Librería Nueva Gala, de la calle Almona de San Juan de Dios, nº 15, acoge el jueves, 26 de enero, la presentación del último libro de Francisco J. García Carbonell y María Dolores Olivo, ‘De un viajero a otro’, (Ed. Círculo Rojo). En el acto previsto a las 19:30 horas, el autor estará acompañado por su amigo Francisco Martínez (Pacurri), «un gran poeta, intelectual y, por encima de eso, una maravillosa persona». El libro está inspirado en el gran fotógrafo e intelectual húngaro, Nicolás Muller, a cuya mujer, Lina, conoció y con cuya hija pequeña, Carmen, mantiene amistad. Calificado por Ortega y Gasset como «el gran dominador de la luz», Muller fijó su residencia en España donde se dedicó a fotografiar el drama de la posguerra que es lo que García Carbonell, granadino afincado en Mazarrón (Murcia) intenta reflejar en su libro con el que pretende «recuperar la memoria de un artista genial que ha sido tan trascendental en la historia cultural de nuestro país».
– ¿Puedes contarnos cómo ha surgido su sexto libro?
– El libro está inspirado en el gran fotógrafo e intelectual húngaro Nicolás Muller. Conocí a su mujer, Lina, y mantengo amistad con su hija pequeña. El gran dominador de la luz, como le denominaba Ortega y Gasset. De hecho participó en la Revista de Occidente, que también le organizó una exposición en España, país en el que terminó instalándose. Retrató, colaboró y fue amigo de grandes personalidades de la cultura europea y, sobre todo española. Aquí en España, sobre todo, se dedicó a fotografiar el drama de la posguerra. Sus fotografías tienen un carácter social, muy influidos por principios estéticos de la Bauhaus y del Constructivismo soviético. De eso, de ese afán por retratar las duras condiciones de vida, sobre todo del campesinado húngaro, se le condenó al exilio en su país. Mi libro parte de aquí. Este cuenta, con un toque personal en donde me centro más en la ideas que en el hecho de contar una historia, el periplo a través de Francia, allí entabla amistad con Brassaï y Robert Capa y conoce a Picasso. Me cuenta su hija Carmen, respecto a este último, una anécdota muy divertida, creo que también lo relató, en alguna ocasión, el mismo fotógrafo. Cuando le presentaron a Picasso, Muller le enseñó algunos de sus trabajos. El gran artista malagueño quedó tan impresionado que quiso comprarle algunas fotografías. Nicol Muller se las regaló. Eso sí, le pidió a este si le podía regalar, a su vez, y firmado, un pequeño dibujo. No pudo ser.
– ¿Qué otras cuestiones aborda?
– También hablo sobre los problemas que tuvo con el gobierno de Salazar en Portugal. Estos no querían un judío, hay que tener en cuenta que nos encontramos en pleno auge del nazismo, y se le «invita» a marcharse si no quiere terminar con sus huesos en la cárcel. De Portugal marcha a Marruecos, en concreto a Tánger, donde va a pasar nueve años. Las fotografías en ese periodo, estamos hablando en plena guerra mundial, cuando Tánger pasa a ser un protectorado de la dictadura franquista, tienen el carácter, muy en la línea del artista, de denuncia social. Aunque también, como haría en España, empieza a centrarse en el retrato y otro tipo de género fotográfico. En esta época, creo, es cuando realiza su último desnudo. Algo que empezó en París, quepa destacar, de la ciudad de la luz, el desnudo que hizo a una amante de Rodin. De Marruecos, a través de Valera, el secretario personal de Ortega y Gasset, termina instalándose en España y colaborando para los medios de comunicación de aquí. Colaboró en algunas ilustraciones como «España Clara,» junto con textos de Azorín, «Cataluña» con Dionisio Ridruejo, «Andalucía» con Fernando Quiñones, «Baleares» con Lorenzo Villalonga, «Canarias» con Federico Sainz de Robles, País Vasco con Julio Caro Baroja, y Cantabria con Manolo Arce, etc. Pero, sobre todo, y es lo que intento reflejar en mi libro, son sus fotografías documentales de posguerra lo que le distingue. En esta retrató, por eso su calidad como testigo, el gran drama de la posguerra española. En fin, Nicol Muller es hoy en día un autor que ha sido olvidado de manera muy injusta en nuestro país. No, así, en Hungría.
– ¿En que momento y cómo conoció a María Dolores Olivo, enfermera y aficionada a la fotografía?
– María Dolores es una mujer de una exquisita sensibilidad y grandes inquietudes intelectuales. Su trato con la fotografía va más allá de la pura afición. Yo creo que la fotografía es una parte muy importante de su vida, de hecho fundó, en la ciudad donde resido, una asociación de fotografía. Además de colaborar en talleres y haber participado en exposiciones. Ella se centra, sobre todo, en la fotografía como imagen simbólica, algo también muy propio de nuestro autor húngaro. Nicol Muller denunció, a través de sus fotografías, eso que Pierre Bourdieu llamaba violencia simbólica, o sea las formas de violencia no ejercidas directamente mediante la fuerza física, sino a través de la imposición por parte de los sujetos dominantes a los sujetos dominados de una visión del mundo, Hay una fotografía de María Dolores Olivo, que sale en mi libro, una cuerda rota barrida por las olas, a la que acompaño, a través de un texto, con un mal sueño, sobre una ciudad destruida, que tiene el protagonista de mi obra. María Dolores ha sabido captar, dentro de esa sensibilidad y perspicacia que la hace tan especial, esa escena simbólica, que no quiere destaca, en sí, por su estética, y que intenta visualizar algo de lo que apenas se puede hablar. Un mismo hecho de dominación violenta, al mismo modo que explicaba Pierre Bourdieu, y que utilizó, como he dicho, bastante Nicol Muller, todo a través de lo oculto de la poesía. María Dolores es una gran artista. Una gran artista, esto también se puede decir, que ha sabido llevar ese mismo arte, incluso, al campo de su profesión. Eso le ha hecho ser una enfermera muy respetada y querida y, al menos yo lo veo así, una persona bastante especial.
– ¿Cuál consideras que ha sido tu principal objetivo a la hora de publicarlo?
– Recuperar la memoria de un artista genial y que ha sido tan trascendental en la historia cultural de nuestro país.
– ¿Quién podrías decir que es su lector ideal?
– Mi libro más que contar una historia intenta reflejar ideas. Mi lector ideal, por eso, tiene que ser una persona sensible y con conocimientos de arte, historia y filosofía. Yo creo que eso les acercaría mejor a mi obra. Aunque no hace falta, claro está, todo este tipo de cosas para poder sentir mis textos y las fotografías de María Dolores.
– ¿Deseas añadir algo más?
– Pues poco más. Sólo dar las gracias e invitar a todo el mundo a la presentación de mi libro.