1935-1941. Su vida puede ser una de las más desgraciadas de la historia de la música. Criada en la calle, fue bebedora y consumidora de heroína, lo que le ocasionó problemas de corazón. Trabajó de niña como chica de los recados en un burdel. Vivió en los guetos neoyorquinos, en los suburbios del jazz y en la bohemia. Fue violada a los trece años y desde entonces ejercía la prostitución. La internaron diez meses en un correccional y al salir tuvo numerosos problemas con la ley. Cantaba con mucho sentimiento y profundidad dando lugar a una música excelsa donde su voz se alzaba poderosa por encima de los instrumentos.

Eleonora luchó contra el racismo y se le atribuye la creación de la primera canción protesta de la historia: “Strange fruit” (Fruta extraña, 1939) que le acarreó problemas legales: “Los árboles del sur tienen un fruto extraño. Sangre en las hojas y sangre en la raíz. Cuerpos negros balanceándose en la brisa sureña. Extraños frutos colgando de los álamos”. Así arranca la letra que fue compuesta por Abel Meeropol. Para parir estos versos se inspiró en una fotografía de los cuerpos de Thomas Shipp y Abram Smith, dos jóvenes afroamericanos colgados de un árbol tras un linchamiento en Marion (Indiana, 1930). Con esta canción nacieron las protestas por los derechos civiles de las que Rosa Parks y Martin Luther King fueron ejemplos representativos. En 1956 publicó sus memorias: “Lady Sings the blues”. Billie murió por cirrosis hepática el 17 de julio 1959 esposada a una cama de hospital: tenía cuarenta y cuatro años. Su fortuna se cifró en 0.70 dólares en el banco y 750 atados al liguero de su pierna.

Al hilo de este artículo quiero traer a colación una obra inmensa e imprescindible para todos los amantes de esta música, que vio la luz en 2019. Tiene una finalidad informativa pero principalmente didáctica. Se trata de “Los 100 mejores discos: una introducción al jazz moderno (1953-1962)”. Sus autores son Diego A. Manrique, Iker Seisdedos y Jordi Soley y tiene como objetivo “Repasar discos esenciales de una década apasionante y reinterpretados gráficamente a partir de los textos de estos tres periodistas”. De nuestra cantante el libro recoge cuatro obras: Stay with Me (1955), Lady Sings the Blues (1956), Songs for Distingué Lovers (1957) y Lady in Satin (1958). Ésta fue considerada por los críticos su obra maestra y ella como la mejor cantante de jazz de la historia.

José A. Delgado

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