Nuestra serie de ‘Vehículos Singulares’ nos ha llevado al límite de Granada con Málaga, concretamente a Zafarraya. En esta localidad nos encontramos con Luis Romero Palma, agricultor y apasionado del motor, lo que le ha llevado a reunir una veintena de motos y tres coches que ha restaurado personalmente, con ayuda muy puntual. Para mostrárnosla nos cita en las proximidades del Bar de Valentín pues muy cerca tiene, en los bajos de un edificio, su preciada colección. «Desde chico me han gustado mucho las motos y entonces, pues, cada vez que he tenido un poco de dinero y tiempo se lo he dedicado a ellas», explica al tiempo que va descubriendo las motos que están cubiertas con unas telas para protegerlas del polvo.
«La primera moto fue la Guzzi V8.5, luego le siguió la de 49 cc, y a partir de ahí las Derbis, las Montesas, las Ducattis y la Impala. También tengo una Ossa y una Cofersa que son las más viejas de todas, cumpliendo ambas en 2017 su 60º aniversario; la Bultaco que se la pasó su hermano «hecha polvo», y todas por el mismo estilo… Conseguir una moto de éstas es difícil pero al estar metido en este mundillo, te enteras y unas más baratas, otras más caras y otras porque te las vas consiguiendo. Luego yo las arreglo poco a poco», indica al tiempo que las va mostrando. Colección en la que hay que incluir una de su propia invención consistente en una bicibleta con motor que «va muy bien» y otra pequeña que pertenece a su nieto. Luego nos confiesa que «mi mujer me pelea, pero yo disfruto con esta colección».
Cuando le pedimos nos amplíe detalles nos informa que la Ossa la compró en Santa Fe en perfecto estado en tanto que la Cofersa la adquirió porque de chico tenía una Lube que no ha podido conseguir. «La vi en Montefrío donde la compré. Tiene matrícula de Valencia, le faltaba el tubo escape y el silencioso se lo he tenido que hacer. Las tapas de las herramientas he tenido que hacerla a martillazos pero como estoy jubilado pues no tengo problemas de tiempo». Lo curioso del caso es que es mecánico por afición, ya que en los últimos 30 años ha estado trabajando en el campo y en su semilleros de su propiedad, Rasoplant. «Soy del campo como los olivos, pero arreglaba la Lube poniéndole los pistones de las Ossa. Prácticamente las motos las hago completas, desde el pulido, al arreglo del motor o la pintura. Si tengo que volver a desbaratarla pues lo hago hasta que se queda perfecta, al menos para mí», nos comenta en tanto apreciamos lo reluciente de los cromados. En cuanto a su utilidad tiene claro que es para darse «cuatro paseos pues así las disfruto tanto como un marrano en un charco». Para tener piezas de recambio cuenta con otras diez o quince motos viejas.
Tras dar una vuelta con la Ossa para mostrar su buen estado Luis continua contando detalles de sus motos como, por ejemplo, que la Ducatti la encontró en un cortijo de Alhama y que ofreció a su propietario 300 euros pero éste le pedía 400, precio que abonó pues aceptó su condición de pagarle en plantas de pimientos. También le ocurrió otra curiosa historia con la Impala pues se la vendieron como si fuera suya y sucedió que cuando fue a hacerle los papeles en Tráfico le dijeron que la moto no se podía transferir porque el verdadero dueño era un pastor de Baza. Cuando pudo localizarle le pedía un dineral pero él le dijo que sólo la quería por el chasis. Al final abonó los 400 euros, y comentra entre risas, «menos mal que no sabía que ya estaba arreglada».
Dos Seat 600 cincuentañeros y un MG cuarentón
Junto a su colección de motos que en la actualidad tiene 71 años, se encuentran los tres coches que también ha restaurado con mimo. Se trata de dos Seat 600, uno con matrícula de Sevilla y el otro de Madrid. «Un día vi el primero en un desguase de Santa Fe, sin puertas ni nada y lo compré por 10.000 pesetas. El otro me pasó igual pero fue en un viaje a Sevilla, que lo vi en un ‘torito’ de esos para triturarlo, fui corriendo para preguntar si tenía papeles y si me lo vendían. Me costó 50.000 pesetas y de esto hace unos 20 años». El granate ha conservado su color, en tanto que el morado fue un empeño de su hija.
Respecto al MG, deportivo, señala que lo localizó en Periana (Málaga), donde se había desplazado por un Buggi, pero «vi este y me quedé con él por 3.000 euros. Está nuevo de todo, ha estado 20 años encerrado en una cochera. Marca que tiene 26.000 millas, o sea unos 42.000 kilómetros La pintura es la original, solo le he pintado una aleta porque tenían un bollillo». Se matriculó el 1 de enero de 1977 y tiene matrícula histórica desde el año 2000.
Próxima entrega: Manuel Ruiz y su Ford Granada Ghia 2.8i de 1984
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