Ameno y divertido. Así se muestra Mario Montoro (Granada, 8 de marzo de 1972), lo mismo que en su libro “A trompicones por África” que ya va por su segunda edición tras agotarse, en un tiempo récord, los 500 ejemplares de la primera y gracias al apoyo de la disttribuidora catalana Midac llibres. La naturalidad al relatar y la difusión en las redes sociales (GANDHI OFSAND) han hecho el resto. Por supuesto, el interés creciente por el continente africano, tan cerca y a la vez tan lejos, pues sólo gente con posibles o aventureros soñadores como Mario, son capaces de embarcarse en un viaje de 50 días y más de 15.000 kilómetros y, a continuación, luchar con tormentas de arena para ver, aunque sea autoeditado, el relato de su periplo al que bautizaron como la Trans África 07.
A bocajarro
Le lanzamos las dos primeras preguntas a bocajarro. ¿Qué tiene África que tanto atrae ? ¿Por qué los viajeros sienten la necesidad de contar lo vivido? A la primera nos contesta disfrutando cada frase, “los espacios infinitos, las gentes de todos tipos de cultura, la posibilidad de vivir experiencias, de un reloj sin horas, de países sin fronteras,…”. En la segunda da un margen a “las casualidades” y al deseo de los amigos “que exigen que estas experiencias sean contadas para que ellos puedan vivir y sentir ese viaje”.
Por eso, los amantes de los viajes y de los motos, primero, y aquellos que disfrutan con este tipo de literatura, después, encontrarán aquí tropezones, tumbos, porrazos, golpes fuertes, avances y retrocesos, en una palabra trompicones a lo largo de una viaje repleto de bellos parajes y experiencias irrepetibles, unas más agradables y otras no tanto. La publicación está dedicada a las tres mujeres de su vida: Salomé, su compañera y apoyo fundamental para materializar la edición del libro; Aitana, su hija, autora a sus cuatro años del logo de la editorial y el mensaje final manuscrito, y a su madre pertinaz consejera para que su hijo lo escribiese. En esta dedicatoria también incluye a su “Reina” –la moto Yamaha- que tan lejos llevó”. No en vano se autodeclara “amante de las motos, para lo bueno y para lo malo, y siempre quise que el viaje soñado fuese en moto”.
Tras un mapa con el itinerario seguido, un simpático aviso a navegantes y un prólogo – incluido en la página web atrompiconesporafrica.com – en el que aclara “esto que tienes en tus manos es la historia de un viaje, que fue el mío pero que muy podía haber sido el tuyo”. Narración surgida de las anotaciones tomadas en un diario cada jornada tras revisar la moto, cenado, meterse en la tienda de campaña y con la ayuda de una linterna si faltaba la luz.
En esas primeras páginas nos ofrece una curiosa clasificación de los viajeros que se ha encontrado por estos territorios del Norte de África, desde los elitistas o descendientes de un linaje aventurero único y exclusivo, los enganchados que ansían transmitir todas su experiencias y amor por este increíble continente, infinitamente respetuosos con todo lo que les rodea; los temáticos, que asaltan estas tierras como si de una gran Disneylandia se tratara que buscan, pagan o roban su foto con el icono de rigor para demostrar que estuvieron allí; los ignorantes que se niegan la oportunidad de conocer algo diferente y que hacen de la excusa su bandera para no viajar a este continente poniendo como pretexto unas penalidades que es mejor evitar a toda costa.
Y los novatos, entre los que se incluye el autor, que suplen su inexperiencia con gigantescas dosis de ilusión, arrojo y temeridad. “Puedo decir sin miedo a equivocarme que África te sacude, te cambia y no engaña o destiñe como tantas cosas en este redondo y cada día menos azul planeta (…). Si me preguntáis a mí, solo os podré contestar que es donde mis sueños se cumplen, se hacen realidad y donde una y otra vez quisiera volverme a perder. Éste es el viaje que tuve la suerte de hacer”.
Noche en el desierto
Duda cuando le preguntamos por el lugar preferido, pero al final se decanta por Oualata, pequeño enclave perdido en el desierto de Mauritania, que le recuerda a su querido Albayzin, pero también afirma haberse quedado con “la boca abierta y la baba caída” en el País Dogon, en Mali, el desierto de Teneré, con sus espacios infinitos… Este devorador de libros sobre África, nos describe una noche en el desierto por su “firmamento increíble, el silencio que no es silencio y una cama de arena”. Atrás y fijados en el papel con mucho humor y optimismo y de vez en cuando un ramalazon filosófico quedan paisajes de Nuadhibou, Nouakchott, Nema, Oualata, Djene-Mopti, Niamey, Agadez, Teneré…
Para aventuras y odiseas, Montoro recomienda el intento de publicación de un libro y eso que a él le ha ido bastante bien pues las redes sociales le han sacado del anonimato más absoluto y se ha visto gratamente sorprendido por lo rápido que se ha vendido, y, sobre todo, por los mensajes que le han enviado. Un libro para el que pensaron un pragmático eslogan: “En tiempos de crisis, un libro para viajar” y que es una invitación a no quedarse parado y luchar por conseguir el ansiado sueño. Así lo piensa quien reconoce que África le ha cambiado la vida y a la que ha vuelto, tras esta aventura motera, para conocer Mamibia, Boswana y Zimbawe, aunque ahora en todoterreno. No tiene desperdicio la presentación de los compañeros de viaje de Mario (Manolo, Sebas, Luisa y Amparo, Tito Luis) y los agradecimientos que dejarán a los lectores con una amplia sonrisa.
«Amigo Antonio en África toda ayuda es poca y más cuando viajas con los justo. ¡Muchas gracias! Espero que te guste y ojalá algún día un café y un libro sea la excusa para otra entretenida charla sobre viajes. Un fuerte abrazo. Granada, 14-4-2012» (N. del P.: Gracias por el detalle, y ¡¡¡ amén !!!). |
||||
Informaciones relacionadas: – Mario Montoro y “la Reina” de África» por Alberto Granados. – A trompicones por África, por Joaquín Almagro
|
Vídeo Promocional
Visitar página web A TROMPICONES POR ÁFRICA