El sábado, 13 de diciembre, a las 12 horas, se presentará en el Centro Artístico, Literario y Científico de Granada la novela En castellano derecho, de Pedro Ruiz-Cabello Fernández. Publicada en 2015 por la editorial Verbum, se ha reeditado en Samarcanda después de haberse revisado y corregido. Se trata de una novela histórica sobre Alfonso X el Sabio. Entre otras cosas, lo que ha movido al autor a sacarla de nuevo ha sido el interés que suscitan la figura y la obra del monarca castellano, posiblemente el más desgraciado de la historia de España, a juicio de Manuel González Jiménez, su mejor biógrafo.
En la novela se cuentan los hechos más relevantes de la vida de Alfonso X, desde su estancia en el pueblo de Allariz, donde transcurrió gran parte de su infancia, hasta su muerte en Sevilla. Como príncipe heredero del reino, tuvo una participación activa en la conquista de muchos territorios y ciudades. Se casó con Violante, hija de Jaime I, cuando ella era todavía una niña. Por ser hijo de Beatriz de Suabia, cuya temprana muerte le afectaría bastante, podía aspirar al trono del Imperio Romano Germánico. Fue su gran sueño; con el objeto de cumplirlo, invirtió gran cantidad de dinero, aunque muchos nobles se le opusieron, contrarios a realizar sacrificios para satisfacer su deseo.
Cuando ya estaba próximo a conseguirlo, recibió la negativa del papa Gregorio X, que era quien debía ratificarlo. Tal desengaño coincidió con la muerte casi seguida de dos de sus hijos; uno de ellos era Fernando de la Cerda, el primogénito, destinado a sucederlo. Una decisión para él muy costosa fue la de mandar ejecutar a uno de sus hermanos, el infante don Fadrique, después de que este encabezara una rebelión contra él. El final de su vida fue, en realidad, calamitoso; a la grave enfermedad que ya padecía se sumó la traición de su hijo Sancho IV, quien le declaró la guerra. La mayoría de sus seres queridos, incluida Violante, lo abandonaron. Se refugió finalmente en Sevilla, donde sería atendido por su hija bastarda Beatriz, quien se había separado del esposo, el rey de Portugal.

Si la vida de Alfonso X el Sabio estuvo marcada por la desgracia, como destaca Manuel González, su labor cultural tuvo sin duda una importancia decisiva. Como continuador de la Escuela de Traductores de Toledo, reunió en su corte a colaboradores de las tres religiones, cristianos, musulmanes y judíos, quienes llevaron a cabo una ingente empresa. Decidió el monarca que las obras que se compusieran en la corte se escribieran en castellano, usado ya en muchos documentos de la Chancillería de Toledo. Eran obras principalmente de Historia, Derecho, Astronomía y Astrología, materias que habían estado antes reservadas al latín. De esa manera instituía el castellano como lengua oficial del reino, como lengua culta, apta para ser empleada en cualquier texto formal. Debido a la procedencia de la mayoría de los colaboradores, se impuso la modalidad de castellano hablada en Toledo. En aquellos años, las diferencias entre los distintos romances no eran muy acusadas, de manera que había modalidades de transición, en las que se observaban rasgos comunes a algunos de ellos. Al ser lenguas vulgares, no existía en ellas fijación, por lo que había muchas variedades. Después de las obras escritas en la corte alfonsí, el castellano alcanzó una fijeza y una madurez que serían muy importantes para su posterior cultivo literario.
Para el rey, era fundamental que el pueblo conociera su historia, ya que de ese modo tomaría conciencia de su identidad como pueblo. Procuró con el Fuero Juzgo y las Siete Partidas establecer unas mismas leyes para todo el territorio, aunque de nuevo chocó con los intereses de la nobleza. El estudio de los astros y su influencia en el devenir de los acontecimientos era otro de los asuntos que más lo habían atraído desde siempre. Todo ello quiso que, traducido de otras lenguas y compilado, estuviera redactado en un castellano derecho. Aunque posiblemente él no escribiese por falta de tiempo muchas de sus obras, sí fue quien las impulsó y coordinó, procurando que el castellano en el que se redactaran tuviera ya una forma correcta y precisa, una forma literaria con la cual se pudieran expresar otros temas. En la novela se detallan los momentos en los que esto fue posible, en los que se configuró la prosa castellana. Alterna en ella la narración a modo de crónica con los diálogos y la descripción de las ciudades en las que Alfonso X residió, entre las que tienen un especial relieve Toledo, Murcia y Sevilla. También aparecen León, Burgos, Soria, Tarazona y otros lugares por los que la corte pasó, hasta el punto de que la obra en muchos momentos se convierte en un libro de viajes.
Una novela histórica entraña una gran complejidad, no solo por la cantidad de documentos que se han de consultar, sino sobre todo por la dificultad de recrear una época antigua, con maneras de hablar y costumbres muy diferentes de las que existirían después, por lo que es fácil que se cometan errores. Aunque En castellano derecho seguramente continuará teniendo fallos, no se podrá dudar de que es fruto de un largo esfuerzo.







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