El otro día, vi una fotografía entrañable en la página “Recuperar la historia de Motril”, es la que ilustra estas líneas y corresponde a la Alsina que venía a Salobreña desde Motril y recordé a uno de los conductores, está visto que con los años uno tiene más memoria antigua que reciente.
Mi casa, en la calle Cristo estaba justo en frente de la administración, como se decía entonces, de la Alsina, justo al lado del pilar de agua. Ese tramo de la calle podría describirlo y si fuera pintor pintar hasta la última pincelada de la calle. La tienda de Pepe Hernández, la fragua de Marino, el estanco de María, la farmacia de Encarnita con D. Francisco de mancebo y así hasta llegar a la esquina de la tienda de Teresa Montes, el callejón, mi bendito callejón.
Realmente este tramo de la calle Cristo, se podría decir era el centro neurálgico del pueblo, pues había la mayoría de tiendas, la parada de taxis y por supuesto, como decía donde paraba la jardinera o Alsina como decíamos en el pueblo.
En aquellos años 60, para comprar ropa, zapatos u otros artilugios teníamos que desplazarnos casi por obligación, que no por devoción a Motril, de ahí que hubiese mucho trasiego en la calle con los taxis y la Alsina. Nombres como Antonio Jesús, Nochebuena, el Pinero, el Pepino, el Clavillo, quedaron grabados como si fuesen de la familia, pues era todo el día en la acera de mi casa o en el bar del Puga.
Cada vez que visito Salobreña, mi pueblo, evoco, con cierta añoranza, las vivencias de mi niñez, adolescencia y primera juventud. Los recuerdos afloran espontáneamente, sobre todo cuando llego a mi calle, la calle Cristo.
El paisaje humano de mis recuerdos lo configuraban personas mayores entrañables a las que todos conocíamos y respetábamos. La calle, lugar de encuentro de los amigos, con toda seguridad, era el lugar por excelencia para socializarnos a través del juego y de las relaciones con los mayores. Podría mencionar uno a uno todos los vecinos, pero por temor a dejarme atrás alguno no lo hago, pero guardo muy hondo su recuerdo y su afecto.
Mencionar solamente a mi tío Modesto Medina Casares, el padre de mi primo Pepe Luis, que en verano cada día nos mandaba justo al lado de la Alsina con un vaso de duralex a comprar un helado de turrón del heladero Manolo que venía, cómo no en la Alsina desde Motril. Recuerdos, en fin, que marcaron toda una época, toda una infancia y adolescencia de este hijo de Salobreña y una calle que por siempre y para siempre quedará marcada en mi corazón.
PD. La foto, como ya dije es tomada del Grupo “recuperar la Historia de Motril”
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