El alumnado de Infantil de nuestro centro es muy heterogéneo, ya que en la misma clase se encuentran niños y niñas de 3, 4 y 5 años, y sus posibilidades cognitivas y motrices son muy diferentes a las del alumnado de Primaria. Por este motivo, adapto la construcción de los instrumentos que aparecen en la Guía didáctica de Nacho Martín-Vivaldi a sus capacidades, teniendo en cuenta además el riesgo o peligro que puedan tener determinados materiales durante su manipulación.
Partiendo de esta consideración, intentamos construir el mayor número de objetos sonoros e instrumentos con los materiales proporcionados por las familias, fáciles de manipular, buscando todas las posibilidades sonoras y estéticas que estos nos proporcionan. Así construimos palos de lluvia, sonajeros y sistros. Antes de elaborarlos en clase, los realizo previamente para valorar sus opciones manipulativas y sonoras así como las dificultades que puedan presentar.
Exploración sonora
El propio tubo de cartón es en sí mismo un instrumento percutorio que al ser golpeado contra el suelo produce diferentes sonidos dependiendo de su tamaño y grosor. Cada alumno y alumna elige uno, lo que les hace sentirse más cómodos en su manipulación y posterior elaboración, y los utilizamos en juegos de exploración sonora, identificación auditiva y expresión rítmica, de pulso, etc., realizados durante el curso.
La idea de fabricar su propio instrumento les hace estar muy motivados. Recortamos tiras de papel de periódico y las vamos pegando sobre el tubo con cola blanca y agua, para dar consistencia a la futura caja de resonancia y para su mejor manipulación en la fase de decoración del tubo.
Pintar y dibujar directamente el tubo es complicado para el alumnado de Infantil. Por ello pintamos papel reciclado de la fotocopiadora, en blanco por unas de sus caras, que luego pegaremos a los tubos. Previamente se mide el diámetro de los tubos, pues no todos son iguales, para ajustar los dibujos lo máximo posible al diámetro de cada uno, de forma que al pegarlos no se superponga ninguna de sus partes.
Cada alumno dibuja o pinta con los motivos y los colores que más le gustan utilizando botes de témpera, rotuladores, ceras delgadas y gruesas y otros materiales diversos como cuerdas. Cada uno elige el material plástico con el que elabora el dibujo de su propio instrumento musical.
Para la siguiente fase se pide la colaboracion de las familias, pues la manipulación, modificación y modelación de las cápsulas de café de aluminio es complicada. Celebramos una reunión para explicarles el taller de instrumentos, que se lleva a cabo los martes y viernes de 13.00 a 14.00 horas durante dos semanas.
Una vez terminada la decoración del papel con los materiales y el barnizado con cola blanca con la colaboración de las familias, se pega en los tubos.
Los instrumentos
Estos alumnos y alumnas viven y experimentan el mundo sonoro utilizando instrumentos de percusión creados por ellos mismos con materiales reciclados. La construcción de palos de lluvia, sonajeros y sistros es una experiencia lúdica global e integradora que interrelaciona la música con otros lenguajes, como el artístico, el lingüístico y el corporal. |
Uno de los instrumentos que construimos es el palo de lluvia. Nema y Sol, de 5 años, y Héctor y Guillermo, de 4, se encargan de ello. Cada uno necesita dos tubos, en los que se realizan agujeros con la ayuda de un punzón o un pequeño taladro. Luego se introducen palillos de dientes redondos en los agujeros y se pegan con un pincel y cola blanca.
Una vez seca la cola, se recortan los trozos de palillo que sobresalen del tubo con unas tijeras y se cierra un extremo del tubo con cápsulas de aluminio pegadas con una pistola térmica sobre la que se coloca otra cápsula aplastada para que quede plana. Se rellena el interior del tubo con lentejas y trozos de espaguetis y se cierra el otro extremo del mismo modo. Por último, se utiliza rafia de color amarillo para decorar la parte central del tubo y los extremos.
Sara y David, de 4 años, y Monir y Matías, de 3, construyen sonajeros. Lo hacen con un tubo cuyos extremos se cierran con cápsulas de café aplastadas y en cuyo interior ponemos lentejas. En el exterior del tubo se cuelgan pequeños cilindros enrollados hechos por las familias con cápsulas de aluminio. En uno de sus extremos se hace un agujero con el punzón para colocar dos anillitas, de modo que al mover el tubo tengan más movimiento y, por consiguiente, más sonido. Los cilindros se enganchan en un aro plano de aluminio rodeando el tubo, en el que se hace una docena de agujeros dejando un centímetro de distancia entre ellos. Dependiendo del color de los dibujos se elige uno apropiado para estos pequeños cilindros decorativos. El sonajero tiene dos sonidos.
También utilizamos un tubo, cápsulas aplastadas y esta vez dos palillos largos de pinchitos para construir el sistro, instrumento que realiza Alberto, de 4 años. Se clavan los dos palillos en el tubo, atravesándolo y sobresaliendo seis centímetros por uno de sus lados, con una separación entre ellos de unos quince centímetros. Se juntan con un alambre de aluminio en su parte superior atravesando las cápsulas de café aplastadas por su centro. Unida al tubo, se coloca una cuerda con un palillo, para percutir las cápsulas aplastadas. El sistro produce dos sonidos diferentes.
Otro alumno de 4 años, Dudi, construye una variante de este instrumento: un sistro doble. Igual que en el anterior, se necesita un tubo, cápsulas aplastadas y dos palillos largos de pinchitos que atraviesan el tubo, en este caso dejando seis centrímetros de largo a cada lado y separados uno de otro lo suficiente para que las cápsulas puedan moverse. Por último, se une el extremo del palo de arriba con el de abajo con alambre de aluminio para que las cápsulas entrechoquen.
Experiencia global e integradora
Este taller de reciclaje musical da lugar a una experiencia global e integradora en la que se interrelacionan las tres áreas de Conocimiento de Sí Mismo y Autonomía Personal, Conocimiento del Entorno y Lenguajes: Comunicación y Representación, ya que los alumnos y alumnas desarrollan la coordinacion óculo-manual y dominio del trazo; adquieren actitudes de respeto, admiración y cuidado del medio ambiente; utilizan materiales reciclados así como materiales plásticos desarrollando el sentido de la estética y la creatividad; aprenden a dominar los movimientos del cuerpo, adquirir agilidad y afianzar la lateralidad; conocen otras culturas, como la africana y la asiática, y se inician en el conocimiento de figuras planas, sólidos geométricos y conceptos matemáticos espaciales, tempor
ales, cuantitativos y cualitativos.
A su vez, esta experiencia también favorece el desarrollo de la formación rítmica y auditiva, así como la espontaneidad y capacidad de improvisación, al manejar instrumentos de percusión elaborados por los propios alumnos y alumnas, repitiendo esquemas cada vez de forma distinta (despacio, deprisa, fuerte, flojo…) y creando esquemas rítmicos distintos.
Es, además, una experiencia muy motivadora para el alumnado, al que quiero agradecer, y también a sus familias, su colaboración y participación en la construcción de estos instrumentos.
(*) Gracia Eva Velasco Núñez es maestra en el CEIP Esquí-Escuela, de Sierra Nevada (Granada).
Experiencia publicada en Cuadernos de Pedagogía, Nº 454, Sección Experiencias, Marzo 2015, Editorial Wolters Kluwer, ISBN-ISSN: 2386-6322
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