El compositor Manuel de Falla murió en Alta Gracia (Argentina), el 14 de noviembre de 1946, pero el setenta aniversario de su muerte ha pasado casi desapercibido en España, para que todo siga igual. Con el IX Festival Manuel de Falla, de cerca, el 29 de octubre comenzaron en Granada los XXII Encuentros Manuel de Falla y se extenderán durante todo el mes de noviembre, con talleres, conciertos y exposiciones de pintores en diferentes centros de Granada. Este mes, además, es el centenario del estreno de ‘Noches en los jardines de España‘ y de la muerte de Enrique Granados, amigo íntimo del compositor, así como del 140 aniversario del nacimiento de Falla. La Alianza Francesa de Granada y la Fundación Archivo Manuel de Falla han organizado la exposición Manuel de Falla y París –desde el 20 de octubre hasta el 24 de noviembre–, en la Biblioteca de Andalucía que, junto con la Biblioteca Provincial, colaboran en la exposición. Ésta ha sido de libros, documentos, carteles de estrenos de óperas, billetes de tren, carnés de socio de la Biblioteca de París y de alguna sociedad de música, casi todo en idioma francés. También se expusieron fotografías del compositor gaditano, durante sus estancias en la capital francesa, así como fotos dedicadas de Ravel, Picasso, Stravinki y otros. Se ha completado el evento cultural con la celebración de un ciclo de Cine, música y poesía y de un concierto de piano. En Cádiz y Córdoba están haciendo también algunas actividades y conciertos, recordando la figura de Falla, pero en un plan bastante discreto.
En sus comienzos, Manuel de Falla compuso la ópera ‘La vida breve‘ –una evocación musical de Granada– y ganó el primer premio de un concurso, que fue convocado por la Real Academia de Bellas Artes, de San Fernando. En 1907, se marchó a París y dos de los mejores compositores franceses, Claude Debussy y Paul Dukas, le ofrecieron su apoyo. Allí también entabló amistad con los compositores Maurice Ravel y el español Isaac Albéniz. En París estuvo residiendo hasta 1914, donde fue componiendo Cuatro piezas españolas, Siete canciones populares españolas, Trois mélodies y, sobre todo, Noches en los jardines de España, para piano y orquesta, donde se aprecia la influencia del impresionismo de Albéniz. En enero de 1914 se estrena la ópera La vida breve, en el Teatro Nacional de la Ópera-Cómica de París. Pero en ese año comienza la I Guerra Mundial y Manuel de Falla se ve obligado a regresar a España, aunque realizó frecuentes viajes a París con motivo de estrenos e interpretaciones. En una carta de 1923, dirigida a su amigo el pintor Ignacio Zuloaga, le dice: “Para cuanto se refiere a mi oficio, mi patria es París”.
Noches en los jardines de España fue una pieza concebida a raíz de los dibujos que Santiago Rusiñol le mostró al compositor. “Es una obra que revela claramente, a partir de un punto de vista particular, el dualismo inherente al temperamento y a la conciencia españoles y, por lo tanto, al arte español. La partitura contiene, como quizá ninguna otra, los polos gemelos del encanto moro y de la sensualidad del idealismo intelectual gótico. Los arabescos flotantes, la calidez nocturna y la poesía emotiva se complementan perfectamente con la hermosa arquitectura de la Alhambra”, escribió James Burnett. En 1914 Falla regresa a Madrid, donde se estrenan sus partituras más célebres: la pantomima El amor brujo y el ballet El sombrero de tres picos, que compuso para un encargo de los Ballets Rusos, de Serge de Diaghilev. También es de esta época la Fantasía bética para piano. En 1925, Manuel de Falla estrenó en París ‘El amor brujo’. En 1928 fue condecorado, por el Gobierno francés, con la cruz de Caballero de la Legión de Honor, mientras que en 1935 fue elegido miembro de la Academia de Bellas Artes del Instituto de Francia.
A comienzos de 1922 fija su residencia en Granada, en la Antequeruela Alta, número 11, y hace amistad con el joven poeta Federico García Lorca. En 1924, ambos organizan el Concurso de Cante Jondo, junto al restaurador de la Alhambra, Hermenegildo Lanz, y otros miembros de la Tertulia el Rinconcillo, en el Patio del Aljibe, de la Alhambra. El concurso lo ganó ‘El Tenazas‘ y se dio a conocer el que sería célebre cantaor de flamenco, Manolo Caracol, que entonces era muy joven. Poco después de acabada la Guerra Civil, Manuel de Falla se exilió en Argentina. Hace años leí una carta de un amigo del compositor, donde recogía aquellos duros momentos en que abandona para siempre el carmen y Granada. El compositor se lleva lo preciso y un vehículo está esperando a la familia, en medio de la triste y dolorosa despedida. Durante el exilio, se solidarizó con los intelectuales republicanos que tuvieron que marcharse de España: Manuel de Falla renunció a los derechos de autor debido a que el franquismo se los bloqueó a los intelectuales. El Gobierno de Franco le ofreció una pensión si regresaba a España, pero Falla, un hombre austero y religioso, vivió gracias a la ayuda de algunos mecenas. Cuando fallece, en 1946, la embajada española con la autorización de su hermana trasladó sus restos a Cádiz, en contra de la voluntad del compositor. Está enterrado en la cripta de la Catedral.
En cuanto al estilo de Falla, se puede decir que es una mezcla del nacionalismo folclorista y de la escuela francesa, adobado con temas, melodías y ritmos andaluces y castellanos. Alfredo Aracil lo definió así: “No sólo las enseñanzas de su maestro, Felipe Pedrell, o la admiración que profesaba por sus amigos Debussy, Ravel, Albéniz o Stravinski formaron parte del mundo de Manuel de Falla (…). No sólo el París antirromántico de principios de siglo, también el romanticismo germano o la música medieval estaban en su cabeza. los cancioneros españoles del siglo XV, la polifonía de Tomás Luis de Victoria, Cristóbal de Morales o Palestrina, los cánticos de la liturgia bizantina, las sonatas para clave de Scarlatti o el piano de Chopin, la música de Beethoven, Wagner, Mahler, Grieg, Mussorgski; todo ello es también parte de un universo musical tan amplio como la cultura y la curiosidad que delatan su correspondencia y apuntes en libros y partituras que fue estudiando a lo largo de su vida (…), como las canciones populares catalanas tejidas por Falla en su descripción sonora de El incendio de los Pirineos en Atlántida…, una referencia geográfica, como es la autocita de un breve fragmento de El amor brujo para señalar la llegada de Hércules a tierras de Cádiz. La inconclusa La Atlántida es el mejor compendio del universo de Manuel de Falla…”.
En Granada se ha conservado el carmen de La Antequeruela, donde vivió, hoy convertido en museo, junto a la Fundación Archivo Manuel de Falla. Aquí guardan parte de su biblioteca, libros, partituras y anotaciones. También, en Alta Gracia han convertido en museo la casa donde vivió. El compositor gaditano dejó escrito: “La música es el arte más joven. No hacemos sino comenzar”. Sin embargo, habrá que pensar que el mejor compositor español se merecía algo más en el setenta aniversario de su muerte.
Leer otros artículos de |
|